Dos destacados periodistas de dos no menos destacados medios se refieren a la banalización del periodismo y al debilitamiento de la democracia a partir de la inusual cobertura en la que todo o casi todo, más todo que casi se ha naturalizado. El fenómeno obedece según ambos reportajes, que extrapolan en la opinión o comentario, en el sentido de que sería titular que “el hombre mordió al perro” y no cuando “el perro mordió al hombre”. Es el ingrediente esencial para atrapar en una serie del tipo antropológico de un reciente titular de la revista Time que dice “If He Wins” (´Y si gana´ en traducción libre) con foto de fondo del candidato a la presidencia por los Estados Unidos Donald Trump, en alusión a otra tapa de la revista argentina Noticias que lleva el mismo título con la foto de Javier Milei, publicada en 2023 poco antes de las elecciones en el país y la de Trump en la edición del 30 de abril pasado.
La cosa no tendría nada de malo en esencia, más bien creería que las premonitorias caratulas de ambas publicaciones hacen honor al periodismo. Pero las notas van más allá de eso. Se pregunta el periodista del Time Brian Klass si el votante promedio estadounidense votará por un casi psicópata, anormal que responde 91 procesos en la justicia, que se ríe de todos ellos y hasta causa hilaridad cuando declara que Paul Pelosi -esposo de Nancy Pelosi-, expresidenta de la Cámara de Representantes de EEUU- fue atacado en su residencia por un simpatizante MAGA de Trump -ese grupo de su reserva dura y moral del 25%; golpea con un martillo en su cabeza para matarlo. O cuando el mismo Trump advierte ejecutar al máximo general saliente norteamericano, Mark Milley. Trump escribió que la llamada telefónica de Milley para tranquilizar a China después del asalto al Capitolio el 6 de enero de 2021 fue “un acto tan atroz que, en tiempos pasados, el castigo habría sido la muerte”. Solo eso, o sea, nada que deba importar mucho al lector de los diarios.
El autor insiste que se ha pasado semanas buscando la repercusión de ambas noticias en los diarios, pero que no encontró más que pequeñas citas alejadas de las grandes noticias. Esa banalización dice Klass ha debilitado la democracia y por consecuencia se hace una crítica al periodismo norteamericano por haberse adaptado y perder sensibilidad frente a las “trastornadas incitaciones a la violencia”.
Desde ese punto de vista parecería evidente el trastorno, a no ser que el caso de las comparaciones encuentra en Trump la receta para decir que el periodismo está extraviado en algún lugar de las sombras. Los ejemplos pueden reproducirse innumerables veces y estoy seguro que encontrarán parangón con cosas del diario vivir que fertilizan el camino a la destrucción de la democracia. En Bolivia podemos hacer el ejercicio innumerables veces y encontraremos de lo mismo. Ejemplos por decir lo menos hay muchos y más burdos considerando las peculiaridades geográficas de los países.
O como cuando se aprueba sin sustantivo referente en titulares de los grandes medios la matanza de las tropas israelíes en Gaza o cuando no se dice nada sobre la necesidad de seguir pulverizando las noticias que merecerían tapa con fakes del tipo irreproducible de que Choquehuanca cree en extraterrestres y está gobernando con el reloj del tiempo incrustado en otro calendario milenario que en lugar de avanzar retrocede. Son ejemplos que dicen que lo de Trump es apenas una consecuencia funesta o no (léase como se quiera) de la naturalización del absurdo o que a Milei le habla Cohan (el perro muerto) desde el más allá para iluminarlo en sus furtivos ataques a sus adversarios ideológicos. No es justo rodear con tanto escarnio a Trump sin mirar el oscuro panorama que nos rodea del que nadie se encarga o dice algo.