Preso, viejo y cansado. La imagen de un expresidente contradictorio que firmó su sentencia mientras ocupo el poder.
Mano dura fue el lema en su gobierno. El expresidente peruano Alberto Fujimori (1990 – 2000) fue implacable para combatir a los grupos subversivos del país. Es célebre el rescate que instruyó a la residencia del embajador de Japón tomada por facciones del MRTA en diciembre de 1996 que acabó cuatro meses después con 17 muertes violentas, pero con 72 rehenes a salvo, no se le reconoce como una operación exitosa, sino por su impacto negativo. Las ejecuciones extrajudiciales de los asaltantes a la residencia, costó la vida a 14 integrantes del grupo armado, dos comandantes peruanos y a un vocal. Durante sus dos mandatos presidenciales fue responsable de la detención del líder del grupo terrorista Sendero Luminoso, Abimael Guzmán, condenado a pasar el resto de sus días en una cárcel de acero construida debajo del mar en una base militar del Callao.
Esa violencia ejercida durante su mandato ha quedado en una suerte de vilo de alquimia al conocerse que, junto a su escudero y asesor Vladimiro Montesinos, fueron responsables directos de una red de contrabando de armas que abastecía a la guerrilla colombiana de las FARC, mientras ambos orquestaban la trama.
El armamento era comprado en Jordania, recorría las Islas Canarias y Guyana para luego ser lanzado en paracaídas sobre territorio colombiano, para abastecer de armas al grupo armado colombiano.
“Este tráfico hacía peligrar la seguridad nacional y la de toda la región porque fortalecía a las FARC”, dijo Fujimori por aquellos días (2000). La misión militar había sido bautizada como el Plan Siberia y, según las autoridades, era fruto de un esforzado seguimiento por el Servicio de Inteligencia Nacional (SIN).
Una investigación periodística destapó poco después que la exitosa operación en realidad había sido un fraude, orquestado por Fujimori y Montesinos, para camuflar que los contrabandistas que dotaban de armas a las FARC eran ellos. En otras palabras, falsificar los hechos para quedar como héroes.
El libanés Sarkis Soghanalian, un colaborador de la Agencia Central de Inteligencia (CIA por sus siglas en inglés), confesó que él coordinó directamente la venta de los fusiles AK-47. En un intento por evadir su culpa, Fujimori y Montesinos diseñaron el supuesto Plan Siberia para detener a los involucrados.
En septiembre de 2006, Vladimiro Montesinos fue sentenciado a 20 años de cárcel, junto a 35 implicados, por esta venta ilegal. Uno de ellos, quien arrastraba una condena de 25 años de prisión, ha sido detenido este martes, dos décadas después, en Albania, a más de 11.000 kilómetros de Perú. Se trata del ucraniano Dmytro Chornyi, de 58 años, quien lideró la tripulación de la aeronave rusa Ilyushin IL-76 que en 1999 recogió los 10.000 fusiles AK-47 y los lanzó con diligencia en paracaídas al territorio de las FARC.