Subirse a bordo del Titanic no era una tarea tan simple como se pensaría; inscribirse en la lista para viajar de Inglaterra a Nueva York en un acorazado de lujo y encontrarse a mitad de la ruta con un iceberg que hizo naufragar los sueños de sus 2.200 pasajeros en sus clases AAA – AAB – BBB y C en las frías aguas del Atlántico Norte.
Un youtuber mexicano ha revelado que pagó hace un par de años la estrafalaria fortuna de US$ 150.000 para ir a ver el Titanic en las profundidades del mar. Ese mismo viaje un par de años después costaba -por el frenesí de las reglas abusivas del mercado- US$ 250.000 para ver los restos de aquel poderoso trasatlántico regado de champagne que acabó en tragedia.
Quien diría que hay aventureros obsesivos que para este nuevo viaje abonaron otros US$ 100.000 más que el viaje anterior. Alan Estrada el youtuber ha tenido que salir a dar explicaciones por la muerte rondando en las profundidades allá donde se hundió el Titanic a 3.800 metros de profundidad en 1912.
Estrada, conocido por sus videos “Alan por el mundo” ha revelado entre otras cosas que para embarcarse en el primer sumergible construido con fibra de carbono por la empresa OceanGate Expeditions capaz de llegar hasta 4.000 metros de profundidad, hay que firmar varios documentos “que explica todos los riesgos que se corren incluso el de perder la vida”. “Sabíamos que no estábamos yendo a un parque de diversiones”, ha dicho Alan.
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“Una vez dentro del sumergible, si todo sale bien, se tardan unas dos horas en bajar a los 3.800 metros, durante cuatro horas se recorren los restos del Titanic en el fondo del océano, y otras dos se utilizan para subir a la superficie”. Así ocurrió en la expedición de Estrada: “Fue una de las más exitosas. La anterior a la nuestra, en cambio, había durado 27 horas porque habían tenido problemas para recuperar el sumergible”.
“Dentro, el Titan es como un tubo vacío, de 6,7 metros de largo y 2,8 de ancho, en el que no hay asientos, ni se puede estar de pie. Tampoco hay baño, sino que hay una caja en caso de emergencia”, según explica Estrada. Está pensado para hacer un viaje corto, aunque Estrada cree que cuenta con lo necesario para mantener con vida a los tripulantes durante 96 horas si el sumergible está intacto”.
“Caben cinco personas, que suelen ser piloto y copiloto, y tres civiles, a los que llaman ´especialistas de misión´”. Estrada completó su expedición con uno de los hombres al que ayer se lo ha declarado muerto, el explorador francés Paul-Henri Nargeolet: “Él era el copiloto, pero cuando llegamos al barco fue él quien piloteaba el sumergible porque conoce perfectamente el naufragio”.
Pero esta vez para su infortunio y el de la tripulación ver al Titanic les ha costado la vida, como en aquel frío verano cuando el transatlántico chocó contra un iceberg y se hundió. De Paul-Henri solo quedará el recuerdo por sus 40 travesías al fondo de mar. “Era una de las personas con quien más confianza daba bajar, pero si escuchas sus testimonios, decía que siempre había un riesgo y siempre complicaciones.
En alguna de sus inmersiones —él bajó también en sumergibles franceses— tuvieron que apagar hasta incendios internos.