Ronald Nostas: Sin un sector privado fuerte cualquier modelo de desarrollo es frágil y vulnerable

0
296

Ronald Nostas no es de las personas en su escritorio dando instrucciones y aparentando un liderazgo fortuito o una gestión autosuficiente; el actual presidente de la Confederación de Empresarios Privados de Bolivia CEPB es sencillo en sus respuestas, urgido en hacer que se entienda el verdadero alcance de un sector concertador como lo han sido pocos cuando se trata de gestionar crecimiento para el país. Con él conversamos largamente y jamás dejó de mostrar una sonrisa franca que dice mucho de la calidad de persona que es. Está seguro que Bolivia atraviesa un momento histórico y que el aporte del empresariado es fundamental para enrumbar un país con objetivos claros. Ocupó la vicepresidencia de la institución durante cinco años consecutivos y desde 2015 es presidente de los empresarios, reelecto en marzo de 2017 para un nuevo periodo de dos años más.

Dice que ser la cabeza del empresariado “implica un gran esfuerzo y a veces frustraciones”, pero al mismo tiempo asegura que aportar al fortalecimiento del sector privado y al crecimiento del país son gratificaciones y compensan cualquier sacrificio”. Cree que las relaciones con el Ejecutivo han ido de menos a más y que tras un periodo de avance en dos fases hoy se puede pensar en una “tercera etapa de resultados efectivos para el desarrollo del sector privado, disminuir la informalidad y generar medidas concretas para un proceso de industrialización y fortalecimiento de la producción nacional”.

¿Ha cambiado la CEPB en relación hace 10 años cuando en el país gobernaban -por decirlo así- funcionarios ligados a la empresa privada?

Creo que el ejercicio del Gobierno y el rol de la empresa privada en Bolivia no son elementos que se hayan correspondido. En todos los gobiernos hay empresarios, así como hay profesionales, dirigentes de sectores sociales o de cualquier actividad, que son parte de la función pública en los más altos niveles, lo que es absolutamente legítimo. Sin embargo, no considero que los ámbitos del Gobierno y de la institucionalidad empresarial se hayan coaligado, al punto de definirse mutuamente.

En cuanto a su pregunta, es evidente que el país cambió mucho en los últimos diez años como no lo había hecho en las últimas cinco décadas. Y estos cambios también alcanzan a la institucionalidad empresarial, que debió acompañar a la construcción de un Estado más inclusivo que destinó mucho de sus esfuerzos a disminuir los niveles de pobreza y mejorar las condiciones de vida de la gente. A partir de una presencia más vigorosa del Estado en la economía, se diseñaron normas y mecanismos de control más rigurosos y se manejó la macroeconomía de manera eficiente, logrando estabilidad y mejorando la inversión pública, lo que resultó fundamental para alcanzar ritmos de crecimiento inéditos en nuestra historia reciente. Esos cambios, sumados a las nuevas realidades de un entorno internacional con sus propias contradicciones y a un proceso acelerado de revolución tecnológica y cultural, planteó al empresariado privado, la urgencia de adaptarse, pero sobre todo de aportar al modelo de crecimiento y desarrollo que se definía desde el Estado. Sin embargo, la esencia y la naturaleza de la institución se ha mantenido fiel a los principios y directrices que impulsaron su creación hace más de 50 años, es decir defender y promover la iniciativa privada, contribuir al desarrollo económico y social del país, en un marco de principios y valores éticos, de respeto a la Ley y a la propiedad privada, sustentando la filosofía de la libre empresa y la economía de mercado.

 

¿Qué opina de la informalidad en la que se debate el país en su día a día?

La informalidad es producto de un modelo de debilidad institucional que nuestro país heredó desde hace varias décadas, y que lamentablemente no se ha podido revertir.  Aquí debemos ser muy autocríticos y aceptar que, desde las instituciones del Estado, no se hizo lo suficiente para erradicar este problema y que más allá de un desafío pendiente, se ha convertido en una de las más grandes barreras para el crecimiento. Lo podemos evidenciar cuando vemos que el contrabando se ha mantenido y aún se ha incrementado; que las excepciones en materia impositiva, que favorecen la informalidad, se han sostenido y que; por otro lado, se aplica un sistema de presiones insostenibles contra las empresas formales en los ámbitos de la fiscalización, la legislación laboral y el propio sistema recaudatorio. Las políticas implementadas se basaron en una percepción errónea que entendía que presionar a las empresas privadas formales traía mejores resultados que disminuir la informalidad.

