Brasil, el gigante latinoamericano que hace pocos años aumentaba su influencia política y económica global, sufre ahora una pérdida de peso en la propia región donde debía ser un líder natural.
Así lo señalan analistas, que atribuyen el sorpresivo cambio a un cóctel de factores domésticos e internacionales que resulta cada vez más amargo para los intereses brasileños en América Latina.
El nuevo escenario se refleja claramente en datos que muestran una merma en los viajes presidenciales brasileños en la región, una caída de exportaciones a países vecinos o una falta de liderazgo en temas calientes de América Latina.
“Se ha reducido la voz de Brasil afuera, en la región”, le dijo a BBC Mundo Jõao Augusto de Castro Neves, analista brasileño de la consultora Eurasia Group en Washington.
A continuación, cinco razones que explican por qué está ocurriendo lo que parecía improbable hace apenas un lustro.
Los líos domésticos de Dilma
La presidenta brasileña, Dilma Rousseff, está debilitada dentro de su propio país por un escándalo de corrupción en la petrolera estatal Petrobras que salpica a su partido. Además de los problemas económicos, una crisis con aliados en el Congreso y un creciente descontento social.
Esto ha hecho que las prioridades de Rousseff, cuyo segundo mandato de cuatro años comenzó en enero, se vuelquen a cuestiones domésticas en desmedro de su proyección internacional.
La situación contrasta fuertemente con lo que ocurría durante el gobierno de su antecesor y correligionario Luiz Inácio Lula da Silva, que actuó como un trotamundos con gran popularidad en la región.
Un análisis realizado por BBC Brasil mostró que, durante su primer mandato, Rousseff redujo casi a la mitad el tiempo dedicado a visitar otros países en comparación con el segundo gobierno de Lula (2007-2010).
Esto ocurrió también en los viajes que ambos realizaron por Sudamérica, la zona de mayor influencia de Brasil: Rousseff efectuó 24 visitas a países de la región, mientras que Lula 45 hizo en su segundo mandato.
Una economía menos pujante
Menos de cuatro años atrás, Brasil era declarado la sexta mayor economía mundial y su ministro de Hacienda del momento decía que antes de 2015 desbancaría a Francia del quinto puesto.
Pero la economía brasileña se estancó desde entonces.
Reino Unido recuperó la sexta posición que le había quitado momentáneamente Brasil en 2011. Luego, en 2014 escapó por poco de la recesión y creció apenas 0,1%, según se anunció oficialmente este viernes. En 2013 la expansión había sido de 2,7%.
Y este año Brasil podría ser superado por India como la séptima mayor economía del mundo, de acuerdo a la consultora británica Economist Intelligence Unit.
Castro Neves recordó que durante el gobierno de Lula el boom de las materias primas y las crisis en países desarrollados dieron “un palco mayor” para la actuación internacional de Brasil, que llegó a expandirse 7,5% en 2010.
“Hoy tienes un escenario económico global mucho menos favorable y, para un país con recursos limitados como Brasil, eso es otro constreñimiento”, señaló.
El comercio de Brasil con sus vecinos está en pleno retroceso.
Las exportaciones brasileñas a América Latina y el Caribe cayeron 14% el año pasado comparadas con el anterior y siguieron hundiéndose 21,5% en los dos primeros meses de este año respecto al mismo período de 2014, según datos del gobierno.
Y las compras brasileñas a países de América Latina y el Caribe también se contraen, aunque menos (8% en 2015 y 16% durante enero y febrero de este año).
Constructoras en problemas
Las grandes firmas constructoras de Brasil eran hasta hace poco la cara visible de la expansión regional del país, construyendo desde metros hasta hidroeléctricas en naciones vecinas.
La propia Rousseff ha señalado eso como un éxito de su política para favorecer los negocios brasileños en América Latina, generando producción y empleo.
Sin embargo, hoy esas constructoras se encuentran golpeadas por el escándalo de sobornos en Petrobras, acusadas de formar un cartel para repartirse contratos. Altos ejecutivos de varias de ellas fueron presos preventivamente.
Algunas enfrentan ahora problemas de liquidez, falta de crédito y deudas que vencen a corto plazo. Recientemente han sido rebajadas las calificaciones de riesgo de firmas como OAS, Queiroz Galvão, Mendes Júnior y Galvão Engenharia.
Esta última, que también tiene actividad en Perú, anunció el miércoles que pedirá protección en Brasil contra bancarrota, ante el agravado deterioro de su situación financiera.
Esta nueva realidad de las constructoras brasileñas ya afecta planes en la región.
En Uruguay, por ejemplo, fue rescindido un contrato multimillonario con OAS para construir una planta regasificadora. La empresa decidió enviar a 700 trabajadores al seguro de paro.
Otros proyectos en la región están bajo la lupa de los investigadores del “caso Petrobras”, que sospechan que el esquema de sobornos descubierto en la petrolera pudo haberse esparcido por América Latina.
Los contratos regionales de las constructoras brasileñas se hicieron mediante un significativo aumento de créditos del Banco Nacional de Desarrollo Económico y Social (BNDES).
Ahora algunos se preguntan si esta entidad estatal brasileña seguirá financiando actividades de empresas en una situación tan delicada y comprometida.
El avance de China
Contrariamente a lo que ocurre con Brasil, la influencia económica de China crece de forma sorprendente en América Latina, donde el gigante asiático ya es el tercer mayor socio comercial.
Sólo el año pasado, los créditos chinos a la región llegaron a US$22.000 millones, un aumento de 71% respecto a 2013, reveló un estudio reciente de la Base de Datos Financieros de China y Latinoamérica.
Esa suma de préstamos chinos en 2014 superó los créditos que la región recibió en conjunto del Banco Mundial y el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) el mismo año.
En una década, Pekín prestó a Latinoamérica US$119.000 millones. Además del propio Brasil, los principales receptores de ese dinero son sus principales socios del Mercosur, Venezuela y Argentina, según el estudio.
Estos datos, así como un reciente acuerdo de cooperación económica e inversiones firmado por Argentina con China, generan inquietud en Brasil, donde algunos creen que falta una estrategia clara ante el avance de Pekín.
“La influencia china en la región y el acuerdo con Argentina, en particular, afectan los intereses económicos de Brasil”, advirtieron dos analistas vinculados al sector empresarial e industrial brasileño, André Soares y Fabrizio Sardelli Panzini, en un artículo publicado la semana pasada en el periódico Brasil Econômico.
Agregaron que para Brasil “el punto principal es el aumento de la competencia y la probable pérdida de mercado en servicios de ingeniería y también sobre los bienes importados de China utilizados en estas obras”.
El excanciller brasileño Luiz Felipe Lampreia evaluó que Brasil podría revertir su pérdida de influencia en la región si supera sus grandes problemas actuales “y pasa a ser visto nuevamente como un país fuerte e importante”.
“Pero en este momento”, agregó en diálogo con BBC Mundo, “Brasil tiene cartas muy débiles”.