El candidato presidencial Samuel Doria Medina ha tenido la feliz idea de visitar al presidente Nayib Bukele de El Salvador para aterradoramente conocer de cerca el modo en el que opera su gobierno para erradicar la violencia. Su modelo de construir enormes y modernas infraestructuras carcelarias, quiere ser copiado en varios países. Un modelo que ha podido ser exitoso en El Salvador, cárceles de alta seguridad en las que el crimen organizado funciona desde cómodas celdas con wifi consolidando desde adentro sus operaciones criminales, mientras la imagen que se vende al mundo es de una eficiencia inexpugnable contra cualquier delito.
Ese mismo modelo quiso ser copiado por el presidente de Ecuador Daniel Noboa y ya se sabe el resultado de las pasadas elecciones del domingo en las que su contrincante Luisa Gonzáles casi lo alcanza. El resultado final (44,3% vs. 43,8%), es una prueba de su fracaso en el modelo de seguridad para la exportación que copió de Bukele.
Mal hecho (o mal copiado el modelo) el crimen organizado no solo explosionó en las cárceles de Ecuador desde donde operan peligrosos carteles, sino que se trasladó a las calles donde ciudadanos inofensivos (en muchos casos menores de edad) fueron víctimas de una ola de sadismo que nunca antes se había visto en el país. Esto significó, un aumento del número de homicidios intencionales diarios de 13.220 en 2022 a 21.930 en 2023.
Y un total de 67 muertes violentas se registraron durante 2023, que se suman a las más de 450 ocurridas desde 2020, según el Servicio Nacional de Atención Integral a Personas Privadas de Libertad (SNAI), la agencia penitenciaria del Estado.
AFP
El crimen organizado está concentrado en las grandes esferas, maneja recursos económicos comparables a las de un Estado porque actúa en la ilegalidad en actividades que generan multimillonarias ganancias. Bukele se vio en la apremiante y urgente necesidad de negociar su plan carcelario. Bukele tiene 47 años las organizaciones delincuenciales en El Salvador son de toda la vida.
La foto que compartió Doria Medina junto a Bukele ambos sonrientes es aberrante, despoja el sentido común y trasciende el mensaje de bondadoso a sádico. Pedir consejo de seguridad a Bukele debe ser aterrador. Probablemente, el secuestro que sufrió Doria Medina no superó al trauma. Una visita innecesaria y una foto sonriente con el mayor violador de los derechos humanos del continente.
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