Cinco putos jinetes del apocalips
Llegó la salvación y justo en estas fechas de navidad. Cualquiera pensaría que Dios mandó la salvación. ¡Pero no era él! Es la vacuna que hicieron los “hombres buenos”, los “hombres inteligentes”, los “sabios de la nueva era”. Con la generosa ayuda de sus auspiciadores millonarios benefactores. Y en navidad para que Papa Noel y sus elfos junto con los oscuros personajes vestidos de sotana, nos puedan entregar el regalo de la salvación.
En los 10 meses pasados, el mundo cambió totalmente. Ya no hay festivales, ni encuentros, ni de alto ni de bajo nivel. No hay viajes, ni protestas, ni disturbios, ni guerras. Hubo pequeños enfrentamientos en una frontera de China, pero terminaron rápido. Los chinos les mandaron a sus enemigos un tipo de rayos que hace hervir la sangre y estos se escaparon antes de desenvainar sus espadas. Se dieron cuenta que es bastante fregado estar dentro de un microondas.
Y todo está claro. Hay coronavirus. Es un virus mortal y hay vacuna, nos dijeron. Aparecieron los antivacuna y nos bombardearon con información de una nueva cepa que es mucho más mortal. Y los contras se quedaron mudos. Los que se atreven a viajar largas distancias se preparan para pasar por los escenarios de una película de ciencia ficción. Los aeropuertos parecen ciudades fantasmas, los aeropuertos y los aviones están trabajando en función de Amazon, transportadores de carga que se ocupan de traer todo lo que necesitamos hasta nuestra puerta.
Para saber, los nombres de estos jinetes putos, basta ver en Google quién ganó más dinero con la vacuna, barbijos, coronavirus.
Ali Baba, Zuckerberg, Gates, Bezos, Soros… Y los religiosos vestidos de sotana, que de día “bendicen” y de noche violan niños, seguirán firmando pactos con los jinetes alimentando sus esperanzas de vida eternal, así como lo hicieron con Hitler también.
Mientras tanto, los robots serán los nuevos trabajadores ya que la mayoría de los esclavos morirá por el virus éste y de otros venideros. Y los que sobrevivan, estarán en pijama viendo el mundo por el lente de Netflix y HBO. Y serán felices para siempre.
Solo nosotros los más tontos no nos damos cuenta que, en el humano, fue asesinado todo lo que otrora solia llamarse “humanidad”.
Hay niños en Inglaterra que están pasando hambre, dice una noticia internacional. Por fin, el mundo “civilizado” y “el tercer mundo” serán hermanos. Nuestros niños por fin serán iguales. Tendrán los mismos derechos. Derecho al sufrimiento, hambre y muerte.
En solo diez meses lo anormal se ha convertido en lo normal: estudiar desde la casa, trabajar desde la casa, respirar dioxido de carbono a través de un barbijo que no proteje de nada y cerrar a los ancianos con el pretexto de “salvarlos”. Cuantas nuevas “normalidades” nos esperan todavía, pronto sabremos.
Nosotros, los exhumanos todavía tenemos algo de fuerza, pero no tanta como la tienen los robots que se vienen. Y al final ¿cuántos “humanos” quedaran? El número que calcularon necesario estos jinetes putos de la era del apocalipsis que ya comenzó.
Hace poco estos números se mencionaron en los noticieros del mundo, pero el dato se perdió entre tanto informe sobre los muertos por coronavirus.
Y no soy pesimista. Todo lo contrario. Me alegra saber que nos iremos primero nosotros y después se irán los jinetes también.
“Cualquier vela se apaga al amanecer” decía mi madre. “Al que escupa hacia arriba se le cae hacia abajo”, también decía.