Investigación: El escaso interés público por la industria farmacéutica

0
315

La crisis declarada en el mundo por la Covid-19 ha instalado en el mundo la necesidad de aplicar profundas reformas para potenciar el compromiso con la salud. Por qué en Bolivia la importación de medicamentos le resta méritos a la producción nacional y posterga la reactivación.

 

En plena pandemia del nuevo coronavirus, la Agencia Estatal de Medicamentos y Tecnologías en Salud (AGEMED) del Ministerio de Salud, decidió imprimir una lista de 500 medicamentos esenciales para evitar que las farmacias les suban el precio. En medio de la confusión, nadie dispuesto a comprar un producto para salvar la vida a un familiar, se paraba a pedir explicaciones. La medida resultó tan infructuosa como muchas que se atienden de igual forma en la agencia estatal de medicamentos. Y mientras el coronavirus se alastraba por el país contabilizando cientos de muertos, dat0s trató de encontrar explicación al colapso del sistema de salud tan frágil como un cascarón que se triza en mil pedazos. En los días posteriores, la Asociación de Representantes, Importadores y Distribuidores de Fármacos de Bolivia (ASOFAR) no respondió un cuestionario con preguntas puntuales sobre la composición del mercado de importación y comercialización de insumos y equipos médicos y en qué condiciones desarrolla sus actividades. Desde entonces hasta el cierre de la presente edición, se han contabilizado más de 8 800 muertos por la pandemia en Bolivia.

Si bien estas cifras exigían respuestas inmediatas, la mayoría de los países en el mundo no estaban preparados para atenuar la alarma provocada por la enfermedad cuyo origen esencialmente tiene que ver con la mutación de los hábitos de consumo humano de mamíferos que se venden en los mercados de alimentos de China. La población mundial se encerró en cuarentenas interminables y la parálisis de millones de trabajadores provocó una de las peores crisis sanitarias que la humanidad recuerde después de la Segunda Guerra Mundial. El cuadro era desgarrador. Imágenes de cremaciones colectivas se intensificaron para evitar más contagios. La humanidad estaba viviendo la peor emergencia sanitaria de los últimos 50 años.

En Bolivia, el Gobierno transitorio que había asumido la administración en medio de denuncias de fraude en las elecciones celebradas el mes de octubre de 2019, tras una revuelta popular que hizo tener una guerra civil, sin capacidad de respuesta; atinó a lanzar mano de protocolos sugeridos por la OMS y conformó un Comité Científico que recomendó equipar hospitales públicos en condiciones básicas y extremar acciones para frenar el pico de transmisión de la pandemia. De hecho, decretó una cuarentena que entre rígidas y flexibles dura desde el pasado marzo sin mayores alteraciones para evitar concentraciones públicas y la expansión del virus.

En tales circunstancias, dat0s inició consultas para conocer a ciencia cierta la capacidad de respuesta de los actores comprometidos con la salud pública y las condiciones de producción de medicamentos de los laboratorios nacionales. Elaboró un organigrama interno y salió a hablar con autoridades en salud y con los grupos que componen el entramado de la medicina en Bolivia. Hablando con unos y otros, en medio de tediosas esperas, llegamos a la conclusión de que el Estado sobrepone la importación de productos farmacéuticos a la producción nacional, que de acuerdo a todas las fuentes consultadas tiene una capacidad instalada superior a la que muchos creen. Muchas empresas nacionales que fabrican medicinas operan con tecnología de punta, con capacidad de producción en tiempo real. Otra de las conclusiones es que el potencial de la industria farmacéutica no está debidamente aprovechado por el Estado para generar condiciones de crecimiento y reactivación económica que beneficie a la población.

Las cajas de salud son entes burocráticos y demasiado pesados para entender que la salud no es un negocio y si lo fuera, debería impulsarse primero en condiciones de apertura para la industria nacional.

Las licitaciones acaban por lo general planteando un problema sin solución; por ahora, empresas extranjeras se llevan la torta más grande para abastecer de medicamentos al mercado interno, alrededor de un 70%. Además, existen otros inconvenientes que dificultan la interconexión que debe haber para planificar la salud. Si para abastecer de medicamentos los afiliados a algún seguro deben pasar horas en largas y molestosas colas a la espera de un medicamento genérico, imagínese el lector lo que ocurre cuando se trata de dotar al enfermo de medicamentos de marca que por lo general provienen de laboratorios extranjeros, chinos, hindús y de otros países. El clima reinante no es el mejor.

