Las botas están guardadas pero el peligro es el mismo.
Los hechos sucedidos en Paraguay fueron tan vertiginosos que el impacto le ganó al análisis y la sorpresa triunfó sobre la mesura. Pero que no queden dudas: en Paraguay se concretó el primer golpe de Estado de los nuevos golpes de Estado que sufrió Sudamérica.
El especialista en temas de política internacional Rodrigo Lloret se pregunta: “¿Es posible hablar de interrupción del proceso democrático cuando fue el propio Parlamento el que destituyó a Lugo? ¿Se violó la Constitución a pesar de que es la propia Constitución la que ordena los procedimientos utilizados? ¿Acaso el presidente no fue expuesto a un proceso institucional llevado a cabo por legisladores que fueron elegidos democráticamente?”. El analista afirma que todas las respuestas son afirmativas, pero no alcanzan a negar un hecho irrefutable: “a Fernando Lugo lo destituyeron sin posibilidad de defensa, en un curioso proceso judicial que de derecho, sólo guardó las formas, y de hecho, no se preocupó por el fondo”.
“El impeachment iniciado contra Lugo tenía que ser llevado a cabo. El ex presidente debía dar explicaciones por la masacre de 17 paraguayos asesinados en medio de una feroz represión a campesinos que habían tomado tierras. Aunque sea cierto que Lugo sufrió un complot, como juran sus asesores, el ex obispo estaba obligado a dar cuentas sobre lo que hizo y lo que no hizo. La represión de la protesta social no tiene ideologías, pese a quien le pese”.
Lloret recuerda que “un proceso en el que se jugaba el futuro de la Presidencia de Paraguay, nada más ni nada menos, no puede durar 48 horas. Sólo los canallas o los impunes pueden justificarlo. Es en ese atropello de irresponsabilidad cívica donde se evidencian los rastros del golpe que sufrió Lugo. La ausencia del componente violento en el golpe paraguayo (fue llamativa la pasividad de Lugo para aceptar los hechos) puede haber generado alguna incertidumbre. Y la falta de tanques entrando a Asunción terminó de crear el marco de confusión. Pero lo cierto es que en Paraguay se inició una nueva etapa de golpes -“neogolpismo” la bautizó el profesor Juan Gabriel Tokatlian-, mucho más peligrosa: las botas están guardadas, pero el peligro es el mismo”.
La Cumbre del Mercosur, dio un paso positivo al ponerle límites al nuevo Gobierno de Federico Franco. Por el momento se ha separado al país del acuerdo hasta que se realicen elecciones en los plazos previstos por el nuevo esquema. Las protestas merodearon, pero la sanción es un hecho consumado. Franco sólo atinó a las sonrisas irónicas tras conocer la determinación de los países miembros que se reunieron en la Argentina. La misma reunión sirvió para convertir a la República Bolivariana de Venezuela en socio pleno del Mercusur. Ese anunció, al contrario de lo que sucedió en Paraguay, provocó una emoción inusitada el mandatario Hugo Chávez que calificó el día histórico. La Unasur también debiera utilizar su “cláusula democrática” para dejar las cosas en su lugar. La democracia regional está en juego. Y con eso no se juega.