Movilización Poselectoral: Generaciones Y y Z. Violencia, fake news y redes sociales

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Foto: Revista dat0s 227

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Los últimos 10 años Bolivia ha vivido un periodo de estabilidad económica por el boom del precio de las materias primas con crecimiento envidiado incluso por países más industrializados en la región. El país ha sido considerado un ejemplo por el manejo de su economía. En eso, aparentemente, los jóvenes desmotivados, despolitizados, sin enemigos que combatir al frente, pasaron al adormecimiento de las redes sociales. Sin embargo, han despertado por el concepto abstracto de democracia. ¿Por qué los políticos no tienen la capacidad de garantizar a la juventud un espacio de seguridad para su futuro?

Los grupos de adolescentes, jóvenes, hombres y mujeres se repliegan para iniciar mañana el mismo ejercicio: el bloqueo, la marcha y su presencia descontada en los cabildos. No paran de gritar, llevan cintillos y banderas bolivianas en la espalda. Exigen libertad de expresión, igualdad de derechos, justicia; no creen en la reelección indefinida, se exasperan contra los autoritarismos, son vibrantes. Todos estos atributos son diferentes a los sueños de sus padres, debido en parte, al avance inevitable de la tecnología. Las redes sociales operan un cambio en su elección de inmediatez con la comunidad y las comunicaciones. “Soldados”, “Guerreros de la paz”, son algunos apelativos que los identifica. ¿Habíamos estado equivocados sobre sus percepciones? Muchos estudiosos de la realidad social los califican de “simuladores”.

“Los ´ancianos´ -mayores de 60- no han comprendido el mensaje”, dice un millennial que participa y organiza los bloqueos en la zona sur de La Paz. Lleva un casco y junto a otros afina posición en uno de los puntos de bloqueo. Levantan maderas, piedras y palos. ¿Por qué? Le consultamos. “Por el respeto de nuestros derechos, de nuestra voz es a su vez un símbolo de resistencia por nuestra bandera y patria, hasta que se haga justicia en nuestro país”.

María Esther Flores es una profesional recién graduada de Filosofía en Madrid. Estudia el fenómeno de la juventud. “Aunque vivamos en la cultura millennial, las viejas estructuras de poder siguen reinando sentadas sobre las arcas públicas y privadas”, asegura. Una opinión que define las muchas realidades conductivas al cambio de los jóvenes por lograr un mundo más amigable. Rebeca Montes, estudia Arte en la Universidad Mayor de San Andrés. Ella dice que “estamos casi obligados a corregir la actitud indiferente que asumen nuestros padres en torno por ejemplo al cambio climático”. Ella afirma convencida que les estamos dejando el mundo con problemas apremiantes. “A los mayores ya no les interesan las repuestas”. ¿Cuáles son sus métodos de lucha? No todos los jóvenes consultados en la presente crónica plantean la paz. “Vivimos violencia; se están cimentando bajo los escombros de una democracia conceptual sociedades y culturas violentas”, dice María Esther Flores.

Paciencia, inmediatez y “fake news”

“Calma”, “fe”, “esperanza”, “paz” son conceptos manejados por quienes lideran el movimiento en las calles tras las elecciones del pasado 20 de octubre.

