El trasfondo de la ´hijab´de Mahsa

Por Carlos Rodriguez San Martín
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Mahsa, protestas por su muerte. Irán
Foto: AFP

El departamento del Tesoro sanciona a altos cargos del Gobierno de Irán por reprimir las protestas por la muerte de Mahsa y suprimir el Internet. El trasfondo por las sanciones.

Después de dejar territorios devastados por la intervención militar que usó la justificación del ataque contra las Torres Gemelas de Manhattan en 2001, EEUU intensificó su presencia para sembrar el caos en el Medio Oriente. La sanción de ayer contra el ministro del Interior iraní Ahmad Vahidique estuvo en Bolivia en 2011, invitado por el otrora Gobierno de Evo– por desatar la violencia por la muerte de Mahsa Amini de 22 años, sirve como pretexto para denunciar la violación de los derechos de las mujeres como víctimas del régimen tiránico de Irán. No cabe duda. Los norteamericanos no han dejado de mirar el Medio Oriente de todas formas. Alejarse de allí gradualmente como lo dispuso Trump tiene un enorme precio. Se paga con la reacción de las mujeres en todo el mundo que han decidido cortarse el pelo en protesta por la muerte de la joven iraní.

El caso es que Amini había sido detenida por la Policía de la Moral – repase el nombre- con el argumento de que no llevaba el cabello cubierto de manera correcta. Los policías indicaron que la joven murió de un infarto por una enfermedad crónica, su familia dice en cambio que fue por los golpes que recibió en la cabeza. En medio de este tira y afloja que contagió a las mujeres del mundo contra el Gobierno del corte represivo y autoritario de Irán, se suspendieron los servicios de Internet para evitar el trabajo sucio de las redes que no siempre dicen la verdad. El Gobierno norteamericano salió con doble moral para denunciar la vulneración de la libertad de expresión y la represión policial contra las protestas pacíficas por la muerte de Mahsa.

Al fin de cuentas todo se resume a un hecho que nada tiene que ver con la muerte de la joven. El trasfondo político. Desde el año pasado los Estados Unidos está tratando de manera indirecta de revivir el acuerdo para limitar el programa nuclear del país, pactado con el Gobierno de Obama y que Trump lo canceló apenas llegar al poder. En lugar de eso, el del jopo amarillo mandó un comando por aire a matar a uno de los líderes más queridos en Irán.

Qasem Soleimani, un general de división, comandante de la Fuerza Quds, un realista consumado fue asesinado por un teledirigido que salió de un dron en enero de 2020 en el aeropuerto de Bagdad. Soleimani entendía la diáspora del poder. Se dice que nadie entendía como él en el mundo árabe: ni saudí, ni sirio, ni egipcio. Debido a su estilo atrevido personal, aparecía a menudo en las pantallas de radar de inteligencia. Otros presidentes estadounidenses estaban al tanto de las oportunidades, pero fue el presidente Trump quien apretó el gatillo.

Soleimani era enemigo de Estados Unidos. Quería que el poder militar estadounidense se retirara del Medio Oriente. Era un símbolo de oposición. Su muerte ha sido una invitación a ignorar las reglas del juego existentes. Los estadounidenses en el Medio Oriente, cualquiera que sea su profesión, son ahora objetivos. La muerte por el hijab mal puesto de Mahsa, es el pretexto. La razón por la que los líderes son asesinados no es porque sea imposible, sino porque sus oponentes entienden las consecuencias.

 

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