Johnson & Johnson (J&J), que sea justicia, y Angélica Sosa

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Johnson & Johnson

Se ha decidido defenestrar al vicepresidente David Choquehuanca por su decisión de no aplicarse las vacunas de protección contra el Covid-19. Han saltado prominentes articulistas exigiendo que siendo autoridad podría servir de ejemplo para ser el primero en vacunarse.

Los que defienden las campañas desde el punto de vista molecular o científico son congéneres de las dinastías de donde salió el coronavirus. Me remito a Choquehuanca que cambio de un porrazo las manillas de un Rolex o un Patek Philippe y silbó a la Big Ben desde su destartalado despacho hasta el lujoso Palacio de Westminster.

Cambio de opinión

Lo han tenido que hacer cambiar de opinión al irreverente vicepresidente que remaba contra corriente de la imposición de la ciencia sobre los “pastos” –despectivo- que irónicamente lo protegían de la pandemia, arrojando por tierra la medicina ancestral.

Sin ningún remedio ni posibilidad ante la farmacéutica Johnson & Johnson (J&J) que en 2021 acordó pagar US$ 230 millones al Estado de Nueva York para resolver una demanda de la Fiscalía por su responsabilidad en la crisis de los opioides -potentes analgésicos derivados sintéticos del opio- en EEUU responsable por la epidemia de adicciones que ha matado a más de medio millón de estadounidenses entre 1999 y 2019, según los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC, en sus siglas en inglés).

Un diputado por el MAS –luego de oír al jefe- dice que la Asamblea se ha impuesto como tarea elegir a los representantes del Poder Judicial y sustituir a la Defensora del Pueblo, que dat0s escogió entre sus personajes de 2021.

Ese segundo hecho derivó en un serial de terror inducida por la labor de una mujer que criticó en todas sus versiones, estrictamente inteligible, a la Iglesia Católica que metió uñas, codos y brazos en la política nacional aupada por quienes convencidos estaban de su poder mediador por ser parte de la voz de Dios, o sea institución divina. Eso se acabó y no gustó a quienes veían una luz intocable e impenetrable en cardenales y obispos.

Quedó a media luz

El diputado se queda a media luz o no leyó bien las palabras del jefe. La justicia crece debajo de una putrefacción en la que conviven ratas, arañas y todo tipo de insectos. Ese edificio llamado Ministerio Público en el que supuestamente trabajan prominentes figuras jueces, fiscales y administradores, huele mal hace rato, pero en ningún momento el jefe habló de hacer cambios ahí adentro.

A lo que se refirió el jefe es que sugirió a Lucho –por el presidente- a hacer cambios en el gabinete de ministros, que es competencia del presidente. Una muda no hace al obispo de modo que varios deben estar recogidos hasta el 22 cuando se celebra en el calendario el día del Estado Plurinacional. Hay a los que no les gusta oír, escuchar y menos ver.

La única que habló de una deficiente labor en la justicia es la Defensora del Pueblo. En una entrevista a dat0s dijo que la administración de justicia es “lamentable, colonial y lejana a la población”. Hay que bailar iracundamente para que se la cambie.

El pandemónium de Angélica Sosa

La exalcaldesa interina de Santa Cruz, Angélica Sosa, ha escrito un pandemónium de dislates desde la cárcel de mujeres de Palmasola donde está detenida. En los dislates ha señalado que un medio de comunicación se prestó para defenderla.

Quiere decir, la señora Sosa, que un medio estaba pidiendo lobby para cobrar por defenderla. No es clara, como no lo es en el conjunto de temas que toca en esa misiva en la que acaba ella misma desgarrando sus propias entrañas. Como diría Santo Tomas de Aquino: “Para alguien que tiene fe, no es necesaria ninguna explicación. Para aquel sin fe, no hay explicación posible”.