El presidente del Comité Pro Santa Cruz, Luis Fernando Camacho (40) es quien más podría entender las aspiraciones del mundo joven. No dirige su lucha detrás de un escritorio. Es escurridizo, histriónico y aparentemente quiere una Bolivia con justicia e igualdad de oportunidades. Hay algo en él que no encaja. ¿Por qué? Rebeca dice que “un guerrero de este tiempo, primero, antes que nada, debe ser sincero, decir la verdad. No se la puede jugar a las mentiras”. A diario, en todas las ciudades de Bolivia se registran enfrentamientos. ¿Qué pasa? “Pasa que mientras los líderes políticos y estos nuevos lideratos cívicos no renuncien a sus apetitos personales, se unan y busquen salidas, nos están mintiendo” ¿Por qué los líderes políticos tradicionales no podían presentarse a las elecciones en una sola candidatura? ¿Quizá nos habrían ahorrado todo esto de haberlo hecho? “Porque calculan, primero ven sus intereses personales, los de sus grupos y al último están sus electores a los que les deben todo”. En Santa Cruz, los bloqueadores impiden el paso. Han formado vigilias las 24 horas del día. La gente debe portar pases de circulación otorgadas por el comité de ese departamento. “Por instrucciones de Camacho han tomado al asalto las instituciones públicas, algunos bancos, el comercio. El presidente Morales habla de un golpe de Estado de la derecha y convoca a sus seguidores a defenderlo”. “¿Dígame usted si todo esto no es violencia?”, pregunta Flores.

Grupos de venezolanos aparecen en las redes. “Resistan hermanos bolivianos, nosotros perdimos la oportunidad”. Una guerra perdida como en Venezuela no puede ser por definición pacífica. Venezuela tiene una inflación de 140%, es el país con los más altos índices de desocupación y bordea la delincuencia entre sus más jóvenes sin oportunidades.

“Es ahora o es nunca”, arengan los manifestantes jóvenes en las calles de La Paz. Un millennial opina: “No queremos otra Venezuela aquí”. ¿Las guerras modernas son virtuales? “A ver, yo no puedo creer todo: ´Tropas venezolanas han llegado al aeropuerto de Viru Viru para alentar una intervención armada´; por ejemplo, yo no creo esa información, pero inquieta. Es violenta”, dice Rebeca Montes. ¿Son las tan de moda ´fake news´? Los medios de comunicación son objeto de acoso en las calles acusados de estar vendidos al Gobierno. “Hay medios con contadas excepciones independientes”, opinan varios jóvenes en medio de los bloqueos cerrados en la 8 de Calacoto.

El periodista brasileño Clóvis Rossi asegura que “los medios de comunicación son conglomerados de grandes negocios, como los bancos o las corporaciones dedicadas a las telecomunicaciones. ¿Quién cuestiona sus ganancias legítimas? Es hipócrita transitar caminos tan angostos exigiendo cuentas”. Rossi dice que ni el periódico francés Le Monde cuya composición accionaria está representado a través de una Sociedad de Redactores que detenta el 40% del capital de la empresa “pueden influir en la política del periódico y mucho menos decidir sobre sus inversiones”. Jorge Fonteveccia director del grupo editorial argentino Perfil señala que “cuando la empresa llega a ser tan grande y tiene que defender múltiples intereses, muchos de ellos regulados por el Estado, lo habitual es que no se haga periodismo crítico. No solo ocurre aquí lo mismo sucede en Brasil con Globo y en México con Televisa. Los grandes conglomerados de medios son generalmente oficialistas y más aún en países con democracias menos centenarias”. Fonteveccia cita al fundador de Globo, Roberto Marinho (+) “que explicaba que Globo se había hecho grande no por lo que publicaba, sino por lo que dejaba de publicar”.

Colegiales y universitarios en las protestas

Juan Andrés es un joven que estudia en la Universidad Católica Boliviana. Cursa el primer año de la carrera de derecho. Tiene 20 años y se ha sumado a las marchas de protesta desde el primer día de su convocatoria. Dice que está “clarito que se ha manipulado el data de los resultados de la elección”. Él y un grupo de compañeros no defiende a una fuerza política en particular. Dice que participa en las protestas porque “quiero vivir en un país con libertades en la que se respete nuestros criterios”. Opina que está siendo “limitado el derecho a escoger a tus representantes”. ¿Democracia es solo voto?, preguntamos. El joven relentiliza la respuesta. Asegura que implica alternancia y poderes del Estado independientes. No plantea igualdad social, ni distribución justa de ingresos. Tampoco habla de bienestar de la población con acceso a redes de agua, alcantarillado, educación y salud. No menciona la problemática del Medio Ambiente.

