La moda política del horror, el eterno retorno de lo mismo

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El humo se devoró seis cuerpos. Cuatro de ellos encerrados en un minúsculo baño de un edificio alquilado donde funcionan las oficinas municipales. A días de la tragedia que vuelve a enlutar El Alto, la muerte es la respuesta a dos grandes contradicciones. En octubre de 2003 más de sesenta fallecidos enfriaron en el cadalso las intensiones de un Gobierno que había acabado de cumplir su primer año de gestión. En un par de ocasiones durante ese año, equipos del Gobierno dispusieron en línea un escenario que sin darse cuenta provocaría su derrota. La instrucción de los filtros de vender gas por Chile acaloró la discusión olvidando que la atención popular demandaba Asamblea Constituyente y exigía reformas políticas sustanciales a la “democracia pactada”. Los actores políticos olvidaron su mandato hasta que la grieta estalló.

En el presente, el Gobierno del MAS ha resuelto identificar a los actores del pasado en consecuencia a un futuro probable. “Lo que es nuevo no cambía nunca”, decía Walter Benjamin. Identifican a la derecha con el “imperio” en la mala hora que los acosa desde los frentes de batalla. El Gobierno dice que las denuncias que enturbiaron el ambiente oficialista poco antes del Referéndum, son un ataque de la derecha desde la embajada de los Estados Unidos. Quizá el presidente tenga información sobre qué métodos se articulan en su contra. No sería la primera ni será la última.

El ensayo provocado en 1994 con los “narcovínculos” tiene sentido en la articulación de los elementos que buscan vaciar el contenido a la capacidad mediática del escándalo. Son datos que se vinculan. La jugada resulta doblemente certera porque despoja al enemigo de su argumentación ideológica y activa la repulsa colectiva.

Todo hace sentido en la tragedia. La acusación apunta una constante en la hermenéutica que busca la liquidación. En el caso de Paz Zamora las agencias estadounidenses esperaron que culminara su mandato porque era muy probable su retorno a la presidencia cuatro años después. El jefe del MIR desafió con la hoja de coca prendida en la solapa viajando por el mundo. “Coca no es cocaína”, decía. Sus relaciones con la izquierda europea y su amistad con Fidel Castro,  no eran asuntos menores. Evo identifica a la embajada con el reciente ataque. La forma cambía el fondo no.  De ahí que la segunda descarga cae como rayo sobre el segundo en el mando; promover su derrota académica persigue un objetivo aun más perverso porque toma cuerpo en su propio decoro: en sus ideas; en el despojo de su capacidad intelectual que es un valor tan grande como su propio futuro.

En menos de dos semanas, han sido golpes de impacto fulminantes. La fragmentación es el siguiente paso. No hay factores casuales en la política. Independientemente del resultado del Referéndum, las cartas están echadas. En octubre de 2003 dat0s había denunciado que el movimiento popular que articulaba la caída de Sánchez de Lozada no era espontáneo como se decía. Hace  poco menos de un año la alcaldesa de El Alto Soledad Chapetón me dijo que participó en esas movilizaciones como el conjunto de la ciudadanía alteña lo hizo de forma espontánea. Dudo que haya sido así. Otros factores se articularon antes, la preparación de líderes locales toma un tiempo, las metas del resultado final no pueden quedar sueltas cuando se persigue un ensamblaje que modifican las estructuras del poder vigente. Los intereses son refractarios.

La quema de la alcaldía en El Alto el pasado 17 de febrero tiene una lectura más amplificada de lo que se dice que es. Son acontecimientos que envilecen; hunden en las llamas de la renovación, reviviendo y cayendo de nuevo, el monótono fluir de un reloj de arena, que se invierte y se vacía eternamente. El mismo Walter Benjamin decía que “la novedad es el origen de la apariencia”. Cuando hablé hace un par de meses con el vicepresidente relató el placer de la seducción del enemigo después de su derrota. La tesis se confirma escuchando a  funcionarios estatales cruceños que condensan un placer al horror por la apariencia; el éxito efímero de la moda: los globos, el baile, el saco sin corbata y otras eficaces creaciones del cotillón  para cuando la luna de miel de paso a lo real.

Un ejemplo del boomerang que resulta confundir forma con fondo (y de lo que puede venir) fue la toma violenta de la alcaldía del El Alto. Entonces, esos mismos funcionarios tratando de encontrar el éxito de su activismo político dijeron que la actitud de la alcaldesa Chapetón no era sincera. “Son lagrimas de cocodrilo”, dijeron. La semiótica del progreso asociado a la tragedia. Benjamin sostenía la obsolescencia de lo nuevo. “Lo que es más nuevo no cambia nunca; esto más nuevo, en todas sus partes, sigue siendo lo mismo”, pesimista con lo moderno como Nietzsche, quien también descreía de la posibilidad de inventar un futuro que no cayera en el círculo del “eterno retorno” de lo mismo.

La misma articulación de objetivos se aplica a los métodos indescifrables que usan quienes son el poder planetario. Las fotos y audios o videos (no me voy a referir a cuales porque han circulado muchas y sería difícil enumerarlos) ya no le sirven al Gobierno para reforzar el vínculo de afecto con sus votantes. Una llamada de atención; cuando los métodos dejen de ser nuevos por el solo efecto del paso del tiempo.