La muerte de Richard Sandoval, la farsa de la salud tiene nombres
Fragantes contracciones del sistema integrado de salud público que toca en su nivel de mayor riesgo con la emergencia sanitaria por la pandemia del coronavirus al sistema privado, han despertado serias dudas por su efectividad, pero sobre todo por su credibilidad y más aún la sinceridad de sus encargados al tratarse de la salud de la población independientemente si esta goza de privilegios económicos o no. El deceso de Richard Sandoval, gerente de la compañía AXS, el pasado domingo 29, ha abierto una lamentable guerra de comunicados que van y vienen para desligarse del caso cuando en realidad de lo que se trata es de que todos, en sus niveles respectivos, deberían asumir su responsabilidad por el deceso.
Es inadmisible, por ejemplo, que se constante que las clínicas privadas se hubieran negado a atender al paciente en sus unidades de terapia intensiva (UDI). Por qué se negaron a hacerlo. Un profesional médico que prefiere mantener su nombre en reserva dice que el virus es una “mala leche”. Una especie de peste. “Imagínese si se atendía a un paciente con síntomas de la enfermedad – el mismo sigue – corría el riesgo de perder clientes.” Ese razonamiento probable en plena crisis sanitaria, no da más que pensar que para las clínicas privadas la salud es un negocio y se mide en la relación costo beneficio. La familia Sandoval explicó que varias clínicas privadas se negaron a atender al paciente, información que fue corroborada por los internistas del sistema público, horas después cuando veían que el caso se les escapaba de sus manos.
Hace poco menos de un mes cuando la presidenta Janine Añez anunció un incremento del 10% del PGN para la salud, el alcalde de La Paz, Luis Revilla aplacó la sed de críticas que llovieron contra las exautoridades de que no se había hecho nada en los últimos años para atender un servicio vital para la población, visitando junto a Añez justamente el Hospital Municipal La Portada de La Paz donde fue trasladado Richard Sandoval por estar capacitado y equipado para atender a enfermos con coronavirus. Debe ser una situación extrema que pone en afanes de explicación al constatar que el referido hospital no tiene ni siquiera un Tomógrafo y menos intensivistas o respiradores para salvar vidas humanas.
La profusa guerra de comunicados entre el Sedes y la Clínica del Sur de quien evade responsabilidad es inaceptable. Jugar con el dolor de las familias que viven este drama es un acto de cobardía que merece una investigación verdaderamente imparcial y sanciones ejemplares. Muchas veces los familiares se resignan ante el dolor, prefieren hacerse a un lado y en el camino de la investigación los papeles se tuercen.
La muerte de Richard Sandoval configura un cuadro crítico. Las mentiras, las medias verdades cuando se trata de vidas humanas equivalen dimensiones desconocidas ante las que no se puede jugar ni mentir porque desnuda la farsa humana.