Personajes 2019: Edward Snowden. El filón hacker de la misma trama

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Foto: Revista dat0s 228

El espía norteamericano exiliado en Rusia ha publicado su primer libro en el que revela las tramas de los servicios de inteligencia de EEUU dedicados a la investigación de todos los habitantes del planeta.

Los lectores se acordarán de Edward Snowden, el hacker que en 2013 invadió los correos de la CIA y NSA haciendo públicos documentos de secretos. Junto a Snowden operaba el ex soldado del Ejército de los Estados Unidos Chelsea Manning. Mientras Snowden se ocultó en Rusia para evitar su extradición, Manning fue detenido y enviado a una cárcel de alta seguridad en EEUU acusado de traición a la patria. El militar cambió de sexo en la cárcel y hasta contrajo nupcias para hacer más llevadero su encierro.

Cuando el avión del presidente Morales volvía en junio de 2013 de un viaje por Europa, fue detenido en el aeropuerto de Viena; la nave requisada por la sospecha de que Snowden viajaba en el avión presidencial del boliviano. Fue una especulación y un gran susto para la delegación oficial.

Vigilancia Permanente

El libro en cuestión es la versión de un joven que ha puesto patas arriba la estructura de la Inteligencia estadounidense, que nos ha hecho ser conscientes de nuestra vulnerabilidad tecnológica -la privacidad es cosa del pasado cuya publicación ha irritado mucho a los Estados Unidos. Edward Snowden es una de las personas más buscadas por ese país. No en vano, se lo acusa de uno de los mayores delitos que existen en el país: alta traición por filtrar cientos de archivos ultra secretos de los servicios de espionaje e inteligencia norteamericana. Tuvo que huir de EEUU y, desde agosto de 2013, vive un exilio forzoso en Rusia defendiendo las libertades civiles, la privacidad, los derechos humanos y la libertad en la web.

Vigilancia Permanente es un libro de memorias de alguien que -no suele ser lo más normal- tiene algo interesante que contar. No tanto como para costarle la vida, pero sí como para cambiarle la vida. Probablemente para siempre. Es recomendable que se abstengan de la lectura aquellos que son felices con su teléfono móvil y su ordenador sin plantearse dónde van a parar o quién puede ver lo que escribe, lo que envía, lo que graba, lo que fotografía.

La lectura de las memorias de Edward Snowden plantea que siempre hay alguien vigilando lo que hacemos, dónde estamos, qué decimos y cuánto tiempo exacto pasamos en un bar, un hotel o conduciendo. No paramos de dejar rastros de lo que hacemos. Y de ser analizados. El móvil es nuestro gran delator y los gobiernos, al menos el de EEUU, el Gran Hermano que nos vigila a todos.

Snowden no esconde en ningún momento que ha sido una garganta profunda, un delator que ha sacado lo más obsceno y oscuro de su país. Pero lo fascinante del perfil que dibuja de sí mismo es que asegura que se jugó la vida, su presente y su futuro por hacer un bien a su país. Incluso a la humanidad: el mundo ideado por George Orwell en 1984 es un mero dibujo animado comparado con la realidad. Snowden se erige en una suerte de héroe de la clase trabajadora, aunque en realidad es uno más en la larga tradición de “whistleblowers” o arrepentidos estadounidenses. Todo es tan inmaculado en el perfil que dibuja de sí mismo que lleva, cuando menos, a la sospecha.

El libro se pierde demasiado en la infancia del autor y en pasajes que no aportan demasiado al núcleo fundamental de la historia. Pasado ese peaje tan inútil como recurrente en unas memorias.