¿Por qué estás aquí?

Consultamos a Ángela, estudiante de 6to de secundaria de un colegio de la zona sur de La Paz. Ella no tiene edad de votar. Ángela forma la generación Z, los nacidos a partir del 2000. Pertenece a la agitación de un nuevo mundo tecnificado. Ángela tiene un Huawei Pro y no deja de hacer registros con una mano y con la otra flamea una bandera boliviana. “Estoy aquí porque no puedo admitir que alguien quiera quedarse en el poder indefinidamente”. La cuestión es votar, elegir, cambiar.

Cesar vive en El Alto, tiene 21 años. Ha bajado al centro de La Paz para sumarse a las manifestaciones. Estudia en la UPEA. Votó el domingo por primera vez. ¿Qué opinas de lo que está pasando? “Opino que los jóvenes no estamos representados en estas movilizaciones solo por la defensa del voto o por la defensa de una u otra postura política; necesitamos cambios de verdad, queremos mejores condiciones de vida, democracia de verdad. Trabajo digno, salud y educación garantizada”. El estudiante universitario, lleva una mochila. ¿Qué llevas en tu mochila? “Nada”, contesta. “Mire”, se inquieta. “Este es el momento ideal, quién sabe cuándo volvamos a tener la oportunidad de decir lo que pensamos, pero vemos que se han dividido protagonismo los mismos de siempre y no les importa a ellos ascender a costa nuestra”.

Atrás de una marcha que gana las calles de La Paz preguntamos a María René el porqué de su presencia en las manifestaciones. Ella es estudiante de la UMSA. “Hemos vivido bien estos años, el país ha cambiado, hay una mayor inclusión; pero sigue faltando mucho para que la democracia nos incluya. Al final acaba siendo para unos cuantos”.

Son visiones de un país que desde el domingo 20 ha ingresado en un escenario que exige transformaciones profundas. “Nadie piensa en nosotros sino como carne de cañón”, concluye María René.

Grupos focales e investigación

dat0s decidió realizar un estudio sobre las razones que los motiva a los jóvenes en sus protestas. Se entrevistó a participantes de clases acomodadas, medias y populares.

Estudiantes colegiales, universitarios y recién egresados en su mayoría, que sin miedo muestran el motivo de su salida a las calles. Se consultó a tres grupos de jóvenes que se encuentran entre los 15 a 25 años de edad, en la ciudad de La Paz. Entre los grupos focales, se determinó que una mayoría de la clase acomodada defiende los valores democráticos y repudia la perpetuación en el poder. “Buscamos la democracia, queremos que se respete nuestro voto”. Civismo es lo que caracteriza a estos jóvenes. “El respeto de nuestros derechos, de nuestra voz es a su vez un símbolo de resistencia por nuestra bandera y patria, hasta que se haga justicia en nuestro país”, sostiene uno de ellos. Dentro de las respuestas más frecuentes está la de la defensa del voto popular y de la democracia, como principios y valores con los que se habrían formado probablemente en el hogar y en su educación académica. “Nuestros votos buscan un mandatario justo que nos gobierne”, puntualiza otra participante.

La economía es otro de los tópicos de alarma en este sector acomodado. “Si no luchamos ahora, vamos a estar en la peor economía.”. Asimismo, la necesidad de que líderes jóvenes y nuevos trabajen por el país está inserta en este grupo. “Hay que dar oportunidad a nuevas personas”. La inconstitucionalidad es otro factor que molesta a esta juventud de clase acomodada. “Que un presidente impuesto haya participado en las elecciones y que ahora reclame seguir como presidente es inconcebible”.

En la clase media, la respuesta más contundente es también la defensa a la patria en un estado de derecho, donde el compromiso con el país donde se ha crecido pesa por encima de las aspiraciones de viajar al extranjero. “Yo he nacido en Bolivia, he crecido en Bolivia, quiero envejecer en Bolivia. No quiero irme a otro país a buscar trabajo.”, opina un participante. “No quiero sentir que estoy estudiando en vano. No quiero que mi familia termine en un país así”, dice otra estudiante del grupo.

