Secreto a voces

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La coca se ha convertido en el negocio transnacional más rentable. Por qué es uno de los principales desafíos a encarar en 2014. Cómo funciona una industria de multimillonarias ganancias.

En la década de los años 90, escapaba como secreto a voces, que el grupo terrorista peruano Sendero  Luminoso ingresaba a Bolivia para reabastecerse de provisiones y comida. Entonces, las autoridades repetían que Bolivia era un territorio libre del terrorismo. Un santuario donde la gente podía vivir  tranquila. Más lejos de nuestras fronteras, las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC),  atemorizaban con secuestros a líderes políticos y empresarios para financiar la lucha armada con ramificaciones con el narcotráfico.

Estos episodios aparentemente aislados en Bolivia, han cobrado protagonismo tras una cadena de hechos cada vez más frecuentes. Ajustes de cuentas, enfrentamientos de campesinos en las plantaciones de coca o espectaculares fugas de narcotraficantes arrojando millones de dólares por los aires. Los operativos antinarcóticos tienen una modalidad: se descubren laboratorios y refinerías donde se elabora cocaína pero pocas veces caen los peces gordos que comandan el tráfico de droga.

El precio de la hoja se ha incrementado de tal manera que los campesinos han dejado sus cultivos  tradicionales para rendirse ante la hoja sagrada. Un kilo de hoja de coca cuesta US $7.5, cien veces más que hasta hace un año.

Es también un secreto a voces, aunque las autoridades lo niegan insistentemente, que los peligrosos carteles de la droga han encontrado un espacio de acción en Bolivia. La actividad ilegal ha crecido a tal punto que hay poblaciones enteras indistintamente si se encuentran en el Altiplano, los Valles o el Oriente donde se defiende abiertamente la comercialización de la hoja de coca.

Narcotráfico y economía

La actividad del narcotráfico no sería rentable de no encontrar terreno fértil en el crecimiento de la  materia prima que sirve para producir la droga. Especialistas dicen que la hoja de la coca se ha convertido en una verdadera industria y no precisamente para fines legales.

El investigador Franklin Alcaraz, dice que la coca ilegal es la industria que más ha crecido en el país.   Concentra un ejército de más de 100.000 personas. 75.000 en la zona del Chapare,  25.000 en Los Yungas de La Paz y alrededor de otras 5.000 en zonas las tradicionales donde el cultivo se ha disparado exponencialmente. El experto señala que el 95% de la coca que se produce en el Trópico de Cochabamba se desvía al narcotráfico. El lunes 11 de Noviembre una gran concentración de cocaleros invadieron las calles de la sede de Gobierno, aledañas al Palacio Quemado. Todos mantenían en pie una consigna: incrementar las cantidades de coca permitidas por ley hasta ultrapasar la barrera de las 20.000 hectáreas. Días antes la ministra Nemesia Achacollo había destituido a su viceministro de la Coca por autorizar el incremento de las licencias que se pagan para comercializar el producto. Días antes, cayó preso al exdirector de Digoin, por desviar 45 toneladas de hoja de coca decomisadas en el mercado de abasto en La Paz. De acuerdo a datos conservadores, esa cantidad a los precios actúales tiene un valor monetario de US $337.500. Transformada en clorhidrato ascendería a US $8 millones en Bolivia, a US $100 millones en los Estados Unidos y a la astronómica US $5.000 millones en la Federación Rusa, país que paga el precio más caro por la cocaína pura. No existe con precisión información de los cultivos de coca que  han crecido en el país en los últimos años. La presencia de los cocaleros en cercanía a la casa de Gobierno no tiene otro fi n sino denunciar que el estudio de la hoja de coca financiado por la Unión Europea hace poco más de tres años ha sido manipulado.

Pero además defienden que debe haber 20.000 hectáreas legales de hoja de coca en Bolivia. Si bien se mantiene especial cerrojo sobre los resultados  del estudio, quienes han tenido acceso al mismo especulan que 6.000 hectáreas son suficientes para atender el consumo tradicional. Los expertos plantean que la tasa de resiembra sigue siendo un grave problema. Hay quienes aseguran que supera el 50%.

