El resultado de José Antonio Kast en las elecciones constituyentes en Chile es un síntoma de la reconfiguración de la oposición política en América Latina con el fenómeno del ultra Milei en Argentina.
Lo que ocurrió en Chile el domingo 7 de mayo se convirtió en un espejo de los peores fantasmas de los principales gobiernos de la región, de Colombia a Argentina, pasando por Brasil y México, todos liderados por políticos de la izquierda. El Partido Republicano de Chile, una formación de extrema derecha, arrasó en las elecciones por el Consejo Constitucional que redactará una nueva propuesta de Carta Fundamental. Liderado por José Antonio Kast y fundado apenas en 2019, logró casi 3,5 millones de respaldos a escala nacional, la mayor cantidad de votos conseguidos por un partido político desde el regreso a la democracia en 1990.
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La votación, que sobrepasa de lejos a la derecha tradicional conformada por tres partidos –la UDI, RN y Evópoli–, dio a esta fuerza 23 escaños de los 51 del órgano constituyente, aunque los republicanos siempre han estado en contra de reemplazar la ley de leyes redactada en 1980 bajo la dictadura de Pinochet y reformada 64 veces en democracia. Pero el resultado deja también unas preguntas pertinentes en Chile y en el resto de Latinoamérica. ¿Qué sucedió? ¿Por qué la oposición a un Gobierno progresista se incuba desde posiciones de extrema derecha o, como en el caso argentino, desde un cóctel de trumpismo y populismo?
En 2021 Kast perdió en segunda vuelta frente a Gabriel Boric. Sin embargo, el pasado septiembre, los chilenos dieron ya el primer espaldarazo a un proyecto político que ha logrado interpretar la demanda de una sociedad que quiere más orden y seguridad, según las encuestas. Hace ocho meses, un 62% de los ciudadanos rechazó la propuesta de la nueva Constitución, de una convención marcada por la izquierda y los grupos independientes, en un plebiscito con voto obligatorio y alta participación. Fue un impulso clave para el Partido Republicano y su líder que, a diferencia de la derecha tradicional, se ha mostrado implacable frente al Gobierno de Boric, cuya popularidad está en horas bajas y no sube del 30%
Kast ha enarbolado el malestar de la ciudadanía que, en el estallido social de 2019, fue la principal causa de la izquierda. Hoy en día, la desazón se explica por al menos tres crisis: La de seguridad pública –por el aumento del crimen organizado y la violencia–, la económica y la que se ha desatado, especialmente en el norte del país, con la inmigración irregular que tensiona a las ciudades.