 

RELACIONES EMPRESARIOS – GOBIERNO

Hubo una primera etapa caracterizada por tensiones y pocos canales de comunicación. El sector privado institucionalizado no era un sujeto relevante en la visión del Gobierno y aunque fue una etapa muy difícil, la comprendimos. En algunos aspectos no coincidíamos con las políticas que se asumían y en otros estábamos de acuerdo, pero siempre nos manejamos en el marco del respeto y el cumplimiento de las decisiones que emanaban de la autoridad. Creo que ahora transitamos por una segunda etapa donde hemos roto las barreras de la desconfianza y abrimos espacios de diálogo con las más altas autoridades y lo hemos hecho de manera abierta, pública y transparente. Inauguramos en 2016 las mesas de trabajo en las que pudimos compartir diagnósticos y lecturas sobre los distintos temas de nuestras agendas, luego decidimos conjuntamente la creación del Consejo Económico Productivo y avanzamos en la agenda de los 10 puntos. Creo que ha habido avances cualitativos y hoy podemos plantear nuestras preocupaciones y proponer alternativas de manera abierta y directa. Así como el empresariado, el Gobierno no es un ente homogéneo y nos hemos encontrado con visiones distintas. Creo que podemos pensar en una tercera etapa de resultados efectivos que apoyen a mejorar las condiciones para el desarrollo del sector privado, disminuir la informalidad y generar medidas concretas para un proceso de industrialización y fortalecimiento de la producción nacional.

 

¿Es fácil o difícil hablar o negociar con las autoridades del Ejecutivo?

En todas las reuniones con el presidente y el vicepresidente, hemos mantenido un alto nivel de respeto y consideración; siempre dispuestos a escuchar argumentos, ideas, propuestas y también reclamos. Tenemos diferencias de ideas y de interpretaciones pero siempre actuamos en el marco de la aceptación y valoración de las ideas. A veces hemos tenido discusiones muy tensas con algunos ministros, aunque hemos sintonizado completamente con otros. En el Gobierno inciden aspectos técnicos, pero también políticos e ideológicos que pueden enriquecer o ralentizar las conversaciones, pero creo que en general, son procesos de aprendizaje mutuo, debate honesto de ideas y propuestas y a veces de tensiones. En algunos momentos, siento que, con los ministros tenemos diferentes dinámicas y velocidades ya que, los empresarios tendemos a definir y ejecutar decisiones de inmediato, mientras que en el sector público y el gobierno, los tiempos son más lentos; creo que esa es una dificultad que tenemos que solucionar porque en muchos casos, se precisa de acciones más rápidas y efectivas.

 

¿FORTALEZAS Y DEBILIDADES DEL PRIVADO?

Yo veo en el empresariado privado boliviano una gran capacidad de trabajo, una tenacidad a toda prueba, inventiva y resiliencia. He conocido de cerca experiencias muy enriquecedoras que merecen replicarse, sobre modelos de negocios altamente innovadores, mecanismos de gestión y gerencia, sistemas de producción que muestran a un empresariado creativo que siempre busca expandirse, crecer y mejorar. Y aquí es importante desmentir algunos estereotipos que se han construido injustamente sobre el empresario, a quien muchas veces se los considera poco arriesgado en los negocios; yo creo exactamente lo contrario. Hay cientos de bolivianos emprendedores que, pese a las incertidumbres, las malas condiciones, el contrabando y la informalidad, invierten todos sus recursos en un proyecto o una idea hasta convertirla en un negocio que genera riqueza, trabajo y desarrollo.

Sobre las debilidades, tengo la certeza que el problema no es el empresario sino el entorno, es decir las condiciones que entraban desde el principio el impulso hacia la iniciativa privada.  Primero, tenemos un modelo educativo que prepara a los jóvenes para ser dependientes y no para emprender sus propios negocios. Nuestras universidades siguen bajo modelos arcaicos en los que prevalece el debate teórico, alejado de la realidad y sobre todo que no prepara a los estudiantes para enfrentar el futuro; por eso precisamente se pueden identificar mayor desempleo en los niveles con mayor capacitación, mientras que las empresas o los negocios se generan más en los niveles con menos preparación. Otro problema es que el Estado diseña políticas más proclives al rentismo que a la generación de condiciones para que las personas puedan por sí mismas superar sus condiciones de pobreza o vulnerabilidad, y esto construye también generaciones que esperan que el Estado le dé la solución a cualquier problema. Además, aún pervive la idea que la generación de riqueza obtenida en base al trabajo, se convierte en un demérito y no en una virtud, lo que hace por ejemplo que se mantengan discursos estereotipados en viejos modelos ideológicos que se mantienen en el discurso político.

