Muchos tenemos coronavirus sin saberlo; estas son las implicaciones
Durante una sesión informativa en Ginebra, Maria Van Kerkhove, líder técnica de la Organización Mundial de la Salud para el COVID-19, asombró a las autoridades sanitarias del mundo al declarar que “aún parece raro que un individuo asintomático contagie a otro”. Al día siguiente, Van Kerkhove y la OMS se apresuraron a aclarar que aún hay muchas incógnitas en torno a la transmisión asintomática del virus.
Si bien es cierto, las respuestas están surgiendo poco a poco. Aunque aún no es concluyente, cada vez hay más evidencia que sugiere que una persona asintomática puede transmitir el nuevo coronavirus sin saberlo, tal como un individuo presintomático lo transmite antes de enfermarse. Debido a su naturaleza binaria, el COVID-19 -con frecuencia benigno, pero en ocasiones mortal- entra en una categoría singular entre los patógenos comunes que afligen a la humanidad.
Desde mediados de abril, hemos rastreado una serie de estudios médicos y noticias que han aclarado la prevalencia de la infección asintomática del SARS-CoV-2, el virus que causa el COVID-19; y cada vez son más. En nuestra evaluación, que se publicó recién en los Anales de Medicina Interna (Annals of Internal Medicine) reunimos datos de 16 fuentes distintas, provenientes de todo el mundo y contextos tan diversos como cruceros, asilos, refugios para indigentes y cárceles.
Tras evaluar la tasa general de infección asintomática, descubrimos drásticos valores atípicos. Por ejemplo, entre 3,277 reclusos en cuatro estados de Estados Unidos que dieron positivo al coronavirus, un alarmante 96% era asintomático cuando se realizó la prueba. En contraste, solo 6% de los 48 residentes infectados en un asilo era asintomático. Parece ser que una variedad de factores explica estos extremos, entre ellos la edad o la previa exposición a otros coronavirus más benignos.
Al margen de estos valores atípicos, nos impresiona la uniformidad de los datos de las tres muestras representativas en nuestra colección. Para calcular con precisión el porcentaje de personas infectadas y asintomáticas, científicos seleccionan a miembros de la población al azar para realizar pruebas del coronavirus, como han hecho estudios en Islandia e Indiana, o examinan a casi toda la población, como sucedió en un poblado del norte de Italia.
Estos tres estudios calcularon porcentajes de infección asintomática de 42, 43 y 45%. A sabiendas de que algunos individuos en estos grupos presentaron síntomas después, concluimos que la tasa general de infección asintomática es por lo menos de 30% y puede llegar hasta 40 o 45%.
El estudio en el norte de Italia tenía un rasgo único: los investigadores realizaron las pruebas dos veces, al principio y al final de un periodo de dos semanas. En la epidemiología a esto se le conoce como datos longitudinales, es decir, que demuestran el progreso de una enfermedad. En este caso, ninguna de las personas asintomáticas había desarrollado síntomas hacia el final del estudio. En estudios similares, que se realizaron en Grecia y Japón, solo una fracción menor de asintomáticos presentaron síntomas. Se necesita mayor información para aclarar las proporciones verdaderas de los individuos presintomáticos y asintomáticos.
Los científicos italianos rastrearon la cadena de transmisión viral y así descubrieron que los asintomáticos pueden infectar a otros individuos. A esa misma conclusión llegaron los investigadores que estudiaron a residentes de un asilo. Asimismo, oficiales de la Marina de los Estados Unidos encargados de cuidar de tripulantes infectados a bordo del portaaviones USS Theodore Roosevelt reportaron que los individuos asintomáticos siguen dando positivo en las pruebas de coronavirus durante un periodo de 14 días o más, y probablemente puedan infectar a los demás. Lo que no queda claro es la frecuencia con la que los asintomáticos transmiten el virus.
La probabilidad de contagiar a otros no es el único riesgo de estar infectado sin tener síntomas. Estudios de Japón y Corea del Sur revelan anomalías en los pulmones de individuos asintomáticos. Se trata de regiones borrosas en las tomografías, las características “opacidades en vidrio deslustrado” que, ahora se sabe, son una señal inequívoca del COVID-19.
No queda claro lo que estas anormalidades pulmonares supongan para la salud a largo plazo de los individuos asintomáticos (un duro recordatorio de que la ciencia apenas comienza a entender los daños que puede causar este nuevo patógeno).
¿Qué hacer con la información de que la infección asintomática por coronavirus es común? En el plano individual, saber que usar cubrebocas fuera de casa sigue siendo esencial porque existe la posibilidad de estar infectado sin presentar síntomas. Para proteger a los demás compórtate como si estuvieras infectado.
En el plano social, saber que la infección asintomática generalizada implica que se deberían realizar más pruebas del coronavirus, tal vez incrementarlas por un factor de 10 o más. Centrar los estudios exclusivamente en los enfermos con síntomas, como se ha hecho hasta ahora, es un error. Las autoridades sanitarias deberían abarcar a un sector más amplio de la población.
La ciencia se enfoca en visibilizar lo invisible, en contemplar cosas conocidas con métodos desconocidos. Ahora que sabemos que muchas personas que se contagien de coronavirus nunca desarrollarán síntomas, pero pueden contagiar a otras, tenemos que repensar y revisar las tácticas para controlar la pandemia causada por el COVID-19 y algún día ponerle fin.
Daniel P. Oran está en el grupo de medicina digital del Instituto Translacional de Investigación Scripps. Eric J. Topol, profesor de medicina molecular en el Scripps, es fundador y director del SRTI.