La Paz y la guerra de Santiago

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La sorpresiva visita de autoridades bolivianas a los puertos  de Arica y Antofagasta, al más alto nivel, acompañados de al menos 50 periodistas, difiere de la diplomacia y del terreno de la comunicación que se había ganado el Gobierno del presidente Morales en los tribunales de La Haya. Es un espacio reservado a la acción como lo habíamos señalado en la anterior edición de dat0s; es decir, en los hechos, la visión orientadora del Gobierno en el tema de la demanda contra Chile por el mar, en esta segunda fase, es la acción no tanto la comunicación.

El canciller David Choquehuanca dio un salto impensado en esta ofensiva, un terreno en el que no es un experto. La Moneda reaccionó siguiendo la composición de un relato descontrolado que reúne elementos de ajusticiamiento en otra línea: la reacción. No es lo que se esperaba de la diplomacia chilena, mimetizada en la más severa descomposición argumentativa; y la desnuda en una faceta desconocida. El ataque de los cuadros encargados de dar respuesta a la ofensiva boliviana es desmesurado. La Moneda revocó el convenio de visas diplomáticas con Bolivia. “En adelante todos los funcionarios diplomáticos y funcionarios del Gobierno bolivianos requerirán de una visa estampada en su pasaporte para poder entrar a nuestro país”, sostuvo el canciller Heraldo Muñoz.

El ministro de Relaciones Exteriores chileno aseguró que la medida se tomó “en consideración de lo que ha sido esta supuesta visita de inspección, que fue una visita privada y en la que se abusó de la generosidad del pueblo chileno y de la tolerancia de nuestro país”. En otro flanco, Miguel Insulza, exsecretario general de las Naciones Unidas, que oficia como el portavoz chileno de la demanda, apuntó los afanes electoralistas del canciller Choquehuanca. Dice que el titular de la diplomacia boliviana pretende ganar terreno en la sucesión presidencial mirando en el futuro la continuidad del Gobierno del MAS.

Se trata de una declaración que no va al punto. Insulza conoce al canciller boliviano, ambos trabajaron de manera conjunta cuando fue secretario del organismo hemisférico. Bolivia apoyó la reelección del chileno porque este se declaró partidario de la reelección del presidente Morales. Un hecho que entonces fue calificado por la oposición boliviana como una posición vergonzosa. Se sabe que fue el mismo Insulza, que en su momento alentó la postulación del canciller boliviano por sus rasgos sucesorios como el delfín natural del “proceso de cambio”.

Que definió el viaje de la delegación boliviana

Fuentes cercanas a la cancillería boliviana dijeron que la postura chilena sobre el Silala fue el detonante. La presidenta Michelle Bachelet, anunció en junio que su país decidió demandar a Bolivia ante la Corte Internacional de Justicia (CIJ) para que ese tribunal declare que el Silala es un río de curso internacional cuyas aguas deben compartir ambos países. Chile presentó la solicitud dos meses después de que el presidente Evo Morales anunciara una ofensiva similar por este mismo caso. “Hemos decidido tomar la iniciativa”, anunció Bachelet. Por su parte, el inamistoso canciller Muñoz argumentó que “el río Silala es un curso de agua internacional y Chile tiene derecho a un uso equitativo y razonable de sus aguas”.

Bolivia argumenta que las aguas del Silala nacen de manantiales que se encuentran en el departamento de Potosí y que Chile las desvió de curso ilegalmente. El caso desató la ofensiva boliviana que sin meditar sobre las consecuencias de una reacción posterior en el campo mediático, elaboró una agenda de visita a los puertos de Arica y Antofagasta a la cabeza nada menos que del propio canciller Choquehuanca, los presidentes de las cámaras legislativas y altos funcionarios del Gobierno nacional.

Las fuentes diplomáticas consultadas por dat0s precisaron que el viaje de la delegación boliviana pudo caer en la “trampa de la provocación” que desplegó la inteligencia chilena a modo de caldear los ánimos para denunciar una actitud hostil de Bolivia, llevando el problema a un plano convencional urticante que es el plano donde Chile demanda atención al haber caído derrotada en el plano diplomático. El mismo presidente Morales dijo con anterioridad que Chile había reforzado su presencia en Bolivia para generar elementos disociadores con el afán de confundir el verdadero propósito de la reivindicación boliviana. Siguiendo la línea de esa estrategia, el primer paso fue plantear un incidente efervescente para mover las aguas diplomáticas en las que Bolivia se había granjeado simpatías.