Lo peligroso de esta actitud, es que el Gobierno ceda las presiones del sector cocalero del Chapare que en los hechos ha hegemonizado la producción; generando un peligroso monopolio en detrimento del resto de los cultivadores sobre todo en las zonas consideradas tradicionales o permitidas por ley. “Por las ganancias que genera y el control que ejercen ciertos grupos, el negocio de la coca se ha vuelto un   peligro; sujeto a imposiciones, chantajes y castigos”, señala Franklin Alcaraz. Nunca como hasta el fatal desenlace del operativo en Apolo, donde fallecieron cuatro personas entre policías, militares y civiles durante un operativo de erradicación de coca ilegal, el presidente Morales había vivido un episodio tan dramático y personal vinculado a uno de los movimientos sociales más arraigados a su gestión de  Gobierno.

Unos días después, tratando de encontrar respuesta a ese drama, el primer mandatario dijo que ya no se puede seguir diciendo ¡kawsachum coca! (viva la coca), grito que se había convertido en el símbolo paradisiaco de su ascensión al poder.

Extensos bosques en los parques nacionales y en Pando (foto arriba) han sido chaqueados para sustituirlos por cultivos de coca. El presidente Morales ha dicho que ya no se puede seguir utilizando el grito de guerra “¡kawsachum coca¡”

 

Colombia, Perú y Bolivia

Si algo de similitud existe entre los tres países, es que juntos suman el escenario de cultivos de hoja de coca más importantes del planeta. Perú, es en la actualidad, el mayor cultivador de plantaciones de coca con 60.400 hectáreas, seguido de Colombia que tiene 48.000. Les sigue Bolivia aunque nadie sabe la cantidad de sus sembradíos. De acuerdo a estimativas oficiales la producción alcanza unas 25.000 hectáreas.

Pero según informes de la oficina de las NNUU la capacidad real de cultivos sobrepasa las 50.000  hectáreas. Hace poco, un reportaje de la cadena Univisión reveló que en las zonas tradicionales de cultivo de coca de Los  Yungas de La Paz, la producción de cítricos había decaído de manera sostenida frente al inusitado crecimiento de las plantaciones de coca e hizo notar el uso de un “abono negro” que tiene la propiedad de doblar el tamaño de la hoja, volverla más verde y dotarla con mayor contenido de alcaloides.

También es un secreto a voces que en la zona de La Asunta de Los Yungas de La Paz, la producción de  hoja de coca ha crecido en más del 200% en los últimos años. El censo de población y vivienda de 2001 arrojó que en la localidad habitaban 18.016 pobladores mientras que el censo de 2012 establece que 39.105 personas habitan en la población y aunque sus habitantes reportan actividades agrícolas como medio de subsistencia, lo cierto es que la mayoría de la gente está dedicada exclusivamente al cultivo de coca.

Hay denuncias concretas en sentido de que los cultivadores de la zona del Chapare han penetrado a reservas naturales en el Territorio Indígena del Parque Isiboro Secure (TIPNIS) para extender sus labores de siembra de coca y hasta en varias regiones del departamento de Pando.

Apolo

Es creíble la información suministrada por el Ejecutivo boliviano con relación a la matanza de cuatro personas, tres efectivos de las fuerzas de erradicación y un médico en la población de Apolo casi al culminar este año. El ministro de Gobierno Carlos Romero, al dar cuenta del hecho dijo que se trataba de gente armada vinculada a Sendero Luminoso y las FARC. Es evidente que hay presencia de extremistas ligados a la actividad del narcotráfico que compran toda la producción de hoja de coca en Apolo y la  transportan  por sendas hasta el Perú. Allí comienza la fase de su industrialización en cocaína. Otro rumor que ha ganado las calles es que una de las principales actividades económicas en Bolivia está relacionada con el narcotráfico y que el acullicu es cada día más caro y difícil para el consumo tradicional. Ya nada es como era antes.