 

Se ha articulado en el país una especie de empresariado afín al Gobierno, ¿cree que es así o es apenas una percepción de que, por ejemplo, los sectores del empresariado cruceño han pactado con el oficialismo?

El sector empresarial formal no actúa bajo las lógicas políticas o de poder; tiene un rol específico, una historia y una forma de hacer las cosas. Nosotros hemos estado haciendo y vamos a seguir haciendo lo mismo, bajo cualquier modelo y con todos los sujetos políticos. En ese sentido yo le puedo asegurar que desde la institucionalidad corporativa de la CEPB nunca nos hemos planteado alianzas, convenios secretos o pactos ocultos con el Gobierno. Desde el primer día, he llevado adelante mi gestión bajo la premisa que los empresarios no somos afines ni somos opositores al gobierno. Somos empresarios. Tenemos un Gobierno que es elegido por el pueblo, que tiene la responsabilidad de diseñar políticas, legislar y fiscalizar; respetamos eso y, en el marco de las leyes y los derechos que nos asisten, establecemos con las autoridades espacios de diálogo y consenso, en los que exponemos nuestros reclamos, demandas y propuestas buscando incidir en las políticas que se implementan. Por eso precisamente van a vernos reclamando por normas que nos afectan como el incremento salarial desmedido y disposiciones como el incremento del gas o de la electricidad y los reclamos los hacemos abiertamente porque esa es la forma en que actuamos.

 

Se sostiene que el empresariado es “gobierno-dependiente”, que no ha tenido la capacidad de levantar vuelo sin ayuda del Gobierno, ¿es evidente este criterio?

En todos los países, el crecimiento, éxito o fortaleza de su empresariado dependerá de que los gobiernos tomen decisiones correctas en el ámbito económico, que se respete la propiedad privada, se garantice y proteja la inversión y que no se castigue con nuevos impuestos la actividad privada, por lo que resulta incorrecto pensar que no hay relación entre las decisiones de un Gobierno y el crecimiento del sector privado.  Sin embargo, es más errónea la idea que el empresariado boliviano espera siempre la ayuda extraordinaria del Gobierno. De hecho, estamos tratando desde hace varios meses, de lograr que el Gobierno deje de aplicar medidas que perjudican al empresariado. Desde el momento en que una persona quiere abrir una empresa se enfrenta a un sistema complejo creado para bloquear o detener la iniciativa privada. Tenemos uno de los récords mundiales en cuanto a los pasos para crear empresas; uno de los regímenes laborales menos equilibrados contra el empresario; sufrimos procesos de sobre fiscalización de la Autoridad de Empresas y de Impuestos Nacionales al punto que muchas veces inviabilizan iniciativas productivas; desarrollamos nuestras actividades en competencia desleal y titánica contra el contrabando y la informalidad y lo hacemos sin la menor ayuda del Gobierno. Por otro lado, estamos a merced de nuevas normas o disposiciones como el nuevo Código Penal, las empresas sociales, los reglamentos de la Autoridad de empresas, el aumento de las tarifas de gas y energía, la limitación de las exportaciones, la imposibilidad de competir con empresas extranjeras para adjudicarnos las obras carreteras en nuestro propio país, e incluso los paros de trabajadores de Aduana de Chile. Puedo seguir mencionando problemas, trabas y dificultades que nos generan las diversas oficinas del Gobierno, pero creo que está claro que la afirmación no tiene sustento.

 

Usted ha declarado recientemente que si el país creció en los últimos años fue gracias al empresariado no al Gobierno

Señalé que el crecimiento del Producto Interno Bruto en los primeros tres meses de 2017, del 3,3%, tuvo como principal motor al sector privado y así lo confirman las cifras del Ministerio de Economía que señalan claramente que la agricultura, alimentos y bebidas, el transporte, comercio y los servicios financieros son los que reportan crecimientos, mientras que hidrocarburos y minería registran descensos. Unos tienen mayor presencia del sector privado y otros son responsabilidad casi exclusiva del Estado. Es evidente que, en los últimos años, el sector hidrocarburo jalaba el crecimiento hacia arriba, pero cuando los precios descienden, es el sector privado, sustentado sin duda en la estabilidad económica y apoyado por un mercado interno, el que sostiene el crecimiento del país y lo seguirá haciendo.  Los datos son incontrastables.