Por qué las estadísticas difieren

Pero no es solo este el problema. Hay casos que ilustran la confusión sobre las cifras que maneja el sector; por ejemplo, con el número de laboratorios que existen en Bolivia. Según el Perfil Farmacéutico del Estado Plurinacional de Bolivia elaborado por el Ministerio de Salud en el año 2019, existían 26 laboratorios. Según el documento “Estadísticas Estructurales de la Industria Manufacturera” del INE, existen 22 laboratorios. Por su parte, la Cámara Boliviana de la Industria Farmacéutica (CIFABOL) indica que tiene registrados 19 laboratorios. Y, hasta enero del 2020, AGEMED, informó que existen 36 industrias farmacéuticas y de medicamentos y 606 importadoras. Un dato para tomar en cuenta es que solo 82 productos farmacéuticos están regulados por la agencia estatal del medicamento. De todos estos laboratorios (dependiendo la fuente de información), solo cuatro poseen el Certificado de Buenas Prácticas de Manufactura.

De acuerdo a cifras oficiales facilitadas por la misma agencia estatal, Bolivia importa alrededor del 60% de medicamentos para atender la salud pública. Indica que cuenta con un total de 6 981 registros sanitarios importados y que la cantidad de provisión de medicamentos extranjeros para surtir el mercado asciende a 4 944 productos. Estos datos explican por qué se ha dejado a la deriva el estímulo a la producción nacional. La AGEMED señala que del 100% de las empresas en sus registros, apenas 14.2% son laboratorios nacionales y el 85,8% empresas importadoras de medicamentos. Vale decir, que el mercado de los productos farmacéuticos en Bolivia se encuentra saturado por las importaciones.

“En base a la Lista Nacional de Medicamentos Esenciales (LINAME), la industria nacional atiende la demanda de 39.7% de medicamentos esenciales. El saldo, 60,3% está cubierto por medicamentos importados del extranjero”, de acuerdo a datos facilitados por la agencia estatal de medicamentos. Según sus registros en línea, el número de empresas importadoras se ha incrementado claramente y, por consiguiente, el volumen de sus operaciones.

El Instituto Boliviano de Comercio Exterior (IBCE) da cuenta que la “evolución de las importaciones de medicamentos durante los últimos años subió de US$ 177 millones en 2014 a US$ 189,3 millones el año 2015. Un año después, subió a US$ 190,4 millones y en 2017 alcanzó el nivel más alto, llegando a los US$ 199,6 millones”.

ASOFAR que ha cumplido recién 58 años de vida institucional y aglutina a más de 70 asociados parecería no tener el panorama claro a la hora de responder consultas puntuales, planteadas por este corresponsal. Su presidenta, Cecilia Ortuño, no dice por ejemplo en qué porcentaje aumentó la importación y comercialización de los medicamentos, insumos y equipos médicos durante la pandemia. No precisa tampoco en qué áreas el sector logró metas orientadas a regular su comercialización en el mercado interno. Sí, se hace fuerte cuando se refiere al contrabando y la falsificación. Una actividad enraizada en Bolivia no solo en el sector de la salud, sino en muchos otros restando competitividad a la industria nacional.

Eso sí, la memoria institucional de ASOFAR habla de la necesidad de contar con una nueva Comisión Farmacológica Nacional netamente operativa y coherente en los avances del rubro, una entidad estatal regulatoria ágil que permita atender eficientemente los 2.5 millones de trámites que realizan las empresas que conforman el mercado farmacéutico que, al correr los años, sostiene un crecimiento exponencial. Consultamos bajó qué condiciones debería crearse esa Comisión; sí existe una política nacional que permita promover las reformas y sí considera que la AGEMED cumple su función al otorgar certificados permisos y licencias para la importación a diestra y siniestra. Estas consultas no fueron absueltas por la Asociación.

El presidente de la Cámara Nacional de Industria (CNI) Ibo Blazicevic, dijo al respecto que la importación está frenando el desarrollo de la industria nacional.

Una industria con potencia

Otro de los entes institucionales consultados, la Cámara Boliviana de Industria Farmacéutica (CIFABOL), señaló a dat0s que si existirían condiciones mínimas para fomentar la producción nacional podría satisfacer la provisión de medicamentos que demanda el Estado hasta en un 75% del mercado interno. “Tenemos capacidad para abastecer hasta un 70% y 75% los productos de la LINAME, considerando que hay un 25% de medicamentos que son vacunas, hormonas, entre otros que requieren una mayor tecnología para su producción”.

La misma CIFABOL observa que para ampliar el uso de la capacidad productiva de la industria se necesita una efectiva colaboración del Gobierno, acciones que tendrían que sintetizarse en una participación equitativa de la industria frente a los importadores con medidas de fortalecimiento y promoción a la industria nacional; además de promover el consumo de medicamentos bolivianos y, por último, implementando el Estado medidas arancelarias que permitan condiciones de reciprocidad con los países exportadores.

