Los motivos de EE UU

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Foto: Reuters

La migración ofrece el pretexto perfecto a Donald Trump para lanzar su campaña presidencial para enardecer a su electorado

Las razones de Donald Trump para amenazar a México con el alza de las tarifas comerciales tienen que ver con su reelección. Lo sabe él, lo sabemos todos. El primer incremento, del 5%, está programado para el 10 de junio, y justo ocho días después haría pública su decisión de lanzarse por un segundo período presidencial. Las fechas no son casuales, necesita para lanzar su campaña enardecer a su electorado con una muestra de poderío. La migración ofrece el pretexto perfecto.Recordemos que uno de sus principales lemas en 2016 fue la construcción de un muro en la frontera pagado por México. Y nótese la segunda parte de la frase. No se trataba solo de evitar el paso de los migrantes mediante la edificación de una muralla, se requería, además, infligir la humillación de que fuera el afectado quien la financiara. Para Trump el triunfo no es completo si no va acompañado de la exposición del vencido en rodillas. La victoria tiene que ver con la exhibición del poder, no solo con la obtención del botín.

Y por desgracia ha diseñado el mecanismo perfecto para mantener durante varios meses y según lo requieran las vicisitudes de campaña el espectáculo de un circo que exhiba su poderío. Como se sabe, la aplicación de tarifas será gradual: 5% el 10 de junio, 10% el 1 de julio, 15% en agosto, 20% en septiembre y 25% en octubre, dependiendo de los esfuerzos que haga México para detener el tráfico de ilegales, en su mayoría centroamericanos que pasan por su territorio. El único problema es que la sacrosanta apreciación de Trump es la que calificará el desempeño de México en esta exigencia.

Esto le permite al presidente sostener de manera permanente y a lo largo de la campaña una espada de Damocles que puede utilizar a placer, según sus necesidades políticas. Detener la progresión de las tarifas, suspenderlas del todo, prolongarlas hasta el próximo año. Toda medida conciliatoria que ofrezcan los mexicanos será exhibida como una muestra de poder y un triunfo personal.

Por supuesto que hay una factura política al buscar una reelección a costa de la economía mexicana, considerando la interdependencia entre los dos países. Hay poderosos intereses estadounidenses afectados que ya se han manifestado.

¿Cuál es el mejor escenario para Trump? Ganar la partida frente a su electorado sin pagar demasiados costos en otros frentes políticos. Es decir, subir la tarifa al 5%, congelarla aduciendo que México ha introducido cambios importantes para ayudar a Estados Unidos en el tema migratorio y luego entrar en un período de prueba (incluso llegando a un 10%). Esto le permitiría a Trump ufanarse de las bondades de su extorsión sin causar excesivas olas. Llegado el caso, dentro de algunos meses podría volver a subir la apuesta y amenazar con un incremento adicional.

¿Qué es lo que le conviene a México? Que Trump consiga su objetivo sin necesidad de hacer el primer incremento. Es decir, que en la ronda de negociaciones que se lleva a cabo en estos días, la Casa Blanca considere que ha obtenido suficientes concesiones como para que Trump pueda exhibirlas como botín de guerra y haga innecesarias las sanciones anunciadas. Para nuestra desgracia Trump es poco dado a sutilezas. Quien se ha armado para una guerra que espera ganar no regresa del campo de batalla sin darse el gusto de disparar un tiro, así le digan que ya ha vencido. Así que lo más probable es que opere el primer escenario lo cual tampoco es calamitoso. Un 5% puede ser absorbido en parte por los productores mexicanos porque lo compensan con la depreciación del peso que se ha experimentado en los últimos días.

En México hay quienes consideran que la actitud conciliatoria del Gobierno ha sido humillante y que habría que desdeñar la extorsión, no ceder a las presiones y amenazar a su vez con represalias comerciales. Tal estrategia me parece suicida. Jugar a los machitos contra la belicosidad de Trump y la desproporción entre los dos vecinos sería terriblemente irresponsable. La vulnerabilidad de México frente a las remesas, el turismo, las inversiones, los suministros estratégicos (gasolina y gas para no ir más lejos) y un largo etcétera nos haría perder antes de haber empezado. La mera lectura de este escenario provocaría el desplome del peso y la huida de capitales.

Cuando un Ejército imparable amenaza con destruir tu ciudad lo más responsable que puede hacer un gobernante es pensar en los hombres, mujeres y niños que la habitan y no en la posibilidad de inmolarse para la historia. Negociar el menor botín de guerra posible y lograr que el invasor pase de largo. México tendría que fortalecer a los actores políticos estadounidenses que se oponen a las sanciones tarifarias, sin enfrenar directamente a Trump, y ofrecer concesiones lo menos onerosas posible que permitan que el tipo lleve su batalla a otros lares. Parecería ingenua la actitud del presidente mexicano con su llamado a la concordia cuando el otro está cortando cartucho, pero bien mirado es parte de una estrategia que puede minimizar el riesgo de lo que podría convertirse en una tragedia.