Uruguay rechaza mito de país sin indios

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Montevideo, 11 may (EFE).- En Uruguay, país que se considera el único de América Latina sin población indígena, grupos de activistas reivindican que los pueblos originarios nunca se extinguieron, mientras un 5 % de la población se declara descendiente de los primeros pobladores del territorio.

“La idea del exterminio total de los charrúas es una falacia”, indicó en una entrevista con Efe Enrique Auyanet, que representa al Consejo de la Nación Charrúa (Conacha) ante la comisión contra el racismo y la discriminación del gobierno uruguayo.

Los charrúas fueron la etnia indígena predominante en Uruguay, formada por un conjunto de pueblos como los yaros, los chanás, o los guenoa-minuanes, que habitaron los territorios del actual Uruguay antes de la llegada de los primeros europeos.

El 11 de abril de 1831, las tropas al mando del general Fructuoso Rivera, primer presidente de la República uruguaya, iniciaron una matanza de indios charrúas en las proximidades del arroyo Salsipuedes, en el límite entre los departamentos uruguayos de Tacuarembó y Paysandú (centro y oeste del país).

“El Estado uruguayo se fundó a través de un genocidio”, afirmó a Efe Mónica Michelena, miembro de Conacha y que ha sido nombrada recientemente asesora de la Unidad étnico-racial del Ministerio de Exteriores uruguayo.

La historia oficial argumenta que los indígenas fueron totalmente exterminados en Salsipuedes, y los cuatro últimos miembros de la etnia fueron trasladados a Francia para ser estudiados “casi como piezas de museo”, como lamentó Auyanet.

Para el activista, el afán de controlar y explotar económicamente el territorio, y la idea de que el progreso de una nación iba asociado a la ausencia de indios impulsaron la matanza de Salsipuedes, pero en la batalla hubo supervivientes.

Así, según el censo oficial de 2011, cerca de 160.000 uruguayos declararon tener ascendencia indígena, lo que representa casi un 5% de la población del país, de 3.250.000 habitantes.

Por su parte, 255.000 uruguayos se identificaron con la etnia afro o negra, 15.000 con la asiática, y casi tres millones declararon tener ascendencia blanca, en su mayoría procedente de inmigrantes europeos venidos de España o Italia.

La cifra de indígenas es baja en relación con otros países de la región, como Bolivia, con un 40% de habitantes que se identifican como miembros de una de las 36 etnias reconocidas en la constitución de 2009.

La comparación con otros países de la zona no es casual, ya que Uruguay es el único país de América Latina, junto con las Guayanas, que no ha suscrito el convenio 169 de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), que comprende específicamente los derechos de los pueblos indígenas y tribales.

En el “Foro Convenio 169 de la OIT: Avances hacia su Implementación en Uruguay”, celebrado en abril pasado, representantes del Ministerio de Desarrollo Social mostraron su “firme convicción” de que Uruguay suscriba el tratado.

El convenio ha sido ratificado por 22 países en el mundo, la mayor parte de ellos ubicados en América Latina, y reconoce el derecho a las formas propias de desarrollo de los pueblos originarios y las garantías para la autoidentificación como indígenas.

También establece la obligación de consultar a los nativos ante acciones que puedan colisionar con sus territorios, y permite la protección de sus lugares sagrados.

“Uruguay no firma el convenio por miedo a posibles reclamaciones territoriales, algo que nunca ha estado en las reivindicaciones de los charrúas”, muchas de las cuales son de carácter cultural, manifestó Auyanet.

“La cultura charrúa ha sido invisibilizada, y existe el mito de que los charrúas no dejaron nada en Uruguay, porque no levantaron templos como los incas o los mayas”, comentó.

Sin embargo, los indios trasladaron a la sociedad uruguaya valores como la solidaridad, la horizontalidad o el valor de la palabra dada, ya que, como explicó Michelena, “carecían de estructuras jerárquicas y todo lo decidían en asambleas”.

Además, muchas de las tradiciones rioplatenses atribuidas a los gauchos derivarían originariamente de los indígenas, como el asado de carne a la parrilla o la infusión de yerba mate, cuyo consumo era un ritual también para los charrúas.

“Los gauchos no son otra cosa que indígenas que, perseguidos por el gobierno de la época, optaron por camuflarse y mezclarse con el resto de la población”, aseguró Auyanet.

Para el activista, el renovado interés de los uruguayos actuales por el campo, la conservación de la naturaleza o el desarrollo sostenible, son una reminiscencia de sus ancestros indígenas que lucha por salir a la superficie.

“Pero los charrúas no estamos emergiendo ahora. Nosotros siempre estuvimos acá”, concluyó.