El custodio celeste

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Esta historia podría ser demoledora para las aspiraciones políticas de Marcelo Claure. En su círculo más próximo se comenta con insistencia sobre las pretensiones presidenciales del empresario. El hombre, sentado en la testera de la Asamblea de Socios del Club Bolívar repitió la palabra “pasión” para cerrar una de las operaciones más lucrativas del fútbol boliviano: la transferencia del Club Bolívar a la Sociedad Bolívar Administración e Inversiones BAISA SRL. La operación de administración fue planificada a lo grande y se consumó en medio de una crisis que sirvió para justificar la elección del nuevo directorio académico, violando los estatutos internos. Los dirigentes dicen que nada fue ilegal. “Todo está refrendado en actas”, señalan para no dar pie a más especulaciones.

Marcelo Claure tiene 45 años, tiene además una fortuna que según se dice supera los US $600 millones. Es dueño de la empresa Brightstar que en 2010 facturó US $6.4 mil millones por la comercialización de celulares. ¿Qué intereses pude tener un empresario de semejantes quilates en un equipo del fútbol boliviano? Sus alarifes contestan que “es su pasión por el fútbol”.

A Marcelo Caure le encanta decir que es dueño de uno de los equipos más importantes del fútbol en Bolivia. Le encanta que digan de él que es uno de los latinoamericanos más ricos del mundo. Está en Washington, como en Düsseldorf o en Aspen. Así logró que sus amigos le rindan pleitesías y lo  respeten. “No publiquen nada sobre él”. “Qué haremos si se va”, dijeron sus allegados cuando se les comunicó que deberían responder algunas preguntas incómodas de una investigación sobre la enajenación del patrimonio de la institución celeste a manos de una Sociedad que administra todos los derechos propietarios del Club Bolívar. Es la gallina de los huevos de oro. Cuando se les informó que pesaban denuncias serias por la transferencia de Bolívar a BAISA SRL, tuvieron la osadía de ofrecer boletos a Washington, luego a Düsseldorf. “Saben lo que es estar 15 minutos con él”, dijeron. Desde hace rato, ese matonismo verbal caracteriza a los amigos del poderoso empresario.

Nunca antes una institución de fútbol había cedido todos sus derechos y hasta su marca -quizá el bien intangible más valorado del Bolívar- a una Sociedad que en los próximos 20 años se encargará de comprar, vender, ceder, transferir, permutar y le devolverá al Bolívar un tercio de su patrimonio con cinco años de gracia. Un negocio redondo. Para poner un ejemplo extradeportivo; contrato similar al que suscribió YPFB en la era de la Capitalización con la ENRON amparado en los estrados de arbitraje de Nueva York. Bolívar ha quedado esquilmado de su piel celeste y despojada hasta el último centavo de su patrimonio; por lo menos no existe garantía alguna de que luego de transcurridos los 20 años al Bolívar le quede algún patrimonio. Se comenta que el presidente Evo Morales está sorprendido por la forma cómo se quiere encubrir una maniobra empresarial en un proyecto político. Marcelo Claure, filántropo, se ha convertido en el principal accionista de una empresa que en los siguientes 20 años administrará al Club Bolívar ocupando todos los espacios permitidos para hacer una verdadera fortuna.

