Los glaciares de Bolivia se pueden derretir como el nevado Chacaltaya

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Foto: JOSH HANER/ THE NEW YORK TIMES

En 2016 se registró un récord histórico de emisión de dióxido de carbono (CO2) a escala global. En el país la sequía del lago Poopó y el deshielo de cerros son secuelas del fenómeno. Analistas evalúan su impacto

El cambio climático es una realidad que afecta los ecosistemas de Bolivia y a escala global. El deshielo del glacial Chacaltaya en 2007 y el proceso de desertificación del lago Poopó, que se evidenció en 2015, son ejemplos de sus efectos. Para los analistas son varios los factores que inciden en el calentamiento global, sin embargo, algunos advierten que se requieren más estudios para asegurar que es permanente.

El informe 2016 sobre el impacto de los gases de efecto invernadero de la Organización Mundial de la Meteorología (OMM) desveló que la concentración atmosférica de dióxido de carbono (CO2), un gas que incide en la subida de temperaturas, alcanzó 403,3 partes por millón (ppm), por encima de los 400 registrados en 2015, lo que representa una temperatura que no se había registrado en el planeta desde hace 800.000 años, en el periodo plioceno medio.

Según un estudio de 2014, del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), Bolivia es “vulnerable” al cambio climático por su variabildad de ecosistemas, la falta de información científica, un proceso acelerado de deforestación y actividades extractivas (minería, entre otras). Según sus proyecciones, la temperatura media de Bolivia puede aumentar hasta  2°C en 2030.

Calentamiento en occidente
La investigadora de la UCB, Cecilia Requena, explicó que el glaciar Chacaltaya desapareció por efecto del cambio climático, agravado por la deforestación en la Amazonia, que redujo los niveles de precipitación y la contaminación atmosférica (combustibles).

“Hay que entender la lógica sistémica de la naturaleza. El agua que alimenta a los glaciares proviene de la Amazonia. Si destruimos el bosque, generamos más CO2 y menos lluvias”, puntualizó.

Señaló que los glaciares tropicales de occidente, que se denominan así por su baja altura, como los del Tuni Condoriri, tienden a sufrir también del deshielo por estos aspectos, ya que a menor altura mayor disposición a sufrir del calor, mientras que el Huayna Potosí y el Illimani, que son más alevados, mantendrán sus nevados pero en partes próximas a la cima.

Respecto al lago Poopó, indicó que el mismo sufre de un proceso de desertificación cuyo origen se encuentra en las eras geológicas, pero que se agravó por efecto del cambio climático.

“Se evidenció en los años 80 y se volvió a ver el 2015, es un proceso inevitable pero que se agudizó por el aumento del dióxido de carbono y el fenómeno de El Niño, entre otros”, dijo.     

Aumento de temperatura

El biólogo especialista en ecología y conflictos ecosociales, Huáscar Bustillos, consideró que los andes bolivianos es uno de los ecosistemas más vulnerables al cambio climático. “Desde la década del 50, el promedio de la temperatura en los andes aumentó en 0,15º C  por  década,  fenómeno  que  está  causando  daños  irreversibles  en  la  región”, aseguró.

Bustillos manifestó que según datos del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio (IPCC) la  retracción acelerada de los glaciares tropicales es una cuestión “crítica” en Bolivia, donde la disponibilidad de agua ya está en riesgo y al parecer  existe una “muy alta probabilidad” de que los glaciares andinos desaparezcan en las próximas décadas.

“En términos ecosistémicos,  la  desaparición de los glaciares  producirá una reducción en las  cuencas  hidrológicas y la pérdida de extraordinarias  reservas  de  agua  dulce  que  alterará  irreparablemente  el  balance  hídrico  de  las  cuencas asociadas, lo que, a su vez, afectará  directamente a la cantidad de agua disponible para consumo humano, agricultura y energía”, sostuvo.

La influencia del Ártico

El coordinador de la unidad de  vinculación con el medioambiente de la Universidad de Magallanes, Alfredo Soto Ortega, expuso en la UPSA el rol del continente antártico como regulador del clima del planeta, capaz de influir en ecosistemas tan lejanos como Asia u Oceanía, a la vez señaló que se hace necesario encarar el estudio del cambio climático de manera integral.

El académico aclaró que existen diferencias entre el cambio climático que se produce por efecto natural y por la mano del hombre, por lo cual señaló que para realizar un análisis se deben hacer estudios previos. 

“No toda subida de temperatura es producto de la mano del hombre; se tiene que entender también que la naturaleza tiene sus mecanismos y se regula a sí misma. En la exposición en la UPSA se llegó a un acuerdo de cooperación mutua”, agregó.