La polarización del país es otra emergencia para acudir a estos eventos. “En vez de incentivar la unión y la integración, los sectores políticos hablan de racismo. Pese a la desunión, otros afirman que es importante el retorno de la democracia. “Yo he nacido en un país libre con democracia; no se puede aceptar que se humille a una mujer como sucedió en Cochabamba con una alcaldesa”.

En estos sectores, hay jóvenes que no manifiestan militancia específica, y que sólo luchan por el país.  “No estoy ahora a favor de ningún partido. Yo estoy aquí sólo por Bolivia. Lo que me motiva es mi futuro, porque yo quiero un futuro libre”, señala. “No me interesa partido político alguno. Sólo quiero defender mi voto”, enfatiza otra joven.

En algunos casos, hay una preocupación por defender aquello por lo que los padres o abuelos lucharon en la época de las dictaduras, y reanimarlo como una tradición de resistencia.

“Nuestros abuelos y padres han luchado como nosotros por la democracia. La historia nos obliga a realizar la misma labor”.

Estudiantes de algunas facultades manejan una cultura política, que los lleva a identifi car los procedimientos corruptos. “La constitución ha sido violada. Desde lo que ha sido la carta interamericana.” A lo que otro participante añade, “es anticonstitucional que el Gobierno se haga cargo de los cuatro poderes”. La cultura se extiende en la clase media, a su vez, hacia la preocupación por el status de la universidad pública. Tal es el caso de quienes estudian en la UMSA. “Se violó la autonomía. Se echó gas lacrimógeno a los jóvenes”.

Estudiantes reprochan la represión que han estado viviendo a cargo de las fuerzas del orden. “Nos persiguieron en la universidad, nos amedrentaron de forma antidemocrática. Ahora lo importante es mantenernos unidos como pueblo”. Ante el desprecio por la participación juvenil sostienen: “Estuvimos de manera pacífica, nos pusimos de rodillas frente a los policías detrás de su soga. Hay gente violenta, pero no nos representan porque muchos de ellos están alcoholizados. Son gente que incluso viene para agitar al pueblo”.

Otra joven llama la atención sobre el adoctrinamiento campesino, al utilizar a la gente para reprimir y amedrentar las movilizaciones. “La gente del campo cree que tiene más poder en la ciudad y que puede amedrentarnos siendo Bartolinas o de ayllus. Nosotros estamos aquí pacíficamente. Este es también es nuestro lugar. Un Gobierno cualquiera que sea no puede conferir poderes a un solo sector social, cuando en realidad los derechos deberían repartirse equitativamente”, considera. El trabajo es otro detonante en la motivación juvenil de la clase media. “No me sirve de nada estudiar para un examen, si mañana no voy a tener trabajo”, subraya una participante en su indignación.

Otro factor de impacto en el motivo de las marchas es la situación de Venezuela y Cuba, como ejemplo alarmante de la pobreza. “Debemos luchar por nuestro futuro para no ser una próxima Venezuela o Cuba, que es el riesgo más grande del socialismo”, indican los jóvenes movilizados.

En las clases bajas y estudiantiles de universidades como la UMSA y la UPEA

En este estamento del estudiantado universitario se manifiesta más conocimiento de cultura electoral, histórica y política. No sólo hay una conciencia sobre el patriotismo, si no a su vez, una mayor perspectiva sobre el futuro social. “Se ha demostrado la incompetencia del órgano electoral y nosotros pedimos que se respete la voluntad popular”, destaca una participante.

Otros ven la necesidad de asumir una tradición en sus convicciones. “Nosotros como juventud debemos sentirnos impregnarnos del factor político, económico y social, por el futuro. En nuestra facultad, hubo un fallecido en anteriores protestas. Nosotros estamos por nuestro futuro y el de nuestros hijos, no por dinero o nota. Ayer violaron la autonomía universitaria entrando a nuestra casa matriz. Nadie puede quitarnos el derecho a la protesta”, acentúa un estudiante.