El carpetazo

La operación no hubiera sido posible sin el carpetazo de uno de los amigos más fieles de Claure: el ex presidente de la Confederación Boliviana  de Fútbol y ex senador por ADN Guido Loayza. Él tiene desde hace mucho tiempo una carpeta a mano con todos los antecedentes operacionales y financieros del Club Bolívar. De las innumerables sociedades, ésta es la que más proyección tiene. Es una masa que se mueve en todo el país. Por eso, el mismo Claure reconoció que su “amigo” lo convenció para hacerse cargo de las finanzas del Bolívar sin “saber los problemas que tenía, asumiendo los riesgos como empresario”. Es posible que el juicio suene apocalíptico, pero lo que en realidad quiso decir es que se trata de un “business” que se trabajó con antelación y quedó oleado y sacramentado en una Asamblea Extraordinaria de Socios en la que los dirigentes y el propio Claure fungieron de juez y parte. Si el contrato, como dicen, está refrendado en actas, entonces deberán responder por qué menoscabando la integridad del hincha y del socio, decidieron disminuir el patrimonio de la institución de 7.3 a 2 millones de dólares. Para entender mejor esta operación: el contrato que tiene una duración de 20 años señala que BAISA SRL le devolverá a Bolívar su “patrimonio neto” más una tasa libor con cinco años de gracia. Es decir que al termino del mismo Bolívar recibirá 3.5 millones de dólares. ¿Por qué los dirigentes permitieron semejante enajenación del patrimonio celeste? En la misma asamblea de socios, el propio Claure dijo que “el Bolívar tiene un total de siete millones trescientos mil (dólares), esto después de una revalorización de activos(…) Tembladerani vale tres millones ciento trece mil (dólares), pero no es un activo real porque es imposible venderlo por una ley boliviana que determina que solamente es para fines deportivos (…) El inmueble en el que estamos hoy día (el Gran Centro Bolívar) tiene un avaluó de tres millones doscientos sesenta y ocho mil (dólares), tenemos los terrenos de Cotahuma  y otros activos que hacen un total de siete millones trescientos mil (dólares), los pasivos de Club son cinco millones ciento veinte mil (dólares) lo que significa que si el Club sería liquidado, tiene un valor de dos millones (dólares)…”. ¿Por qué los dirigentes aceptaron firmar un contrato en el que se excluye al Bolívar de las ganancias de la Sociedad en los próximos 20 años?  En la clausula undécima del contrato se lee claramente: “Por la ejecución de los servicios objeto del presente contrato, BAISA tendrá derecho a  una remuneración equivalente al total de toda utilidad neta generada a Bolívar”. Antes de suscribirse el poder general de administración a favor de BAISA SRL el patrimonio del Bolívar era de 7.3 millones de dólares, como el propio Claure reconoció en la asamblea que le entregó en bandeja de oro la administración de uno de los equipos más emblemáticos del fútbol nacional y prestigiosos del Continente.

El contrato

El empresario y sus “amigos” del directorio bolivarista están dispuestos a jugárselas al todo o nada con la esperanza de que el resultado fuera mejor para él que para los bolivaristas. En ninguna parte de la escritura pública de administración y gerenciamiento que suscribieron los señores Guido Loayza, Jorge Jaime Jemio, Mario Lara y Roberto Rada en calidad de presidente, secretario general y socios respectivamente y la señora Teresa del Rosario Bedoya en representación legal de BAISA SRL, la Sociedad ofrece garantías para su cumplimiento. Todas las garantías han quedado en manos de BAISA SRL. Para garantizar la devolución del dinero que según los dirigentes Claure gasta en el Bolívar se transfirieron ellos mismos el Gran Centro Bolívar e hipotecaron el estadio de la zona de Tembladerani.

Un dirigente del fútbol boliviano dice que los 3.5 millones que BAISA SRL le devolvería al Bolívar al cabo de 20 años es una cifra conservadora en relación a las ganancias que comprende concesiones en todas las áreas de la administración. La escritura pública de administración faculta a la nueva sociedad “a administrar el Club Bolívar, incluyendo su patrimonio, bienes, activos, derechos, obligaciones, pasivos sin exclusión alguna, realizando al efecto las gestiones, negocios, actos operaciones y otros contratos conducentes a dicha finalidad, incluyendo también la facultad expresa de parte de Bolívar para que BAISA pueda llevar a cabo actos de disposición, transferencia y venta sobre aquellos bienes y activos y derechos que actualmente son de propiedad del Club Bolívar”.

El mismo documento expresa que BAISA está capacitada a “negociar y/o comprar y/o vender y/o incorporar y/o ceder a préstamo y/o intercambiar y/o permutar los pases y/o derechos federativos y/o económicos y/o cualquier título y/o vínculo que pertenezcan, se encuentren o relacionen a los futbolistas y cuerpo  técnico, merchandisign, imagen emitida por cualquier medio, derechos de televisación del Club Bolívar por cualquier título y/o carácter (parcial, total, permanente o temporario). Pedir y/o solicitar la emisión de certificados de transferencias nacionales e internacionales de futbolistas para su participación e incorporación en el Club Bolívar o en sus eventuales cesionarios. Asimismo, negociar sin restricción alguna las transferencias y préstamos de los pases y/o derechos federativos y/o los derechos de imagen yo económicos y/o cualquier título y/o vínculo que pertenezcan se encuentren o relacionen a futbolistas y cuerpo técnico del Club Bolívar sean estos de manera parcial o total”.

