
El pésimo sistema de información del TSE ha generado una confusión que dispone que se presenten encuestas incompletas y sin la totalidad de los candidatos que pueden ser ganadores. Hasta la fecha se han presentado diferentes encuestas de preferencia electoral para las elecciones del 17 de agosto. Las han hecho varias empresas y las han aplicado por varios canales. Eso, sin embargo, no garantiza la tendencia de la votación, pero lo que sí refleja con claridad es la confusión en la que nos han sumido a los ciudadanos los encargados del proceso, esto es, el Supremo Tribunal Electoral que de supremo solo lleva el nombre, al que se han plegado los miembros del por siempre cuestionado del Tribunal Supremo Plurinacional, que y desde el nombre dejan mucho que desear porque se ha visto actúan guiados y desprevenidos por sus intereses sectarios.
En el primer caso, es decir, el TSE ha perdido absoluta credibilidad ampliado plazos; rompiendo los procedimientos de inscripción, han jugado con la población dejándola indefensa de información precisa en que confiar. Con la proliferación de las redes sociales, con eso de que todos pueden ser periodistas o peor de que todos pueden tener un medio (el alegato despectivo de Elon Musk), la confusión reina en el mundo; precisamente en Bolivia, en los ambientes de las cortes nacionales y departamentales de los encargados de las elecciones; su sistema de comunicación es inadecuado y no nos vayamos a fiar de apellidos marca cañón y hasta difíciles de pronunciar (Hassenteufeld) por su supuesta probidad. Ya vimos en las elecciones de 2020, lo que ocurrió con el presidente del TSE que desapareció sin dar razones del porque lo hacía en medio de cuestionamientos sobre la integridad de ese proceso.
En las encuestas que se conocen hasta hoy no aparecen unos, quizá los más importantes, no están en la papeleta, se sigue dando plazos para que sus fotografías se inserten hasta no sé cuándo. Reina un mal alado que lo único que hace es confundir a la población. Nunca antes se ha visto cosa parecida. Y como nadie dice nada, menos los que son favorecidos, entonces estamos condenados a participar de un proceso viciado en sus diferentes etapas.