Demócratas y camachistas, en guerra discursiva por el poder

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Foto: El Deber

Ni bien pasaba un día de la difusión de los resultados de conteo rápido, en los que el MAS figuraba con más del 50%,  Demócratas apuntó contra Fernando Camacho. Aquel 19 de octubre, Tomás Monasterio, ahora exdiputado, tuiteó: “Camacho abrió la puerta y puso la alfombra para el retorno del MAS”. Desde Creemos, según los medios locales cruceños, replicaron con  que el ataque y la guerra sucia fueron  la peor cara del proceso electoral.

No sería la única vez en que ambos bandos entrarían en una guerra discursiva. El 11 de noviembre, Vladimir Peña, secretario de Gobierno de la Gobernación, declaró que si el gobierno de Jeanine Añez hubiera sido de Demócratas, no hubiera formado parte él, entre otros, Camacho.   “Si hubiese sido un gobierno de Demócratas,  nunca hubieran entrado  Camacho, ni Murillo  ni Branko”, declaró  Peña en una entrevista a  El Deber.

Desde Creemos, el  diputado Erwin Bazán replicó:  “Los Demócratas con Jeanine gobernaron, robaron y quisieron prorrogarse más allá de la cuenta y todo les salió mal.(…)”.

La más reciente escaramuza  ocurrió  el martes, cuando circuló en redes que en Montero la concejala -elegida con la sigla de  Demócrata-  Beatriz Duarte  supuestamente apoyó al MAS para destituir al burgomaestre  y nombrar a  Teresa Paz como alcaldesa. (Después la concejala Duarte aclaró que se abstuvo de votar)

“El concubinato MAS-Demócratas continúa… La vieja política pactista sigue dándole la espalda a nuestro departamento”, tuiteó esta vez Camacho. Peña, quien es precandidato a gobernador, respondió: “Camacho nuevamente miente. La concejala de Montero  Cecilia Duarte, hace mucho tiempo que se pasó a filas de Creemos (…). Demócratas no transó ni transará con el MAS”.

El analista político Orlando Peralta manifestó que el caso Montero refleja la disputa política que hay por el poder local en Santa Cruz entre el liderazgo emergente del camachismo y la estructura político-partidaria de Demócratas, en un contexto en el que Rubén Costas, líder máximo del partido verde,  ya no competirá por la Gobernación.

Costas lleva tres elecciones ganadas de forma consecutiva desde 2005. Hoy por hoy,  no obstante, su nombre suena para la Alcaldía de la ciudad de Santa Cruz.

“El ‘voto cruceño’,  que recurrentemente en las pasadas elecciones departamentales  hizo ganar a Rubén Costas, es un voto fiel a un candidato que sea alternativo al MAS y que sea un líder con identidad política fuerte cruceña. Costas ahora deja un espacio vacío, porque ya no es candidato a gobernador”, sostuvo Peralta.

El analista agregó  que Camacho tiene un liderazgo fuerte, y que si va por la Gobernación hará que los comicios sean  competitivos, pero afirma que la disputa entre Demócratas y el camachismo deja en incertidumbre si “ese voto cruceño” se lo van a dividir en esos bandos, o si con la ausencia de Costas en la papeleta departamental    engrosará alguna  de las opciones.

El analista Rolando Schrupp expresó: “La ausencia de un proyecto para la lucha política y la batalla cultural en Santa Cruz nos reduce a la discusión de personalidades individuales y no a la estructuración alrededor de ideas fuerza. El largo periodo de la resistencia a la Teoría del Odio del autoritarismo ha sido estoica, pero ha creado heridas profundas y ha desgastado las propuestas políticas, reduciéndonos a prácticamente una sociedad en luchas tribales”.

Desde que los  prefectos  (ahora gobernadores) se eligen por voto,  el MAS no pudo ganar en Santa Cruz. Peralta sostuvo  que la disputa que hay entre Demócratas y el camachismo   da una ventaja al MAS, que mira de lejos y conserva su votación.  “Esta disputa  es tóxica  para ambos, a ninguno les beneficia”, agregó.

Costas y Camacho saltaron a la palestra política desde el  Comité pro Santa Cruz. ¿Por qué ese “origen” no se traduce en que sean “aliados naturales”? Schrupp manifestó: “La política cruceña, al igual que la boliviana, se encuentra en una crisis de propuesta. Se plantea de un tiempo a esta parte únicamente la posibilidad de la capacidad de oponerse al proyecto político hegemónico del Socialismo del Siglo XXI vía el masismo pero sin la posibilidad de plantear una alternativa a la sociedad para abordar la solución a los problemas económicos y sociales”.