En la clausula décima del contrato se estipulan las obligaciones del Bolívar “extensivas en su integridad al directorio actual, cualquier directorio futuro, la parte gerencial y cualquier representante u órgano”. “En tal sentido y mientras el presente contrato se encuentre en plena ejecución, Bolívar está impedido de realizar; gestionar, negociar o suscribir ningún contrato, acto,  acuerdo, convenio, gestión u operación de ninguna naturaleza.  Así como firmar documentos, informes, correspondencia o libros aun cuando los mismos sean preventivos, de urgente conclusión o de mero trámite, salvo expresa autorización previa y por escrito de parte de BAISA”.

En la misma clausula los dirigentes que han firmado el documento permiten “a BAISA la administración, incluso con fines lucrativos del nombre institucional del estadio de fútbol “Simón Bolívar” ubicado en la zona de Tembladerani y del Centro Club Bolívar “Mario Mercado Vaca Guzmán” ubicado en la calle 17 de la zona de Obrajes, así como de los terrenos y demás activos en forma irrestricta, firmando en este último caso en forma inmediata y a simple requerimiento de BAISA, todos los documentos y contratos conducentes y necesarios. En la eventualidad que Bolívar no suscribiese los documentos y contratos conducentes y necesarios dentro del plazo establecido al efecto por BAISA, esta última se encontrará facultada a suscribir los mismos a nombre de Bolívar”

El inciso 10.4 de la clausula décima: “Entregar a BAISA en un plazo improrrogable y perentorio de sesenta (60) días computables a partir de la suscripción del presente contrato, todos los libros contables, contratos, correspondencia, planillas, certificados de registro y/o renovación, títulos, planos, informes, estados financieros, balances, libros de actas, declaraciones juradas, pases, licencias, permisos, autorizaciones y en general todo documento que se encuentre en su poder o de terceros, facultando a  BAISA en este último caso al recojo de dichos documentos en el momento y forma que BAISA lo estime conveniente”. 10.5: “Permitir a BAISA el acceso irrestricto, en cualquier momento y sin previo aviso ni notificación, a todas sus instalaciones inmuebles, predios, terrenos y propiedades en general”. 10.6: “Presentar los informes, complementaciones, adiciones y aclaraciones que eventualmente sean requeridos por BAISA para efectos del cumplimiento del presente contrato”. 10.7: “No manejar ninguna cuenta corriente, de ahorro, depósitos a plazo fijo o cualesquier instrumento u operación comercial o bancaria, nacional o internacional, durante la vigencia del presente contrato. A este efecto, Bolívar entrega en la fecha de suscripción del presente contrato, una lista de las diferentes instituciones bancarias y financieras, nacionales e internacionales en las que mantiene cuentas corrientes, de ahorro, depósitos a plazo fijo o cualesquier instrumento u operación bancaria o financiera”. 10.8: “Revocar, en un plazo perentorio e improrrogable de treinta (30) días computables a partir de la firma del presente contrato, cualquier poder general o especial que haya sido otorgado a terceros; con excepción obvia del poder conferido a BAISA en forma simultánea a la firma de la presente minuta. Se exceptúa el poder con que cuenta o que conferirá Bolívar a favor del presidente y secretario general del Directorio para realizar todas aquellas actividades que resulten permitidas y no contravengan el presente contrato”.

