Dos vacas, 15 ovejas y dos hectáreas es la herencia y el lazo de Gonzalo Colque con el municipio Jesús de Machaca, en el norte de La Paz. Es principio de los 90. Está por salir de colegio, lo cual significa que debe tomar una decisión que definirá su futuro: ser agricultor o migrar a la ciudad por una nueva vida. Se decide por lo segundo.
En la actualidad, cuando visita su casa semiabandonada y sin cultivos, ve cómo alrededor otros hogares también están deshabitados. De a poco, el suyo se convierte en un pueblo fantasma. Como Gonzalo, otros migraron y dejaron atrás la agricultura.
¿Por qué se ha dado este fenómeno? La investigación Marginalización de la agricultura campesina e indígena (2015), de la Fundación Tierra, advierte que las políticas liberales del Estado y el modelo agrario imperante explican en gran medida este problema y que también ambos factores podrían causar la desaparición de los pequeños productores.
“Este proceso (de desaparición o descampesinación) parece haberse acentuado desde finales de los 90. Este es el principio y la consecuencia de políticas de liberalización que empezaron en este periodo o con el ocaso de la Reforma Agraria de 1953”, indica Colque, director de la Fundación Tierra.
El especialista indica que es entonces cuando nace el modelo agrario, que ahora beneficia más a los grandes productores que a los campesinos.
De acuerdo a las conclusiones del libro, la desaparición del campesinado como forma de producción depende de que el modelo económico establecido -libre comercio, dólar barato, entre otros factores- siga vigente y de que se generen industrias más grandes, las cuales absorban el trabajo de los pequeños productores.
Las políticas
Miguel Urioste, investigador de la Fundación Tierra, explica que políticas para la estabilización monetaria, el control de precios o la libre importación afectan a los productores familiares.
“Desalientan a los pequeños productores familiares, que no pueden competir contra los productos de países vecinos”, manifiesta el especialista. Para mejorar la situación de los pequeños productores, Urioste indica que el Gobierno debe replantear sus políticas e invertir en este sector.
“Es necesario modificar las políticas de fomento a la agricultura familiar. Ser mucho más radicales en la expansión de sistemas de riego, las compras estatales, el control del contrabando y fijar precios que permitan ganancias a los productores”, asegura Urioste.
El libro referido indica que el Gobierno está buscando redefinir las políticas agrarias y las condiciones del mercado internacional de alimentos. Recalca que el aporte de la agricultura al PIB creció los últimos años. No obstante, subraya que se necesita observar las políticas de equidad, ya que “también se ensancha la brecha entre pequeños y grandes productores”.
No obstante, el investigador social Mamerto Pérez duda que la solución a esta problemática se reduzca a la inversión del Estado y a la mejora de sus políticas. Asegura que la causa es el mismo modelo económico que se maneja en Latinoamérica.
“La actual situación del indígena campesino de nuestro país tiene que ver más con elementos que escapan a las políticas locales y son causas estructurales más externas, en particular el neoliberalismo y uno de sus pilares, el libre comercio de mercancías”, sostiene.
Dinámica actual
La economía, el consumo y el trabajo campesino fueron cambiando a lo largo de los años. Urioste manifiesta que el cómo funciona el mercado se introduce con fuerza en el mundo rural, provocando cambios en su consumo familiar.
“Las habilidades de los campesinos se vieron afectadas para poder alcanzar niveles de seguridad alimentaria”, sostiene.
“El campesino ahora es más consumidor de productos procesados e industrializados que vienen del sector comercial, en el que el productor agrícola no participa en las mismas condiciones”, expresa Colque.
El especialista observa que el agricultor se convirtió en un “consumidor más” y que debe “ganarse la vida de otra manera”. El sector, según Pérez, es “una reserva de diversidad productiva en el país y de diversidad alimentaria”.
El profesional observa que esto se está perdiendo de forma acelerada. La conservación de la variedad de alimentos que se tienen en Bolivia corre riesgo, ya que depende de la existencia de los agricultores, los pequeños productores.
Campesinos y la diversificación
De acuerdo a los especialistas, sólo aquellos campesinos que se especializan en un tipo de producción pueden generar suficientes ingresos para subsistir con esa actividad.
El resto acude a la diversificación de su trabajo a otras áreas.
“La agricultura en el campo es cada vez más a medio tiempo, cada vez más centrada en actividades urbanas”, explica Urioste.
El experto indica que los campesinos dividen su tiempo entre actividades agrícolas y comerciales. Por lo cual se dedican al transporte, el cooperativismo, trabajar en el exterior, entre otros, para mantenerse.
“Hoy, el sector campesino se dedica no sólo a la agricultura, practica el empleo remunerado agrícola extrafamiliar, ya sea como asalariado temporario o por cuenta propia”, agregó el especialista Pérez.
También preguntó ¿es sólo cuestión de inversión o es algo más estructural? a lo que dijo que “no sólo es cuestión de inversión y por eso el Gobierno no tiene los resultado que espera.