DEBILIDADES DEL GOBIERNO EN MATERIA ECONÓMICA

Yo sostengo que el modelo económico que se aplicó desde el 2006 ha funcionado y resultó muy efectivo porque puso especial énfasis en la redistribución de la riqueza generada por la venta de los hidrocarburos, la estabilidad macroeconómica y el ahorro interno.  Crecimos más que todos los países de la región e incluso las crisis que sufrieron nuestros vecinos tuvo muy poco impacto en nuestra economía. Sin embargo, ese modelo era excesivamente dependiente de un entorno internacional y variaba por los precios del petróleo y los minerales. Hoy el escenario ha cambiado y debemos ser capaces de asumir que ese modelo exitoso necesita ser ajustado, enriquecido y alimentado con otras variables que permitan al país seguir creciendo y garanticen la estabilidad.  Es imprescindible que fortalezcamos y protejamos a la industria nacional, que equilibremos las normas laborales, que enfrentemos seriamente el contrabando y la informalidad, que se liberen las exportaciones y, sobre todo, que el Estado comprenda que sin un sector privado fuerte y protegido, cualquier modelo de desarrollo es frágil y vulnerable. Creo que ese es el principal problema, es decir la insistencia de algunas autoridades en que las mismas recetas que sirvieron cuando el petróleo costaba 120 dólares, se pueden aplicar con éxito en momentos en que ni siquiera llega a los 50 y en un país que no ha protegido ni promovido su propia industria.

 

¿Se considera un ortodoxo del mercado o es una persona abierta a los nuevos desafíos que se viven en el país?

Creo en el equilibrio. Un modelo no puede ser estático y mantenerse sin cambios a lo largo del tiempo, pero tampoco es consistente si negamos lo que se ha construido y lo cambiamos todo.  Nuestro país es diverso en todos sus aspectos y especialmente en los sistemas y esquemas de generación de riqueza y quienes tenemos la responsabilidad de señalar las pautas para avanzar, debemos aprender de la experiencia del pasado para construir el futuro.

 

Es notoria una especie de baja en la economía de la región, pero hay organismos internacionales y el propio Gobierno que aseguran que el país crecerá este año al ritmo de años anteriores.

No tengo duda que Bolivia seguirá manteniendo el liderazgo de crecimiento en la región como la tuvimos en los últimos años y así lo han señalado precisamente los organismos internacionales como el BID y la CEPAL. Pero tampoco tengo dudas que el ritmo y velocidad de crecimiento ha disminuido, que estamos en un proceso de desaceleración que es diferenciado entre sectores y regiones.

 

¿Cuál según ustedes será la tasa de crecimiento este año?

No me corresponde adelantar predicciones sobre las cifras de crecimiento. Prefiero esperar a las cifras oficiales.

 

¿Creen en los datos que suministra el INE?

El INE es la institución oficial que proporciona los datos estadísticos sobre los que se calcula el crecimiento. Creo que tiene seriedad y cuenta con el personal y los mecanismos idóneos para realizar su trabajo y así lo han reconocido entidades internacionales que también hacen seguimiento a los indicadores económicos.

 

Mucho se habla de la falta de seguridad jurídica para las inversiones, ¿cómo califica esta situación?

Creo que el tema de la seguridad jurídica para las empresas es un tema pendiente en la agenda, que debemos encarar de manera urgente. Por un lado, tenemos el problema de la modificación de las reglas de juego de manera sorpresiva e inconsulta; y esto lo hemos expresado públicamente en cinco oportunidades en los últimos seis meses, luego de las iniciativas de normas como la Ley de Empresas Sociales, la decisión de incluir a las personas jurídicas como sujetos de procesos en el Código Penal, el endurecimiento y la mayor potestad de aplicar sanciones que se asigna a la Autoridad de Empresas y los intempestivos incrementos en las tarifas de electricidad y gas natural.  Por otro lado, tenemos que, hasta ahora y luego de 3 años de promulgada, la Ley de Promoción de Inversiones, carece de Reglamento y, por lo tanto, los vacíos que presenta generan susceptibilidades en los inversionistas. En todo caso, creo que las autoridades están analizando con mayor detenimiento este problema y así lo han expresado en algunas reuniones donde se les explicó que si no se mejoran las condiciones y no se brinda seguridad a los inversionistas difícilmente se podrá pensar en mejores niveles de crecimiento.