Leyes de Nueva York

Otro detalle del contrato que fue suscrito el 17 de diciembre de 2008 es que “en atención a que las partes han pactado una clausula compromisoria de arbitraje ante el Centro de Conciliación y Arbitraje de con sede en Nueva York, Estados Unidos, para cualquier controversia y discrepancia de toda índole emergente de este contrato, Bolívar no podrá acudir a autoridad nacional , sea judicial, administrativa, arbitral o de otra clase por razón de materia, territorio o cuantía ni pedir ninguna medida provisional o definitiva, promover acciones, demandas, medidas preliminares o precautorias ni procesos de ninguna clase”. Los dirigentes del Bolívar dicen que “la Sociedad aporta un millón de dólares por año para solventar los gastos de la institución”. Según ellos, Marcelo Claure “está sacando plata de su bolsillo” para solventar los gastos de la institución. Pero esta versión es contrastada por el dirigente que vuelve a la carga: “Eso sería asumir que la nueva administración del Bolívar no tiene planes de expansión. Hoy BAISA SRL tiene una posición dominante en el mercado del fútbol boliviano actuando bajo el paraguas del Bolívar. Cuenta con un plan de negocios, sino explíquenme por qué una de las primeras acciones de la sociedad fue demoler las instalaciones del Gran Centro para construir dos torres de departamentos. El estadio de Tembladerani y el Gran Centro Bolívar fueron hipotecados por BAISA SRL cada uno en un millón de dólares en partidas separadas de 700.000 y 300.000, haciendo un total de dos millones de dólares. ¿Quién garantiza que estos bienes volverán al Bolívar después de finalizado el contrato? Un auditor financiero consultado por DATOS señaló que BAISA SRL le acabará devolviendo a la institución celeste apenas 400 mil dólares del valor de 3.1 millones que cuesta el estadio de Tembladerani. El mismo profesional hace notar que se trata de un bien que no se puede enajenar por una ley expresa del deporte.

La trama de los dirigentes

Si en el fútbol boliviano cabría un dirigente que mereciera el rotulo como tal, muchas cosas serían diferentes. El Club Bolívar es el que más glorias le ha dado al fútbol boliviano. Alcanzó en 2004 el puesto 32 en la Clasificación Mundial de Clubes (IFFHS); tuvo de cabecera a prestigiosos dirigentes. Pero desde hace ya varios años arrastra una crisis institucional que no es visible para los ojos de sus simpatizantes. Ningún hincha va al estadio pensando en las finanzas del equipo; no le interesa que antes de un partido decisivo le digan que su Club debe millones o que se encuentra acosado por interminables deudas. El hincha va al estadio para ver ganar a su equipo. “Vive y sueña con esa pasión”. Esa figura es la que manejan los “amigos” de Claure para justificar su incursión en el fútbol.

La trama para apoderarse del Bolívar comenzó a tejerse a comienzos de 2007. Ese año arreció la pelea por el control de la institución. La crisis del Club Bolívar puso en jaque a su dirigencia que acosada por grupos paralelos renunció por denuncias de corrupción y malos manejos administrativos. Tras una serie de maquinaciones como la inscripción irregular de socios y la conformación de un Tribunal de Honor que pulverizó  los procedimientos de elección, la Asamblea Extraordinaria de Socios celebrada en el Gran Centro Bolívar el 19 de diciembre de 2007, aprobó la moción de administración y gerenciamiento del Bolívar presentada por Claure y Loayza que se erigieron ese mismo día como flamantes presidentes de la academia. La teatralización del espectáculo se convirtió en la tapa de los diarios. Marcelo Claure llegaba con un montón de pergaminos que adornaban su elección. Inmediatamente anunció transferencias millonarias, un equipo súper competitivo, acuerdos con la liga norteamericana y una serie de ventajas que lo transformaron de la noche a la mañana en el salvador del fútbol boliviano.

El increíble mundo de Marcelo Claure

En su grupo áulico dicen que Marcelo Claure gasta un millón de dólares por año en el Bolívar. Obsesionados con la carta blanca que se le ha concedido en el contrato confirman sus prodigiosas gestiones. Dicen que quiere ubicar a la academia entre los mejores equipos del mundo. Hasta los periodistas tienen algo para agradecerle: qué mejor atractivo para sus crónicas que narrar su historia. Llega a Bolivia para ver jugar  a la celeste, pasea por la pista de tartán del Hernando Siles y se hace ovacionar por la hinchada a los gritos de “¡Claure, Claure…” Hace trascender, a través de sus horrorizados interlocutores, que cultiva en la sangre la “pasión” por el fútbol. Un verdadero mecenas del balompié boliviano. Se convirtió en el empresario con mayor capacidad de gestión -cualquiera sea el calificativo que merezca- entre todos los ex dirigentes del fútbol boliviano, ninguno le llega al talón. Eso los tiene muy enojados a los fervorosos defensores de la academia. Ellos aseguran que antes de que él desembarcara en el Bolívar existía una institución vigorosa, ubicada entre los mejores equipos del planeta. “La historia del Bolívar no es él”, aseguran. Pero Claure tiene otros récords: es el único dueño omnipotente de BAISA SRL. Tiene todos los poderes en la Sociedad. Desde el 29 de octubre de 2011 ostenta el 99.99% de sus acciones. El amo y señor del Bolívar.

