Una rara oportunidad de decir adiós: hospital chileno permite despedirse de víctimas de COVID-19
Los médicos en Santiago lucharon durante semanas para salvar la vida de “don Jaime”, de 76 años, pero la semana pasada reconocieron que no podrían ayudarlo a superar el coronavirus y permitieron a su familia llegar al hospital para despedirse.
En todo el mundo, la necesidad de frenar la propagación del virus ha impedido que los pacientes puedan ver a sus familias al final de sus vidas. Una de las mayores crueldades de la pandemia que ha dejado casi medio millón de muertos en el mundo es que muchas personas han fallecido solas, apenas con la suerte de despedirse a través de una pantalla de tablet o celular.
Sin embargo, los jefes médicos del Hospital Clínico de la Universidad de Chile en Santiago decidieron permitir visitas familiares y, siempre que sea posible, crear un espacio para una despedida al final de sus días.
Los visitantes son examinados para detectar el coronavirus y reciben el mismo equipo de protección utilizado por los médicos, antes de ser guiados a las salas de vidrio selladas donde se alojan los pacientes con COVID-19. Hasta ahora, la UCI del hospital ha evitado cualquier caso de contagio entre su personal.
“Nosotros somos una unidad muy preocupada no solo por los pacientes sino por las familias también y en general tratamos de fomentar harto la presencia de la familia acompañando a los pacientes”, dijo Carlos Romero, jefe de la Unidad de Cuidados Intensivos del hospital.
América Latina es ahora el epicentro de la pandemia y Chile es una de las naciones más afectadas, con varios miles de casos diarios y más de 4.500 muertes confirmadas. El hospital donde trabaja el doctor Romero está en el empobrecido barrio de Independencia, que tiene uno de los mayores índices de casos y mortalidad de Santiago.
A pesar de convertir las salas y reforzar las camas de cuidados críticos de 50 a 140 desde el brote del virus en marzo, los médicos del hospital advierten que si el número de pacientes continúa aumentando, no tendrán capacidad para tratarlos.
La especialidad de Romero, médico intensivista, es escasa en Chile y él es solo uno de los seis que supervisan la atención de todos los pacientes críticos de su hospital. Sin embargo, todos los días al mediodía llama por teléfono a las familias de los pacientes para actualizarlos, dijo a Reuters durante una visita reciente.
“Lo importante es que en el momento final nosotros nos sintamos tranquilos de que hicimos todo lo que podíamos para tratar de salvarlo y si finalmente ya no se puede, entonces ahora los vamos a acompañar, vamos a preocupar de que no les duela, que esté tranquilo, que la familia sepa, que ojalá les acompañe, aunque sea por un momento”, relató.
Don Jaime ya falleció.
Reporte de Aislinn Laing. Editado en español por Natalia Ramos