Brasil – Bolivia: Más allá de las fronteras
Hace aproximadamente un mes el ex embajador de Bolivia en Brasil, el periodista “Gringo” González que antes había sido Cónsul General de Bolivia en la República de Argentina, me dijo que el asilo otorgado por el Gobierno de la presidenta Dilma Rousseff a favor del senador Roger Pinto obedecía a dos hechos calificados por él como puntuales. En esa oportunidad González mencionó la tradición que tiene el gigante latinoamericano de conceder asilos aún en situaciones en las que la solicitud debería plantear primero un análisis minucioso del pedido. El embajador quiso decir que en el caso de senador Roger Pinto no correspondía el asilo. En su segunda interpretación el ex diplomático mencionó el disgusto que en 2006 le había provocado a la actual mandataria brasileña la nacionalización de los hidrocarburos dispuesta por el Gobierno del presidente Evo Morales. En ese tiempo Rousseff ocupaba la cartera de Energía. Era el Gobierno de Lula da Silva.
Es bueno recordar que la revista Veja, hoy el centro de controversias por el reportaje titulado “Bolivia: República de la cocaína”, publicó en 2006 un sugestiva tapa en la que se veía al presidente Lula de espaldas y de cuerpo entero con una patada en el trasero con la marca de una bota manchada con petróleo. Hoy, cuando se asocia a la revista brasileña con las elites políticas y empresariales del país vale la pena recordar la dureza con la que trató al Partido de los Trabajadores (PT), del que provienen tanto Lula como la actual mandataria brasileña Dilma Rousseff.
Un analista boliviano al hacer una relación de la publicación “Bolivia: República de la cocaína”, mencionó inmediatamente la delicada situación de las relaciones entre Bolivia y Brasil aduciendo desde su perspectiva la incontrastable relación de Veja con las elites locales. “Veja es el poder de Brasil”, reconoció el político que hoy se desempeña como analista para pequeños grupos empresariales del país. El tema más allá de las repercusiones y de posturas dogmáticas tiene en el tapete de la discusión dos aspectos insoslayables que deben ser medidos con la misma vara. El primero de ellos es el que se refiere al evidente cuadro de malestar que la noticia publicada en Veja causó tanto en Bolivia como en Brasil. Una llamada de atención ante la enorme cantidad de cocaína y pasta base que circula por la extensa frontera que tienen ambos países y que se interna a los mercados de consumo del Brasil. El rasgo más notorio de la información, es parte de una postura o línea editorial de la revista frente al narcotráfico. Una llamada de atención a las autoridades del país para que refuercen controles y a Bolivia que como dice el artículo de prensa se ha convertido en la “República de la cocaína”. La infografía de esa información no podía ser más ilustrativa. Aparecen el presidente Evo Morales, las hermanas Terán detenidas con más de 100 kilos de pasta base en 2009 en el Chapare; el amauta Valentín Mejillones al que la Fuerza Espacial de Lucha Contra el Narcotráfico (FELCN) le incautó alrededor de 100 kilos de cocaína refinada en El Alto y el Ministro de la Presidencia al que la revista trata con demasiado condescendencia, mencionando apenas la escena en la que se habría reunido con el narcotraficante brasileño.
Las reacciones de las autoridades el Gobierno boliviano tras conocerse la publicación fueron desconcertantes a juzgar por los mismos periodistas bolivianos. Todos los consultados por DATOS DIGITAL manifestaron su contrariedad por la forma como el Gobierno de Morales encaró el tema. “No hay una investigación sobre la denuncia”, dijeron unos. Otros señalaron que como se ha hecho costumbre “se descalifica la fuente de información y se anuncian acciones judiciales contra la publicación”. Los menos se preguntan: “que hubiera pasado si la denuncia aparecía en una revista o en un diario bolivianos”. Lo evidente es que a partir de ahora, otro componente ha comenzado a actuar en la mala imagen que se ha comenzado a ganar el Gobierno boliviano. Las supuestas relaciones que mantiene con el narcotráfico que en 1993 derivaron en sendas acusaciones contra el ex presidente Jaime Paz Zamora que había culminado ese mismo año una destacada gestión de Gobierno.
En Bolivia ya no se necesita como en aquellos tiempos a los propios adversarios políticos para destruir al contrincante político, ahora como diría un funcionario del Gobierno del MAS las denuncias proceden desde más allá de las fronteras.