Lo insólito es que nadie dentro de la dirigencia del Club Bolívar ha sido capaz de cuestionar el contrato de transferencia. Nadie dice nada sobre los poderes absolutos conferidos a favor de Claure. El directorio celeste que en realidad es el directorio de BAISA SRL es un títere con la voz embargada. Dicen que el actual “modelo” bolivarista es una red de complicidades. Y últimamente, con capacidad de control absoluto. Maneja todo lo que es manejable en el actual esquema de la Sociedad. El boliviano más rico se construyó un personaje para sí mismo gracias al Bolívar. Una paradoja de su personalidad es que sobreactúa su perfil de apasionado por el fútbol porque así cree burlarse de todos, aunque lo suyo se convierta, a veces, en una demostración casi infantil e ingenua de poder. Como para confirmar que nunca se quita la piel del personaje. Pero a medida que avanza en su propósito, sus pasos han comenzado a incomodar en Bolivia. Hay autoridades en el propio Gobierno que se sienten afectadas por semejante viveza criolla. Están ansiosos por conocer los sórdidos detalles de la transferencia del patrimonio del Bolívar a BAISA SRL. Les han soplado a los oídos sobre las aspiraciones políticas del empresario. Una especie de Sánchez de Lozada II en medio de un proceso de cambio.

Historia y miserias del fútbol

La amistad de Guido Loayza y Marcelo Claure es de larga data. “Mi amigo me invitó a venir a Bolivia sin contarme los problemas del Bolívar”. El cuadro catastrófico refrendado por el informe contable de una empresa “especializada” decía que si el Bolívar no sanaba sus finanzas se iría a la quiebra. ¿Qué hizo Marcelo Claure? Tuvo suficiente tiempo para pintar un cuadro financiero dramático. En los ocho meses que duró la co-presidencia que ocupó  junto a Guido Loayza, actuaron en el papel de juez y parte. Expusieron cifras y llegaron a conclusiones matemáticas. Entonces presentaron el plan de “salvataje” de la academia transfiriendo el patrimonio del Club Bolívar a BAISA SA que a septiembre de 2008 estaba constituida con un capital pagado de 1.000 bolivianos. El Club Bolívar valía eso. En la escritura pública de transferencia celebrada el 07 de octubre de 2010 ante el Notario de Fe Pública Carlos Huanca Ayaviri, consta que BAISA SA fue constituida el 29 de enero de 2008 mediante testimonio 386/2008 con un capital autorizado de Dos Mil 00/100 Bolivianos (Bs 2.000) y un capital pagado de Un Mil 00/100 Bolivianos (Bs. 1.000) dividido en Diez (10) acciones de Bs. 100, cada una. Estaba representada por los socios Marcelo Claure, con Bs.800, 8 acciones y 80%; el ciudadano norteamericano boliviano Donald Cahill con Bs.100, Una acción y 10% y el ciudadano argentino José Luis Rodríguez, con Bs.100, Una acción y 10% de participación accionaria. Si bien no existe impedimento para que ciudadanos extranjeros conformen sociedad en Bolivia, llama la atención que Cahill y Rodríguez formen parte de la Sociedad relegando al Club Bolívar a cero cuotas. En esa misma fecha BAISA se transformó en una Sociedad de Responsabilidad Limitada (SRL) con un capital de Un mil Bolivianos, pero el 29 de octubre de 2011 mediante testimonio 1149/2011BAISA SRL incrementó su capital de Bs. 1.000 a Bs. 39.730.000 bajo la siguiente composición societaria: Raúl Marcelo Claure Bedoya con el 99.99% de cuotas de capital. Donald Martín Cahill Mangudo con el 0.005 de cuotas de capital y José Luis Rodríguez Ariza con el restante 0.005. Marcelo Claure es el nuevo exclusivo propietario del Bolívar. ¿De dónde sale “el dinero” para ese incremento de capital? El acta de la Asamblea Extraordinaria de Socios de BAISA SRL de 29 de octubre de 2011 señaló: “Como emergencia de las cesiones de crédito autorizadas y efectuadas a favor de BAISA SRL por el señor Marcelo Claure, aprobadas por Asamblea de Socios de fechas 23 de enero de 2011 (Dólares americanos 4.323.904.52) y 29 de octubre de 2011 (Dólares americanos 896.095.48) junto a los préstamos otorgados a BAISA SRL para la construcción por el señor Marcelo Claure Bedoya por el monto de US $480.000, se puso en consideración de la Asamblea la obligación de efectuar el pago total de US $5.7000.000 al socio Marcelo Claure Bedoya. Claure propuso que dichas deudas sean capitalizadas en su favor como aporte de capital, moción que fue aprobada por los socios. En consecuencia la asamblea aprobó por unanimidad efectuar la capitalización de la suma de US $5.700.000, equivalente a Bs. 39.729.000 como aporte del socio Marcelo Claure Bedoya…”. A buen entendedor pocas palabras, dice el refrán.