Las mismas fuentes revelaron que el equipo chileno identificó al sector del transporte de carga internacional boliviano que mantenía serias diferencias con el Gobierno de Morales por un conflicto interno que tenía que ver con el cobro de impuestos. El escenario era ideal para caldear los ánimos. En las reuniones que sostuvieron las autoridades del sector económico del Gobierno y los dirigentes del transporte internacional para hallar alguna solución al problema -que se agudizó en el mes de mayo con el bloqueo de caminos- se identificaron otros temas relacionadas al trató hostil que sufrían los bolivianos en los puertos chilenos donde recogen carga.

En un frente de por sí bastante complejo, la idea de denunciar al Gobierno chileno por incumplir el tratado de 1904 que otorga facilidades a la mercadería boliviana en curso, no fue suficientemente debatido; la información que se recopiló de las reuniones con el sector devino en la postura de poner entre las cuerdas a La Moneda por incumplimiento a los acuerdos de facilitar el libre tránsito del comercio boliviano en los puertos del Pacífico. “Una estrategia errática porque salía del punto de atención que inmediatamente después de la aceptación de la demanda en La Haya era una postura diplomática sobre las agua del Silala. El riesgo era mesurado, pero se dedujo ya anticipadamente que la inspección acabaría convirtiéndose  en una guerra de baja intensidad que en el caso conviene más a Chile que a Bolivia”. Hecho que otorgó a Chile un camino de respuesta voraz como cuando se produce un incendio.

Los frentes del conflicto

La parte fea estuvo reservada a la ofensiva prensa chilena casi al mismo coro al que usaron los voceros “diplomáticos”. El más destacado entre todos -por su contenido racista- fue comandado por el periodista Felipe Izquierdo que disparó ofensas y burlas contra el canciller boliviano. Una parte de lo que dijo fue reproducido por casi la mayoría de los diarios santiagueños.  Haciendo gala de una inusual ironía en el programa radial que conduce, Izquierdo descompuso el  apellido del canciller en choque y huasca. “Oye, qué lujo tener un canciller así, ¿ah?… Deben estar felices en Santa Cruz de la Sierra. Dicen que Donald Trump le pasó la chaqueta apenas lo vio…”. No fue el único, otros medios chilenos ironizaron al canciller tratando de volcar la atención con el aforismo guerra y paz; extrapolando el sentido de la visita a un estado de pulsaciones neuróticas. “Dennos la pipa de La Paz y les damos el porro de Arica”, titulo el semanario de humor The Clinic.

Mientras Izquierdo seguía utilizando ofensas contra el canciller boliviano: “Es que es una maravilla de personaje, una maravilla. Dan ganas de invitarlo a una comida, no sé. Es muy buena la movida, en La Haya tienen que estar muy solos los jueces, porque viene un gallo con una demanda por litigio y yo no sé si lo recibiría, fíjate. Nooo, por la ventanilla Huasca. Huasquita! huasquita! me hace la fila hombre, que aquí estamos tranquilos, saque número Huasca!…”, exclamó.

Las ofensas del comunicador chileno venían a cuenta de la larga espera que las autoridades bolivianas tuvieron que tragarse para entrar al puerto de Arica. Se dijo que fueron seis largas horas que mantuvieron la tarde del lunes en una tediosa espera; entre consultas con La Moneda para definir el trato que se les dispensaría a los bolivianos.

“Tenía cara de lomo de toro, fíjate. Oiga cuánta propina se llevó ese hombre, ¿ah?, Oh, tiraba la mano y le caían los billetes… El hombre cara de propina, oye, una maravilla el canciller”, fue parte de lo que también dijo. Luego, prosiguió: “Oye, y fíjate que lo llamaron de tres marcas: Brooks Brothers, para vestirlo, para que estuviera andando; Polo insistió e insistió y Louis Vutton le quería mandar unas maletas de regalo… y no, y “Chuiquicanca” no entendía los nombres de las marcas”. “Evo Morales es un suizo al lado de “Choquehuasca”, ¿ah? Se ve imponente, por eso lo tiene de canciller, es una cosa psicológica, de ego”.

Todo este torrente claro no servirá de nada en el juicio que ambos países sustancian en La Haya pero sí servirá para poner en el clavo un retrato calcado de lo que se ha definido en Chile como una larga lista de errores que se subsanan en la medida que llevan a un terreno de diatribas insultantes. Ya pasada la marea el presidente Morales cedió y recomendó que el diálogo debe ser el elemento central en la solución de las diferencias entre los pueblos.  Pero ese pedido voló por los aires con declaraciones subidas de tono esta vez nada menos que de los expresidentes chilenos. Preservando la integridad presidencial difuminaron la idea de que no hay diálogo mientras Bolivia persista la guerra de baja intensidad.