Yugoslavia 1999: el objetivo de la OTAN

Diario Red
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El reloj marcaba las 7:45 de la mañana del 24 de marzo de 1999 cuando una sinfonía de sirenas despertó a los ciudadanos de Belgrado. Era el aviso para la población civil de la capital de la República Federal de Yugoslavia de que había un peligro inminente. Sin embargo, pocos podían prever que aquello sería el inicio de uno de los asedios militares aéreos más importantes desde el fin de la II Guerra Mundial en el continente europeo.

Un lapso de 78 días a lo largo de los cuales la OTAN utilizó bombas de racimo y proyectiles de uranio empobrecido y se saldó con alrededor de 500 civiles muertos como consecuencia de los bombardeos.

El impacto de aquella campaña dejaría una huella imborrable para las poblaciones serbias, montenegrinas y kosovares. Una parte de ellas, materiales, la más profunda, de tipo humano.

Aquella fue la segunda vez en la que la Alianza Atlántica desplegó su arsenal militar en toda su historia. La anterior, en agosto de 1995 sobre Bosnia y Herzegovina, con el intento de frenar el avance del ejército serbo-bosnio, el cual posibilitó meses después los llamados Acuerdos de Dayton. Lo que marcó la diferencia con respecto a ese precedente fue el cómo se llegó a esa decisión, produciéndose sin un acuerdo previo por parte del Consejo de Seguridad de la ONU. Además, fue la primera ocasión en la que la OTAN utilizó fuerza militar contra una nación soberana que no representaba una amenaza para los países miembros.

11 semanas de bombardeos por parte de la OTAN cuyo objetivo era forzar al, por entonces, Presidente de la República, Slobodan Milosevic, a retirar sus tropas de la región de Kosovo, permitir la entrada de ayuda humanitaria y, en definitiva, dar por finalizada la guerra en este territorio.

El desarrollo de la guerra antes del bombardeo

El bombardeo de Yugoslavia en 1999 fue el colofón a un conflicto iniciado mucho tiempo atrás y que se engloba en el fin de la república socialista a través de múltiples guerras de secesión. Una de ellas fue la desarrollada en la región de Kosovo, provincia autónoma entre 1974 y 1990, y que fue la respuesta ante un proceso de autodeterminación nacionalista impulsado por la población albano-kosovar.

Durante los años previos al estallido en 1998 la estrategia de la resistencia albano-kosovar (UÇK) consistió en la organización de guerrillas contra objetivos militares serbios. Pero ante la caída de Adem Jashari, su mítico comandante, así como del Estado albanés, se produjo un cambio de estrategia clave en el desarrollo de los acontecimientos. Posteriormente pasarían a comportarse como un ejército paramilitar, lo cual aceleró la intervención de las tropas yugoslavas sobre el centro de Kosovo, significando aquello el estallido de la guerra.

A partir de septiembre de 1998 Estados Unidos intensificó su apoyo a la región de Kosovo, primero a través de la ONU y después dentro de la OTAN. La presión política que ejerció la OTAN, comandada por el ex-ministro español, Javier Solana, para alcanzar un alto el fuego se tradujo en un avance de la guerrilla albano-kosovar, algo vital en posteriores incursiones contra policías y militares yugoslavos.

La guerra se intensificó en los primeros días de 1999 cuando miembros de la policía serbia perpetraron la conocida como Masacre de Račak, que se saldó con la muerte de 45 albano-kosovares. Ese suceso es considerado como el desencadenante del posterior bombardeo de la OTAN sobre Yugoslavia, especialmente tras la negativa de Milosevic a firmar el Acuerdo de Rambouillet. El presidente se negó a aceptar la entrada de tropas de la OTAN en Kosovo, la celebración de un referéndum en el plazo de tres años y la construcción de una base en territorio kosovar. Todo eso terminaría sucediendo años más tarde.

El impacto del bombardeo sobre Yugoslavia

En la madrugada del 23 de abril de 1999, Sinisa Medic se encontraba trabajando en el turno de noche como técnico en el edificio de la radiotelevisión pública de Yugoslavia en Belgrado. Llegó al estudio, habló con su hermano como acostumbraba a hacer y horas más tarde fue daño colateral de uno de los objetivos del ataque de la Alianza Atlántica. Sus restos nunca fueron encontrados y el edificio quedó completamente destruido. Junto a Medic, otros 15 miembros de la RTS perdieron la vida durante el ataque, que se produjo sin el conveniente aviso para abandonar el lugar. En parte, debido a la negligencia cometida por Dragoljub Milanović, que optó por mantener activo el emplazamiento pese al peligro que suponía.

