Un día después

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Foto: Revista dat0s 234

No voy a escribir sobre esa pastilla del día después. Ni sobre ese dolor de cabeza día después de una noche de bebidas. Quiero escribir sobre ese día después de la pandemia, después de las elecciones, después de un año de malas políticas. Ese día cuando uno despierta y se debe enfrentar a un comienzo de algo nuevo. El día cuando todo lo soñado, planificado, sembrado, comienza a dar frutos. Resultado, reacción, efecto, conclusión. Después de un sueño o una pesadilla. Depende de aquel que estaba dormido. Y de sus sueños.

Hace solo un año nadie soñaba que nos íbamos a encontrar en el medio de una pandemia planetaria (al menos la mayoría no lo sabíamos). Al parecer en este momento nadie puede saber cómo será ese primer día después de la crisis pandémica planetaria. Ese día después. ¿Volverá todo a su lugar de alguna manera mágica, o estaremos enfrentando algún tipo de la revolución global? Mi generación declara casi al unísono que la preocupación va dirigida hacia la juventud.

“Nosotros de todas maneras ya hemos tenido tiempo para vivir tantas cosas que ahora nos basta con un buen libro, un café, copa de vino y poca comida. Ventajas de la edad. Mucho más complicado debe ser para los jóvenes que indiferentes y apáticos de todas maneras planificaban irse a buscar oportunidades en otros lados. Ahora están encerrados y en contra de su voluntad atrapada en sus países donde tendrán que buscar la manera de armar las condiciones mejores para sí mismos.

Es por eso que esta época pandémica comienza a generar los conflictos sociales, políticos, económicos, filosóficos, de mentalidades y estados. Algunos perderán millones, otros perderán trabajos que les garantizan la existencia mínima.

Y mientras esperamos ese día después de la pandemia habrá otros días después. Es hora de comenzar a acostumbrarse. Aquellos que todavía no lo hicieron. Por ejemplo, aquellos que el octubre anterior olvidaron que vendrá ese día después. Se olvidaron de muchas cosas. Lo más importante: se olvidaron que sus adversarios no eran los opositores, artistas, empresarios, diplomáticos y políticos. Su adversario era mucho más grande y numeroso.

Pueblo que pelea por su derecho de tener y expresar su propia voluntad. Sea esto correcto o equivoco lo dirá la historia. Pueblo que no acepta ni mentiras ni chantajes. Pueblo que no cree en alquimistas que prometen transformar una piedra en oro y no se tragan la mentira que el agua es dura y la piedra es suave. Aquellos que nunca aceptarán como prioridad el interés personal sobre el bien de una sociedad. Sin importar de quien se trata. La verdad encuentra su camino para revelarse tarde o temprano. Y no es esa falsa verdad que se arma en las redes ni siquiera en los medios. Es la verdad que explota, rebalsa, brota, grita, se enciende y abruma. Tarde o temprano. Demuestra y desnuda al rey y/o a la reina frente al espejo.

Ese día después cuando el alcohólico decide dejar la bebida y el enfermo busca ayuda médica. Ese día después es cuando uno, sea individuo o una sociedad o la humanidad colectiva toma la decisión para elegir un camino nuevo. Entonces comienza la preparación larga para un nuevo día después que inevitable llegará. Depende de una larga cadena de pasos y decisiones como será ese siguiente despertar.

Mientras tanto me conformo con pedir una copa de vino y comenzar el día después. Que sea una, pero de buena calidad. Calidad sobre todo. Restauráremos, si es posible, este siglo de las mentiras en tiempos de calidad. De lo contrario nuestro siguiente día después podrá ser fatal.

 

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