Proyecto Pan Amazonia

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Por qué los gobiernos de la región alientan megaproyectos en la Amazonia. Los escasos resultados de la incesante lucha que realizan los pueblos indígenas en Perú, Brasil, Bolivia y Ecuador. La derrota del TIPNIS.

El epitafio podría parecerse a la reunión celebrada hace poco en Rio de Janeiro que se denominó Rio + 20. Allí, ante la abrumadora presencia de Jefes de Estado de las grandes economías del planeta, se suscribió un acuerdo en defensa del medio ambiente y de preservación de las reservas naturales. Pero en los hechos el discurso está lejos de la realidad. En las afueras de la reunión grupos ecologistas y los indígenas de la etnia Xingu protestaban contra la construcción de la represa Monte Belo que inundará importantes extensiones de su territorio y los dejará fuera de su hábitat natural. Y así hay una lista enorme de proyectos que destruirán los bosques de la Amazonia en los países que poseen extensiones de selva virgen.

En Bolivia, las autoridades de la actual administración se han fijado como una obsesión construir la carretera que atravesará el Territorio Indígena Parque Isiboro Sécure (Tipnis), violando la Ley 180 promulgada el 25 de octubre de 2011 y dividiendo a los pueblos que según el Gobierno deberían participar de una “consulta previa” que se rubricó después de haberse firmado la Ley sobre la “intangibilidad del territorio”. En esa oportunidad, el vicepresidente del Estado Plurinacional aseguró que la Ley de protección de Territorio Indígena y Parque Nacional Isiboro Sécure (Tipnis), que establece el carácter de intangibilidad, no se interpreta, sino se cumple. Rompiendo este compromiso el Gobierno firmó la noche del 3 de julio un acuerdo con “45 corregidores” para aplicar la Ley sobre la “Consulta Previa” sin la asistencia de los delegados de la IX Marcha Indígena, restándoles el oxígeno de apoyos que han conseguido a lo largo de estos últimos meses.

Los grandes proyectos amazónicos

Una consulta rápida contabilizó que hay en la agenda al menos 620 grandes obras de infraestructura en la Amazonia continental, a la que los especialistas llaman Pan-amazonia. La lista incluye obras ejecutadas, en ejecución y planeadas. Casi todas con gigantescos financiamientos disponibles. Por ejemplo, el proyecto IIRSA, sigla de “Iniciativa para la Integración Regional de Sudamérica”, tiene US$ 90.000 millones. Están previstos para corredores de transporte, que atravesarían Sudamérica de norte a sur y de este a oeste. Integrarían la modalidad vial, férrea, fluvial, y marítima en 10 ejes. Al menos 4 de ellos afectarían directamente la Pan-amazonia, entre ellos la construcción de la carretera que atraviesa el Tipnis. Otro ejemplo es la minería del oro y cobre que invertiría US$ 4.020 millones en la amazonia ecuatoriana. Son fondos de origen canadiense y chino que se invertirían hasta el 2016. En la misma región hay 75 proyectos hidroeléctricos, con una capacidad de casi 13.000 MW. En este caso los capitales provienen de China.

En la amazonia peruana se invertirían hasta US$ 16.5 mil millones en proyectos hidroeléctricos. El financiamiento provendría del Brasil y allí también se destinaría la energía. En Bolivia, el proyecto hidroeléctrico de Cachuela Esperanza, aparentemente tendría la función de acumular alta sedimentación. Así, agotaría rápidamente su vida útil, pero prolongaría la de otras tres. Dos de ellas brasileñas (San Antonio y Jirau) y la tercera binacional. Los problemas ambientales y sociales de la inundación provocada por la sedimentación quedarían en Bolivia. La energía que producirían las tres con vida prolongada iría a Brasil.  Sin embargo, hay una gran expectativa en las poblaciones que habitan sobre las márgenes del rio Beni para que de una vez se ejecute esta millonaria obra.

Ausencia del impacto ambiental

En general se observa fragilidad en los procesos de consulta, así como en las salvaguardas e impactos, tanto ambientales como sociales. Por varias razones se duda que haya habido suficientes estudios de impacto ambiental en todos estos proyectos. Las empresas constructoras y funcionarios gubernamentales obstaculizan el acceso a la información, complicando trámites o con cualquier dilación. Lo ejemplifica el caso del Estado peruano, que fue obligado a entregar información por orden judicial, en el caso de una hidroeléctrica, después de agotar todos los recursos de solicitud. Lo mismo sucede con la información sobre la construcción de la carretera del Tipnis. Se ha menoscabado las marchas en defensa de territorio. Se los ha reprimido a los marchistas y se ha utilizado su composición étnica como señuelo para dividirlos; señalando engañosamente el camino para el desarrollo.

Al contrario de lo que dicen las autoridades, los antecedentes muestran que los beneficios y la redistribución para la población local son insignificantes. El producto interno por persona de la Amazonia ecuatoriana apenas creció el 0,7%. Sin embargo, es la mayor productora de petróleo, que representa más de la mitad de las exportaciones del país. En el Perú, las poblaciones aledañas a Camisea no disponen de energía, a pesar de generar gas para exportación. En Bolivia, el Gobierno ha tenido que valerse de una serie de prebendas para  dividir a los habitantes del Tipnis. Las grandes obras de infraestructura generalmente no consideran los derechos de los pueblos indígenas a la consulta previa, libre, e informada. Vuelve a colación el ejemplo de Bolivia. El Banco Nacional de Desarrollo del Brasil firmó el proyecto para la construcción de la carretera sin consultar previamente a los indígenas afectados. La reacción fue una marcha que logró una ley de intangibilidad para su territorio. Pero después de haber conquistado su objetivo, el Gobierno ha logrado dividirlos con contramarchas y rompiendo la aparente empatía que mantenía con estos grupos étnicos ya que el mismo se hace llamar “Gobierno Indígena”.

De todas maneras, ya se induce al futuro, con dos tramos de carretera en construcción por ambos extremos. Unirlos solo será cuestión de tiempo: habrá que esperar que se debilite la presión indígena y aumente la presión por nuevas tierras cultivables. Se habla de extensos sembradíos de coca.

Desaparición del bosque

Se han realizado algunos ejercicios de proyección, con resultados alarmantes. La Amazonia peruana desaparecería si se ejecutan los proyectos planificados. Pero también muchos de ellos, porque se bloquearían o anularían mutuamente. Otro ejercicio colocó digitalmente las obras de infraestructura previstas sobre un mapa del continente. Al final, no quedaba espacio para la Pan-amazonia. La información fue proporcionada por diversos especialistas de países amazónicos, que pertenecen a dos redes. Entre ambas, Articulación Regional Amazónica – ARA y Fórum Amazonia Sustentable, suman más de 300 organizaciones que no han logrado frenar estos ambiciosos proyectos ni protestando contra los líderes de las potencias mundiales que se dieron cita en Rio + 20, ni enfrentándose pacíficamente contra sus respectivos Gobiernos a pesar del apoyo que han recibido de una gran parte de la población.

 

 

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