El Tribunal Penal Internacional para la ex Yugoslavia (ICTY) concluyó en su informe sobre el bombardeo de la OTAN que fue bombardeado intencionalmente con el objetivo de interrumpir el mando, control y comunicaciones de un órgano clave de propaganda del gobierno de Milosevic. Sin embargo, entre los fallecidos no había ningún periodista, sino que se trataban de técnicos, personal de seguridad y otros empleados.

El simbolismo de aquel ataque representa a la perfección la estrategia de bombardeo de la Alianza, la cual pasaba por desestabilizar al ejecutivo de Milosevic y forzarle a concluir el conflicto con Kosovo. Por otro lado, y como estableció el ICTY, buscaron dañar la capacidad de Serbia de librar una guerra contra Kosovo en el futuro o extender la guerra a los vecinos para limitar sus capacidades militares.

El bombardeo se desarrolló desde el 24 de marzo hasta el 10 de junio de 1999, siendo los cazas españoles los primeros en descargar sobre el territorio yugoslavo, causando entre 1.200 y 2.500 muertes, siendo entre un cuarto y un tercio civiles. Entre el 62 % y el 66 % del total de muertes de civiles registradas se produjo en tan solo doce ataques.

El plan original estaba diseñado para atacar zonas estratégicas y objetivos militares en Montenegro, Serbia y Kosovo, la realidad es que se destruyeron infraestructuras como puentes y centrales eléctricas, así como industrias o edificios públicos, como la Embajada de China en Belgrado.

Los civiles de los diferentes territorios, especialmente en las zonas serbias y montenegrinas, pasaron a vivir en potenciales zonas de conflicto, eliminando el elemento de retaguardia y convirtiéndose en una guerra total. El despliegue militar por parte de la Alianza Atlántica fue tal que un informe del Ministerio de Exteriores noruego de 2008 concluyó que 90.000 personas seguían en peligro por bombas de racimo todavía sin detonar.

Una investigación posterior de Human Rights Watch no encontró evidencia de crímenes de guerra por parte de la OTAN, pero sí concluyó que esta violó el derecho internacional humanitario.

Un gran número de los edificios en Belgrado que fueron dañados durante los bombardeos permanecen intactos como un recuerdo imborrable de lo sucedido.

El Tratado de Kumanovo

El bombardeo sobre la República Federal de Yugoslavia concluyó con la firma del Tratado de Kumanovo, sellado en dicha localidad de Macedonia del Norte entre la OTAN y los miembros del ejército yugoslavo y la policía serbia.

Este acuerdo contemplaba el cese de las actividades militares de la Alianza Atlántica y de los cuerpos yugoslavos sobre Kosovo, así como la retirada de las tropas de estos últimos. Por otro lado, la creación de una zona fronteriza segura entre Kosovo y Serbia. Posteriormente, el Consejo de seguridad de Naciones Unidas (resolución 1244) aprobó la permanencia de tropas de la OTAN en el territorio kosovar en misión de paz (KFOR), quedando la región bajo administración de la ONU en términos políticos y de paz.

Esto último acabaría siendo de especial relevancia, pues Kosovo quedó en un limbo, no siendo un Estado independiente, pero tampoco continuando bajo el control de Belgrado. Esa situación de autogobierno finalizó en 2008 con la declaración unilateral de independencia, considerada por Serbia como una violación del acuerdo de paz de 1999 donde se recogía que “Kosovo y Metohija son partes inalienables de la República de Serbia”.

Los meses posteriores al cese de las hostilidades aceleraron la caída del régimen de Slobodan Milosevic, el cual había ido perdiendo el masivo apoyo popular con el que alcanzó el poder en 1989. Así, en las elecciones de 2000 Milosevic salió derrotado ante Vojislav Koštunica, no reconociendo el primero el resultado de las urnas por considerar que se había producido un fraude. En ese mes de octubre se producirían los sucesos que supusieron el derrocamiento de Milosevic y posterior arresto y extradición al Tribunal penal de La Haya.

Las consecuencias humanas, materiales y sociales que dejó la decisión de la Alianza Atlántica de atacar el territorio de la Federación de Yugoslavia sobrepasaron los objetivos puramente militares, dejando una huella imborrable en el territorio, así como en su población. Un escenario que, además, fue el preludio de un armisticio que quedaría en última instancia en papel mojado ante la posterior independencia unilateral de Kosovo.


"Es posible que las mentiras sirvan para engañar a alguien en determinado momento; pero también sirven, sobre todo, para revelar una verdad indiscutible: la debilidad de quienes ocultan la verdad"

Tom Wolfe (periodista norteamericano)
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