En este elemento, hay una preocupación por el destino en la economía, a la vez que se da un enfoque en la familia. “Tengo una familia en la cual pienso porque me preocupó por su futuro. Ellos no pudieron venir a marchar por trabajo. Entonces yo vine por ellos”. Otro asegura que, no le pagaron ni va a los bloqueos en representación de algún partido político. Es en este sector donde además se defiende la autonomía. “Vengo acá por la represión estudiantil que recibieron jóvenes en el Monoblock”, es la razón de un joven del grupo.

El patriotismo está también en la clase baja, aunque en menor escala, pues se asienta antes bien sobre una base política de análisis del régimen gubernamental que ahora se está viviendo. “Nosotros estamos cansados del totalitarismo que ha acaparado los cuatro poderes y órganos institucionales.” A lo que arguye, “somos patriotas, más allá de militar en algún partido político”.

El aspecto laboral es tema esencial en los jóvenes de estratos populares, al igual que en algunos miembros de clases medias. “Me desagrada la forma como los gobiernos neoliberales y los de ahora se reparten las pegas”, alude un joven de 19 años. Él asegura interesarse en la política, a fi n de revertir la situación. “Hay personas que se queman las pestañas estudiando, y no pueden asumir esos cargos”, agrega.  “Te ponen en la cabeza que si no eres a fi n a los partidos que nos gobiernan, no tienes buen empleo”.

Otros jóvenes de clases bajas sienten temor. “No se puede negar que ha habido cosas buenas que se han hecho en estos años, por ejemplo, la democratización del crédito y que el dólar se haya mantenido estable, los planes de vivienda social, son cosas buenas. Se dice que si Evo sigue en el poder podríamos convertirnos en Venezuela, no creo, no somos caribeños y tenemos otros valores. Me preocupa que se pierda una década de avance, eso es mucho tiempo”, destaca en una de las opiniones. “Ahora se lo acusa a este Gobierno de despilfarro, pero acaso con la Capitalización no se ha robado al pueblo y a nuestras empresas”, destaca un participante egresado de 25 años de edad. “Ha habido tanto despilfarro y robo que han pisoteado nuestros derechos. Nosotros queremos a alguien que nos gobierne bien y no nos lleve a ese nivel de miseria”, subraya otro comentario.

Los entrevistados comparten una convicción de entrega a los valores democráticos del país, así como a la defensa de la patria y la familia. La preocupación por una crisis económica y que todo lo avanzado se venga abajo. La economía parece ser el temor que domina en los jóvenes de estratos acomodados, medios y bajos. En las clases más humildes este miedo se concreta en el desempleo, como detonante de una crisis económica no muy lejana. Por otro lado, llama poderosamente la atención el hecho de que la depredación de la Chiquitania no estuviera presente en las motivaciones de estos jóvenes del occidente boliviano.

 

 

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*Desde este miércoles y en los próximos seis días dat0s compartirá con sus lectores, material especial sobre la movilización poselectoral que ha sumido al país en una crisis sin precedentes. Para la comprensión histórica de sus efectos iniciará la serie con un recuento desde la recuperación de la democracia en 1982, los posteriores pactos de gobernabilidad que abrió paso al denominado “neoliberalismo”, pasando por el agotamiento del modelo económico dependiente en octubre de 2003, hasta la posterior instalación del Gobierno del MAS que culmina con la movilización poselectoral de octubre de 2019 que ha sumido al país en uno de sus momentos más dramáticos de la última década. 21 días de movilización que derivaron en la “renuncia” de Evo Morales a la presidencia y la posterior conformación de un Gobierno transitorio que debe convocar en los próximos meses a nuevas elecciones en medio de un estallido social que trata de ser contenido con el Ejército en las calles.