Más del controvertido contrato

“BAISA devolverá un patrimonio idéntico al de la firma del contrato de administración y gerenciamiento, más una tasa libor anual después del 5 años de administración”. De acuerdo a ejecutivos del sistema financiero boliviano la tasa libor es la más baja que se paga en el mercado a un interés anual 1.5%. Tampoco es comprensible que el Club Bolívar otorgue a la sociedad un periodo de gracia de 5 años. Ambos episodios son vistos, en ese clima, una Sociedad que asume funciones monopólicas sobre el patrimonio del Club Bolívar. Un dirigente de la liga profesional del fútbol se anima a la comparación: “Es un contrato entre David y Goliat”. No usa la palabra pelea, pero aporta datos: “Se dice que Bolívar es una institución quebrada, que debe más de lo que tiene. Si eso fuera cierto BAISA SRL no hubiera entrado en el negocio”. Además cuestiona el papel salvador que asume Claure: “cualquier institución del sistema financiero exigiría garantías para otorgar créditos comerciales” ¿Por qué los dirigentes bolivaristas no las exigieron?

Las palabras del dueño del Bolívar

“Esto no es un negocio para Marcelo Claure porque al asumir algo como una deuda que no es pagable y al asumir una empresa que pierde un millón de dólares al año no es ningún negocio, ahora yo me he metido a esto hace ocho meses, porque creo que tengo una pasión por el Bolívar, me gusta el fútbol, vamos a anunciar muy pronto la compra del equipo de la Liga Americana, la Liga Omelet en los Estados Unidos, entonces esto es parte de todo el proyecto más grande, involucra posiblemente la transformación del fútbol boliviano hacía la venta de jugadores al mercado internacional es la única salida que veo, porque no tengo ninguna varita mágica que dice entra Marcelo Claure mañana y el Club deja de perder dinero, entonces creo que la pasión por el fútbol es irracional, creo que el fútbol los hace estar acá un viernes por la tarde en vez de hacer otras cosas. Es la pasión por un equipo y al final creo que los empresarios trabajamos a nivel de retos es devolverle al Bolívar un Club saneado, un Club que no esté al borde de la quiebra…”.

Este es el plan que no fue revelado. Se lo mantuvo cerrado bajo siete llaves, pero que como en la novela del Señor de los Anillos descubre que hay quienes también quieren tener el poder de acceso. Un plan de acompañamiento cordial en los primeros años que nadie sabe cómo terminará en los siguientes.

Todos los personajes sospechosos de haber entregado “la llave en mano del patrimonio del Club Bolívar” aparecerán cada vez menos para evitar dar explicaciones ¿Será que los tiempos han cambiado? No parece correcto pensar de esa manera.

En Bolivia infelizmente y en el caso de Bolívar en particular, siempre habrá teloneros que se presten a este tipo de escenas. La única que importa como dirían los nuevos amos del Bolívar es la “pasión de multitudes”, con nuevas revelaciones.

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