Dat0s consultó si la industria farmacéutica tiene la capacidad de generar una cadena de valor que permita su crecimiento tecnológico. “La cadena de valor de la industria farmacéutica tiene varios componentes por su estrecha relación con la investigación y el desarrollo y el proceso productivo; las fases posteriores de almacenamiento, distribución y abastecimiento. Planteamos optimizar cada uno de los eslabones de la cadena ya que la industria farmacéutica invirtió importantes recursos económicos, no solo en infraestructura y equipos de alta tecnología, sino adicionalmente en la formación de recursos humanos”.

“Creemos que estamos avanzando en estos temas y aunque aún falta alcanzar niveles óptimos, el avance tecnológico del sector de la industria es bastante dinámico”. Y para que no queden dudas sobre estas metas en CIFABOL aseguran que la industria farmacéutica nacional está a la altura de otras en la región.

Mercados regionales

Las reformas que plantean las cámaras y asociaciones ligadas al sector, deberán estar enmarcadas en los procesos de armonización del régimen legal y la aplicación de reglas tanto dentro como fuera del país. Solo para tomar en cuenta: en Latinoamérica, sobre la base de políticas promovidas por la Comunidad Andina de Naciones (CAN) y el Mercado Común del Sur (MERCOSUR), se plantean objetivos comunes que apuntan “lograr disponibilidad y acceso con equidad a medicamentos para las poblaciones más desprotegidas en el continente”.

Y para alcanzar estos objetivos no es que se tenga que empezar de cero. De hecho, se pudo establecer que la decana Política Nacional del Medicamento plantea, de antemano, dos grandes pilares para construir una estrategia nacional de la industria farmacéutica. El Sistema Nacional de Vigilancia y Control de Medicamentos y el Sistema Nacional Único de Suministro, sistemas que de manera conjunta garantizarían el acceso equitativo y oportuno a medicamentos seguros, eficaces y de calidad reconocida en el Sistema Nacional de Salud.

¿Qué debe resolver la industria para repuntar?

Si a pesar de contar con una industria eficiente y de renombre internacional el Estado privilegia la importación de fármacos, la pregunta es ¿cómo se explica está realidad? En la lista de medicamentos autorizados por el Ministerio de Salud, sistema que está administrado por AGEMED y la Lista Nacional de Medicamentos Esenciales (LINAME), solo 400 ítems (medicamentos) corresponden a la producción nacional, mientras que 1 000 tienen que ver con medicinas importadas, es decir, provenientes de laboratorios extranjeros, chinos, argentinos, chilenos, hindús, colombianos o paraguayos.

De esta manera se echa al canasto el Artículo 41 de la Constitución Política del Estado (CPE) que en el capítulo referido al Derecho a la Salud, reza que “el Estado garantizará el acceso de la población a los medicamentos, priorizará los medicamentos genéricos a través del fomento de su producción interna y, en su caso, determinará su importación, pero además el derecho a acceder a los medicamentos, no podrá ser restringido por los derechos de propiedad intelectual y comercialización, y contemplará estándares de calidad y (medicamentos de) primera generación”.

Autoridades de entidades públicas dedicadas al sistema en salud con los que conversó dat0s, revelaron que más de la mitad de las marcas de ampicilinas, corresponden a laboratorios extranjeros y, en un porcentaje mínimo a la industria nacional. “Reglamentos que están por debajo de la ley ordenan recetar ampicilinas y lamentablemente esto es aceptado por el Ministerio de Salud”, dijeron. La AGEMED tiene que ver mucho con esta situación. La entidad, extremadamente burocrática y hasta carente de efectividad profesional, acepta la importación de medicamentos de marca, en cantidades superiores a los medicamentos genéricos. “Viene una importadora, registra 15 productos y los acepta, pero no sucede lo mismo con los medicamentos que tienen procedencia nacional, restringen su comercialización. Ahí está el problema, necesitamos hacer varias reformas”, plantearon las fuentes consultadas en el sistema de salud público.

El Administrador Regional de la Caja Nacional de Salud (CNS), Carlos Urquidi, respaldo esa información. “El sistema de seguridad social más grande que tiene el Estado compra medicamentos en función al listado certificado por la LINAME”. Afirma que es necesario realizar una revisión exhaustiva a la lista anual de medicamentos, y por supuesto, al régimen legal vigente con el propósito de darle cabida a la compra de medicamentos fabricados por laboratorios nacionales. “Tiene que existir una política gubernamental más fluida sobre la Política Nacional del Medicamento que permita acceder a mejores precios y más volúmenes”.

