Las redes y su rol

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Desde que en el año 1971 se enviará el primer e-mail entre dos ordenadores que se hallaban situados uno al lado del otro, la tecnología de la comunicación ha evolucionado al punto que hoy es impensable el desenvolvimiento del ser humano sin el uso de los instrumentos que ha desarrollado. Han sido las redes sociales genéricas las que con mayor fuerza han alcanzado un protagonismo central en el quehacer diario (Facebook, Instagram y Twitter) desplazando a las llamadas redes sociales profesionales y las temáticas. Por tanto, es imposible que dentro la dinámica que se impone en círculos profesionales, empresariales, comunicacionales, educativos, recreación, publicidad y un largo etcétera, etcétera, etcétera, esté ausente el uso de  Facebook, Twitter o Whatsapp, que son los que han servido para cambiar los paradigmas de la comunicación.

Bajo esa mirada, han sido las redes sociales por Internet las que han marcado una nueva manera de enfocar la corriente de opinión, además de servir de plataforma para la expresión de ideas. Una clara, útil y revolucionaria forma de democratizar la transmisión de pensamientos, diría.  Ahora bien, probablemente el presidente no comparta este criterio. Para él, “la mala información difundida en ellas puede tumbar gobiernos”, en alusión al comportamiento de la sociedad civil en las redes sociales en todo el proceso pre electoral del referéndum por la reforma a la Constitución. “¿Cómo por una cuestión de envidia, de intereses de carácter sectorial o intereses ajenos a los intereses de Bolivia, se pueda hacer mentiras, calumnias, para dañar a Bolivia? Porque no hacen daño a Evo sino a Bolivia”, cuestionó el jefe de Estado.

Recordemos que fueron las redes sociales un factor detonante para que se haya desatado lo que se conoció como la Primavera Árabe. Desde las redes sociales se generó un movimiento ciudadano capaz de luchar por la reivindicación de los derechos humanos y por el respeto de principios de orden democrático ante un permanente hostigamiento por parte de nomenclaturas acostumbradas a ejercer el poder sin alternancia. En este caso, las redes sociales sí sirvieron para tumbar gobiernos, lo que no quiere decir que la expresión de hastío con la corrupción y con el propósito de permanencia en el poder de castas partidarias, hayan restado legitimidad a Facebook o Twiter. Siendo así, me queda claro que éstas pueden gustar o no, e incluso pueden ser encomiadas en función al resultado que a uno le sirva.

Probablemente el presidente haya tenido otro concepto sobre ellas en justas pasadas, en las que fueron precisamente las mismas las que de alguna manera sirvieron para demostrar el cansancio de la gente en una clase política anclada en sus propias contradicciones. En ese entonces nada se dijo debido a que Facebook y Twitter servían. Más claro, que las redes no construyen candidatos ni hacen que éstos alcancen el triunfo. Fortalecen candidaturas o ayudan a diezmar a otras, en función -en ambos casos-, a las características del aspirante o a la contundencia, razonabilidad y certeza de la temática.

Si uno no tiene razón o si pretende algo que no está bien, no serán las redes las causantes de la derrota, o de la victoria pírrica. Pensar que las redes tienen la capacidad de confundir a la gente al punto de guiarla en masa hacia una corriente determinada, es dudar de la inteligencia y racionalidad de las personas, por decir lo menos. Por ello, no es correcto señalar que una mentira en las redes sociales -al estilo “goebbeliano” que tan de moda está- y repetida reiteradamente, se convierte en verdad.

El ciudadano boliviano ha adquirido un nivel de madurez democrática que hace que entienda exactamente cuál la dimensión de las cosas y cuándo se dice la verdad y cuándo no. Comprende lo que lee, asimila lo que considera correcto y rechaza aquello que tiene un tinte de sensacionalismo y vaguedad.

El debate está abierto.