Abraham Lincoln y el ataque al Capitolio
El fin del mandato del presidente de los Estados Unidos Donald Trump ha sido matizado con un acto que pone al límite la historia del país que, desde Abraham Lincoln, considerado el padre de la constitución en consecuencia de las leyes y de la democracia. Valores estos exaltados, la democracia que permite la separación de poderes, elecciones cada cierto tiempo, lo que llamamos alternancia; el fortalecimiento de las instituciones, con la independencia de la justicia a nombre de la que EEUU ha concedido importante ayuda económica cuando hacía luz en el patio trasero de los países de este lado del planeta.
El expresidente George Bush en una alusión a la invasión al Capitolio por parte de seguidores de Trump señaló que “así es como se resuelven los resultados de las elecciones en una república bananera, no en nuestra democracia”. Bush es republicano igual que Trump, poco refinado para plantear este argumento desafortunado como fue desafortunado el ataque a las torres gemelas y otro que estuvo a punto de alcanzar el edificio contiguo a la Casa Blanca, el mayor centro de inteligencia, la CIA, el 11-S de 2001.
Lo de república bananera viene a cuento por el desprecio del país de Lincoln a esta parte de la América Central. Guatemala es el mayor productor de bananas de la región, ejemplo recurrente del chiste políticamente incorrecto de Guatemala a Guatepeor. El 21 de noviembre pasado Guatemala fue tapa de varios diarios cuando quienes protestaban contra la aprobación de un presupuesto que beneficiaba a los amigos del presidente ingresaron al Congreso Nacional y prendieron fuego. Y poco antes durante el velorio de Maradona las barras bravas ingresaron a la Casa Rosada y provocaron un disturbio de proporciones preocupantes para sus promotores.
Quizá Bush en su dicotomía mundo bananero y civilizado, hasta confundió ambos hechos porque tanto los manifestantes que incendiaron el Congreso guatemalteco como quienes en Argentina protestaban porque no los dejaban despedir a Maradona.
Es peculiar la historia, Ronald Reagan (1981-1989) quien ejerció dos mandatos presidenciales de la nación por entonces más poderosa del mundo, impulso la Perestroika que derrumbó el Muro de Berlín y desintegró a la Unión Soviética en la esfera de la Europa del Este, cuando llegó en una visita de tres días a Brasil (1982) en su primera intervención señaló encontrarse muy feliz por estar en Argentina.
Más allá del gafe, este hecho, la invasión a la cuna de la constitución, fue reproducida reiterativamente en las cadenas de televisión de países que se resisten a la forma clásica que sustenta la democracia. A EEUU le queda reparar su reputación si no puede evitar que sucedan más ataques a su vandalizada reputación ganada por Lincoln tras la Guerra Civil.