Reformas a la Ley del Medicamento e incentivos tributarios

La industria farmacéutica ya planteó hace más de un lustro algunos desafíos estructurales para el desarrollo del sector. Por ejemplo, la necesidad de fortalecer a la autoridad del medicamento, realizando gestiones para dotarla de los recursos necesarios y autonomía de gestión; fomentar medidas de promoción y estímulo al desarrollo de la industria (equidad y mayor control de las importaciones, mecanismos para arancelarios, propiedad intelectual); y mayor control a los medicamentos falsificados y de contrabando que se interna al país.

¿Qué avance sustancial tuvieron y cómo respondieron las autoridades nacionales a las propuestas?

“Tristemente, ninguno”, se lamenta un industrial de la farmacia. “Es muy difícil lidiar con estos problemas más si no existe institucionalización en las entidades que manejan el sector, y mucho más, la competencia profesional que deben mostrar las autoridades que hasta ahora es muy baja, porque existe mucha rotación de funcionarios en el Ministerio de Salud, y las entidades descentralizadas como AGEMED y LINAME”.

“Como si fuera poco, la corrupción institucional y la inexistencia de controles fronterizos, agudizan el problema estructural que existe en el sector”, acotó. La industria nacional asegura que podría tener índices de crecimiento más elevados y menciona los siguientes puntos como limitantes a su crecimiento:

  • Apertura indiscriminada del mercado nacional a productos extranjeros.
  • Contrabando de medicamentos y surgimiento de la falsificación.
  • Falta de control a la comercialización de medicamentos ilícitos, falsificados y de contrabando.
  • Escases de recursos para investigación y desarrollo. Necesidad de actualización de la legislación que a menudo no es cumplida.
  • Escaso incentivo al consumo de productos nacionales.
  • Mercado de consumo relativamente pequeño con creciente preferencia de medicamentos alternativos o de uso tradicional.

Las cifras del sector

AGEMED reveló que la industria farmacéutica nacional movió hasta febrero de 2020 aproximadamente US$ 496.2 millones. Los registros oficiales a los que tuvo acceso este medio detallan lo siguiente: los seguros privados manejan en promedio US$ 250 millones, la seguridad a corto plazo US$ 45 millones, los Gobiernos Municipales US$ 35 millones y finalmente, los Gobiernos Departamentales erogan un promedio de US$ 16.2, millones. Lo que llama la atención, sin embargo, también es el dinero que moviliza el contrabando ilegal de medicamentos en Bolivia.

Según la AGEMED, la actividad del contrabando movilizó en el último año alrededor de US$ 150 millones.

Para entender mejor cómo funciona el sector en cuanto a la demanda de medicamentos, empresarios ligados al rubro explicaron una distinción entre la demanda que tiene el sector público y el privado de seguridad social. En ese sentido el Estado, a través del Ministerio de Salud y AGEMED, articulan el sistema público de salud. De esta manera, las compras públicas de medicamentos se llevan a cabo mediante procesos de licitación que deben publicarse en el Sistema de Contrataciones Estatales. En los procesos de adjudicación, aunque el Estado asegura que protege la industria nacional, la competitividad en precios de la producción asiática en particular, la ubican en una posición de ventaja, lo que implica que el consumo de fármacos en el país tiene origen chino y/o hindú. Miembros del directorio de la CNS precisaron que el sistema es obsoleto, burocrático y sugirieron que se deben realizar profundas reformas en la adquisición de medicamentos.

Durante la pandemia del coronavirus se dispuso de al menos 80 millones de bolivianos para la compra de medicamentos. Anualmente, la Caja dispone de un presupuesto de Bs 144 millones, pero a raíz de la crisis sanitaria, los techos presupuestarios subieron extraordinariamente. “Los lotes mayores de compra fueron hechos a las más grandes empresas importadoras”, reveló el doctor Urquidi.

Como se puede ver la industria farmacéutica nacional creció en los últimos años y es tan competitiva como la extranjera. Sin embargo, requiere incentivos y políticas de Estado claras para su desarrollo. El reconocimiento de que a pesar de los avances científicos y tecnológicos por los que atraviesa la humanidad, que se convertirán en el nuevo orden de desarrollo y crecimiento tras la pandemia del nuevo coronavirus, obliga a repensar este cuadro a veces clínico e increíblemente adverso para proteger la industria local.

Lo decía el padre de la medicina Hipócrates hace más de 2 000 años. “Recopilar de manera organizada los síntomas para predecir el curso de la enfermedad”. Parecería una ironía que en pleno siglo XXI no hayamos encontrado la fórmula para recopilar la atención que la salud requiere.