Cierre de campaña. Preguntaron Costas y Suárez. Doria Medina pidió voto útil. Hubo fuertes ataques a Morales y a García Linera. Las promesas fueron genéricas: salud, educación y seguridad ciudadana
El desafío está lanzado: “¿Cuándo ganó el MAS en Santa Cruz?”, preguntó Rubén Costas, con una voz que recuperó el rugido del primer cabildo. Incluso volvieron los gritos de autonomía, mientras la luna llena iluminaba las banderas blancas que ondeaban anoche en el cambódromo. El cierre de Unidad Demócrata tiró del cruceñismo para tratar de mantener a Santa Cruz como plaza opositora. Entre folclore oriental y cumbia, Samuel Doria Medina repitió que no se puede morir y Ernesto Suárez se dejó querer con un discurso confrontacional y didáctico.
UD acomodó su tarima a unos 600 metros del cuarto anillo y tapizó 350 metros de cemento con sillas y graderías para recibir a su militancia. Tampoco ahorró en banderas blancas ni en cotillón proselitista, pero su torpe seguridad obligó a los que fueron a expresar su apoyo a Samuel y a Ernesto a caminar hasta el cuarto anillo para acceder al recinto.
A las 18:32, todo comenzó a rodar. Si el oficialismo trajo a Bronco desde México, UD tuvo a su charro camireño, el Chente de Yo me llamo. Pero la que calentó al público fue Alenir Echeverría, que con su vozarrón los puso a bailar. Luego, Jaque Mate puso el acento donde lo quería Rubén cantando su hit, Autonomía, Carajo. La cumbia de Naranja Mecánica se hizo coro general y ocupó el tiempo correcto como para que a las 19:55 subieran todos los candidatos de UD y el acto político empiece.
En horario estelar de televisión, a las 20:00, el que habló fue Costas. Voz ronca, tono solemne, negó que Bolivia viva una época dorada. “Será dorada para ese sinvergüenza y para su familia, pero no para la familia boliviana”, dijo. Antes de reciclar su discurso del 24 de septiembre y exigir pacto fiscal, mandó un mensaje doble: “Ernesto y yo no nos vamos a ir nunca de Bolivia. Que lo sepan los extremos, los de izquierda y de derecha”, dijo. Luego se preguntó “¿cuándo el MAS ganó en Santa Cruz?”, olvidando la victoria oficialista de 2006, para la elección de constituyentes.
El binomio
Cuando Suárez iba a comenzar a hablar, el público comenzó a emocionarse y a corear su nombre. El beniano aseguró que allí estaba la gente que no tiene precio y comenzó un fuerte cuestionamiento al Gobierno. Aseguró que la pobreza sigue intacta, que se gastaron 400 millones en “un satélite que está tan perdido como Evo Morales”, que con eso se pudieron construir 20 hospitales de tercer nivel o 65.000 casas.
Luego comenzó a poner ejemplos, vivencias.
Aseguró que hace 10 días fue testigo de cómo una bebé pandina murió 10 minutos antes de llegar a La Paz cuando la transportaban de emergencia en una incubadora, porque en Cobija no hay un hospital de tercer nivel para atenderla. También preguntó al público si el MAS ganaría en Santa Cruz, para recibir un ‘no’ a coro y prometió que Samuel aprobará un seguro universal de salud. En todo momento, Ernesto mencionó a su compañero de fórmula, trabajó para él.
Cuando le tocó el turno a Doria Medina quedó claro que no tiene la voz ronca ni potente, como las de Rubén y Ernesto, pero intenta tener la misma intensidad. Aseguró que el domingo van a dar tunda, que van a guasquear a los masistas.
Después pidió a todos los asistentes que hablen con su familia, amigos, compañeros de trabajo para convencerlos de votar útil. Ahí comenzaron las promesas, genéricas: salud, educación, seguridad ciudadana y oportunidades para todos. Samuel se despidió con una promesa: “Hasta que los bolivianos no tengan un buen sistema de salud, trabajo digno y una buena educación, ¡Carajo, no me puedo morir”, dijo.
El final llegó como en los cabildos, con Tingo Vincenti cantando No hay tierra como mi tierra. Samuel bajó de la tarima y, pese a que el bailongo se instaló, el acto político había terminado