Comparaciones explosivas. Lo que dijo Goni en 2020: “El embajador Rocha (EEUU) es el jefe de campaña del Evo”.
La conversación de ayer entre Marcelo Claure y Samuel Doria Medina reafirmó varias cosas en el compromiso de avanzar a una Bolivia desarrollada en todos los campos. La decisión de Claure de “apoyar” a Samuel llega en un momento definitivo cuando faltan menos de 30 días para las elecciones. La lectura de campo de dicha conversación, en la que ambos se echan rosas, parecería el fuego de un incendio preelectoral sumamente riesgoso. (Los empresarios asumen el riesgo, como se dice comúnmente).
Vienen a colación las rosas que al final de la campaña del año 2000 le echó el exembajador de EEUU Manuel Rocha a Evo Morales a las que Goni sabiamente describió como la mejor campaña para el candidato masista. Sánchez de Lozada dijo textual: “El embajador Rocha es el jefe de campaña del Evo”. Tal cual, eso sucedió. El embajador trabajaba hace 40 años para el espionaje cubano. Y Evo llegó donde llegó con el apoyo (la palabra más usada en la conversación entre Marcelo y Samuel) del representante diplomático del gobierno de los Estados Unidos.
La comparación viene al caso por la proximidad que tiene el estelar empresario con las elites estadounidenses, aunque se jacta y reafirma de mantenerlas con los líderes políticos y empresarios planetarios, incluidos jugadores y equipos de fútbol, también. El mismo se ennoblece en recordarlo a cada rato. Que sus empresas son las más grandes del mundo y muchas cosas capaces de hacer sentir estúpidos, inferiores y despreciables a los envidiosos, también.
Usa una descomunal displicencia para referirse al resto por su chequera. A Claure se le presenta una excelente oportunidad para cerrar la boca a sus detractores si Samuel llegará a la presidencia. De no ser así, se habrá ganado un mal lugar por sus predicciones erráticas y su voluntarismo sospechoso cuando describe el futuro de Bolivia con grandes oportunidades, que él se encargará de explorar.
Claure es una especie de Elon Muk que tras haberse convertido en el hit por irradiar millones y entregar cheques a varios particulares que se unían a la campaña del excéntrico candidato republicano Donald Trump, quedaban absueltos de pena y culpa de por vida. Esa tóxica relación no duró como todos saben más que un par de meses porque el multimillonario invitado a construir la estructura DOGE (Department of Government Efficiency, por sus siglas en inglés) quería ser el rey, relegando el papel de Trump a la bufonería. Y eso no le gustó al del jopo amarillo. Detonaron las primeras chispas de indisposición y las sombras que persiguen al ketamínico super star se ensombrecieron por asociar públicamente a su exsocio político en el descomunal escándalo del pedófilo y psicópata Jeffery Epstein.
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