Un baño de popularidad que no es nuestro

Por Carlos Rodriguez San Martín
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Foto: Josué Cortez | ABI

Se equivoca el presidente Luis Arce si cree que su Gobierno se fortalece con el vergonzoso espectáculo de ayer. Sale aún debilitado, cediendo espacio; asfaltando el camino de quien supuestamente se ha convertido en su principal enemigo político: Evo Morales. El artífice del bochorno, el exjefe del Ejército, general Juan José Zuñiga, había sido destituido el martes después de declarar en un canal de televisión que impediría que el expresidente vuelva a postularse a la presidencia y citó en la entrevista un par de veces que se lo impide la constitución.

Además, el exjefe militar, había señalado en esa misma entrevista que de ser necesario “encarcelaría a Morales”. En las últimas tres semanas Evo se ha convertido en actor de primer orden de la actualidad política, dejando claro oscuros, reforzando su predilección al enfrentamiento. No descansa en atizar el ambiente con descargas amenazantes de arder Bolivia si le niegan la postulación. Hábilmente, distribuye abrazos y guiños asomando videos a las redes sociales con picardía entre risas, ajíes, visitantes extranjeros, señoritas de pollera, jeans y camperas.

La justicia, último eslabón del Gobierno del presidente Arce, ha enturbiado el ambiente mandando sobre la Asamblea Legislativa Plurinacional. Ha anulado sus actuaciones, reconsiderando qué vale y qué no, los asambleístas se han vuelto un cero a la izquierda. La seguridad jurídica ha tocado su límite, se amenaza con cárcel a quienes validen las sesiones en las que se podrían urdir complots o “golpes blandos” contra el Gobierno.

Casi como siempre, en los cuarteles se respira inquietud y obediencia, aunque esta vez, con un complemento especial: al servicio pormenorizado, según la carta. Tras la detención del exjefe del Ejército, este ha descargado la responsabilidad por el bochorno de ayer contra el presidente Arce, que le habría pedido que necesitaba tanques en las calles para subir su popularidad.

Es así de la forma en que el general J.J. Zuñiga habría instruido que unidades motorizadas se enfilen este miércoles después de mediodía rumbo a la plaza Murillo. Allí, dentro de una tanqueta, no se sabe si por la pérdida abrupta de la razón, desquiciado o por un cierto grado de locura provocada por efecto de algún embrujo despachó dos veces golpes contra la puerta de hierro forjado del histórico Palacio Quemado hasta desprenderla de su marco.

Ni el ministro Del Castillo impidió que el general golpeará a viva voz en tono envalentonado: “Las Fuerzas Armadas pretenden reestructurar la democracia, que sea una verdadera democracia, no de unos dueños que ya está 30 y 40 años en el poder. Vamos a liberar a todos los presos políticos. Desde Camacho, la expresidenta Añez, los tenientes coroneles, los capitanes que están presos. A las Fuerzas Armadas no le faltan cojones para velar por el futuro de nuestros niños”. Dicho todo esto volvió a montar el carro blindado en el que permaneció hasta emprender la retirada.

Mientras todo esto sucedía ante el azoró de la gente que se volteó a las calles unos a defender a Arce y los más a llenar de gasolina los tanques de sus vehículos o a comprar frenéticamente en los locales de bebidas y comidas, mercados, tiendas de barrio y de abasto, una voz entrecortada de ambición y drama anunció por sorpresa la posesión del nuevo Alto Mando Militar en acto especial a celebrarse en la Casa del Pueblo. Minutos después –Arce y Choquehuanca- juramentaron a los nuevos jefes militares, diminutos ante tamaño enredo.

El primer pedido del nuevo comandante general del Ejército, José Wilson Sánchez, fue dirigido a los rebeldes a los que instruyó se desmovilicen y se retiren a sus unidades. Inmediatamente, obró la magia: tanquetas y efectivos militares emprendieron la retirada fulminante de la plaza Murillo que se llenó de simpatizantes del gobierno a saludar a su líder político. No tardó Arce en aparecer en los balcones del Palacio Quemado y luego cargado en hombros por sus correligionarios saludo a todos y dio gracias a Dios en su fuero interno.

La tarde ha caído, un olor a madera quemada y a gases todavía se respiran en círculos de mayor especulación que es lo que bien ha logrado el efecto de esta intentona. Los líderes políticos se pronuncian, entre las cuerdas (casi como siempre); exigen vencidos defender la democracia. Un libreto con número y forma se difunde en las redes sociales denunciando la contribución de este drama atemperado con hollín de otras tierras, que no son lo que fueron recuerdo de otros tiempos nuestros golpes de Estado.

Este guion no es netamente boliviano.