Eva Copa, la joven aymara que desafió a Evo Morales y arrasó en las elecciones de El Alto

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Foto: Oficina de prensa Eva Copa

Tras el desaire del Movimiento al Socialismo (MAS), Copa postuló al cargo con la sigla Jallalla (“viva” en aymara) obteniendo 406.354 votos, igual al 68,7 % de los electores alteños habilitados para los comicios regionales y municipales del pasado domingo 7 de marzo, según el cómputo oficial difundido en las últimas horas por el Tribunal Supremo Electoral.

La disputa con el partido de Morales de una de sus plazas más fuertes, resumida en los medios como un “Eva versus Evo”, la ha puesto en la mira de los analistas y periodistas para buscar las razones del “Copazo” y la posible perspectiva de su movimiento político al margen del MAS.

Copa, de 34 años, está casada, tiene dos hijos y es la penúltima de siete hermanos. Se graduó como Trabajadora Social en la Universidad Pública de El Alto (UPEA), donde destacó como dirigente antes de dar a sus 28 años un salto al Senado con el MAS.

El 14 de noviembre de 2019 asumió la presidencia de la Cámara Alta, en medio de la crisis vivida tras la renuncia de Morales debido a una ola de presiones sociales contra un supuesto fraude electoral, un motín policial y la sugerencia de las Fuerzas Armadas al entonces presidente para que dejara el poder, lo que Copa primero denominó “transición constitucional forzosa” y luego “golpe de Estado”.

El apoyo del 68,7 % logrado en El Alto, la segunda ciudad más poblada del país, con casi un millón de habitantes mayoritariamente aymaras, es el más alto logrado por un candidato en las ciudades más grandes.

La candidata se impuso ante 12 aspirantes hombres y una mujer, entre ellos el postulante del MAS, Zacarías Maquera, que en la campaña llegó a acusarla de traición e incluso de haber sido parte del supuesto “golpe” de Estado que le costó el poder al exmandatario socialista.

Maquera obtuvo un 19,1% de votos, pese a contar con el apoyo de Morales, que desoyó a las organizaciones de mujeres indígenas de la zona andina cuando le pidieron apostar por Copa, cuya rebeldía ante el líder finalmente le costó ser expulsada de ese partido.

En sus discursos, Copa ha subrayado su identidad aymara, las luchas de los pueblos indígenas y la participación en particular de las mujeres aymaras en la política, también ha defendido que “lealtad no es sometimiento” y ha rechazado que se le pueda considerar de derecha, como la han acusado los dirigentes masistas.

“Carajo, les quiero decir a esos señores, que yo sí tuve el valor de quedarme aquí y luchar por mi gente y no me escondí y no me escapé”, afirmó en un discurso de su campaña en la localidad de La Huachaca, en alusión a los dirigentes del MAS que dejaron el país o pidieron refugio durante el Gobierno transitorio de Jeanine Áñez.

En su momento, Copa hizo posible en el Parlamento la ley de convocatoria a las elecciones nacionales planteada por Áñez, comicios que finalmente ganó el candidato masista Luis Arce.

Hoy Áñez está en prisión preventiva acusada de terrorismo y conspiración por haber asumido el poder supuestamente mediante un complot consumado el 12 de noviembre del 2019, mientras que Copa se alista para jurar su cargo de alcaldesa el próximo 3 de mayo.

Analistas ven a Copa como un hito contra el machismo

La analista política Elizabeth Huanca dijo a France 24 que la victoria de Copa tiene tres explicaciones: su valentía al frenar la “imposición” de Evo Morales de candidaturas sin respaldo, el reconocimiento de sus correligionarios a su labor durante la transición desde la salida del poder del exmandatario hasta los nuevos comicios y el haber sumado como asesores a un grupo de intelectuales aymaras para diseñar un plan de Gobierno municipal realista para El Alto.

Según Huanca, doctorante en Ciencias Políticas de la Universidad Andina Simón Bolívar, Eva “es un hito que rompe ese relacionamiento masculino machista, político y caudillista” que, de acuerdo con el experto, ejercía Morales y da un mensaje para convertirse en una alternativa a una “izquierda populista” que, a su juicio, ha quedado vacía de una propuesta para las nuevas generaciones aymaras.

La analista también dijo que en El Alto se escucha a las madres alentar a sus hijas a ser como Eva Copa, es decir, “una aymara contemporánea, moderna”, con una profesión, que tiene una participación activa en política y que no se calla para reclamar sus derechos.

La propuesta de la futura alcaldesa, agregó, también ha despertado interés en distintos grupos indígenas porque plantea una combinación de la gestión moderna de la ciudad con un sistema político comunitarista aymara que busca una mayor horizontalidad y una democracia activa, lejos de la visión “folclórica” con la que suele considerarse a los aymaras, según indica Huanca.

De su parte, la analista política Erika Brockmann destacó que la figura de Copa es relevante porque nace una escisión en el seno del partido hegemónico de Bolivia, pero hay que preguntarse si “representará al indígena que románticamente evocaba e instrumentalizaba el Gobierno de Evo Morales o representará un nuevo código identitario de los indígenas”.

“¿Eva Copa va a expresar a ese joven alteño que aspira a educarse e incorporarse al mundo global o va a representar al ‘pachamamismo’ esotérico?”, cuestionó Brockmann, en alusión a la religiosidad andino centrista basada en la ‘Pachamama’ o Madre Tierra en aymara. También enfrentará la posibilidad “de ser prisionera de las pulsiones corporativas de sus concejales”, ya que sus colaboradores representan a gremios muy fuertes que tienen demandas a satisfacer, indica la experta.

“Su mayor desafío es demostrar que El Alto ya no es una víctima, sino que es una ciudad con un gran potencial de articulación en un triángulo con regiones de Perú y Chile en el Pacífico, lo que se corresponde con el espíritu emprendedor del alteño y que de socialista solo existe en el discurso”, dijo Brockmann.

El Alto cumplió el pasado 6 de marzo 36 años de vida, dos más que Copa.