 

¿Cuáles son los sectores más dinámicos de la economía y cómo ustedes apuestan a un crecimiento de sus industrias?

El tema de la industria es altamente preocupante porque es uno de los sectores más afectados por la desaceleración económica y más vulnerable en el actual contexto. Especialmente grave es la situación de la industria textilera, los fabricantes de muebles y los que tienen como materia prima productos de cuero. El contrabando descontrolado y el ingreso de mercadería china a precios muy bajos están haciendo inviable a las industrias que se dedican a esta actividad, pero además sufren los problemas que aquejan a todo el sector, especialmente en el ámbito de la legislación laboral, los incrementos salariales y el abuso en la fiscalización y la recaudación. Creo que mientras no se solucionen problemas estructurales como los señalados, además del incremento de los cupos de exportación y el uso de semillas genéticamente modificadas para la agroindustria, cualquier solución no pasará de ser parche. En relación al dinamismo, en realidad no podemos hablar de algunos sectores más que otros, a lo que podemos referirnos es a que algunos sectores, por las condiciones especiales, tienden a reportar mayores niveles de crecimiento y en esto está la construcción, la agroindustria en algunos sectores, los servicios financieros, las comunicaciones en general y el comercio, aunque es importante aclarar que hay diferencias muy marcadas entre regiones que reportan cifras desfavorables por ejemplo en departamentos como Tarija, Pando, Beni y Oruro.

 

LAS MESAS DE DIÁLOGO

Las mesas de diálogo son espacios de coordinación y trabajo conjunto entre el sector privado y el Gobierno. Este espacio se inició en 2016 cuando se conformaron seis mesas que debatieron durante varios meses, el diagnóstico y las perspectivas del ámbito económico que se relacionaba con el sector privado.  Ya en esa oportunidad el empresariado elaboró 81 proyectos en varias áreas que tenían como objetivo, aportar a hacer más eficiente la gestión, pero también destrabar los mecanismos que impedían un desarrollo más eficiente. En mayo de 2017, en una reunión con el presidente del Estado, le explicamos el alcance y la importancia de estas mesas y acordamos con él que todas las propuestas se condensaran en 10 áreas temáticas que constituirían la agenda sobre la que se debía trabajar. Posteriormente el 10 de junio, en ocasión de una reunión con el presidente y el vicepresidente, se determinó que, desde el Ministerio de Economía, se generen espacios técnicos para analizar e implementar los proyectos consensuados y conjuntos que formaban parte de esta agenda. Se acordó la conformación de tres mesas: i) la económica financiera, ii) la normativa y iii) la de producción y exportación, las que ya se han realizado entre julio y agosto y se está a la espera de la respuesta técnica del Ministerio para su implementación.  Creo que, tal como han sido diseñadas, es muy probable que den resultados concretos, sobre todo a partir de la voluntad política manifiesta del presidente Morales, sin embargo, exigen mucha paciencia, porque estos resultados se están haciendo esperar.

 

¿Qué credibilidad de negociación se tiene con el Gobierno?

Yo creo que ambos hemos superado la desconfianza y el recelo que había en la primera etapa.  Hay mucha madurez para comprender que tenemos visones diferentes, interpretaciones diferentes y propuestas diferentes, pero al mismo tiempo creo que nos une el interés por generar mecanismos que garanticen la estabilidad y el crecimiento de la economía y por ende el bienestar de los bolivianos.

¿Existe unidad en el empresariado nacional?

La unidad del sector empresarial ha sido una constante en los últimos años. Creo que más allá de las diferencias que podamos tener en términos de visiones e interpretaciones de la situación que vive el país, la dirigencia de las Cámaras, así como las Federaciones comparten y apoyan plenamente la agenda y la estrategia de trabajo que lleva adelante la CEPB. Incluso sectores no afiliados mantienen con nosotros mecanismos de coordinación en temas específicos que hacen a los intereses del sector.

 

¿Habrá segundo aguinaldo?

Respecto al segundo aguinaldo, no podemos adelantar ningún criterio en tanto no tengamos las cifras de crecimiento del PIB que debe ser proporcionado por fuente oficial.