Los tres hicieron distintos aportes para descubrir el sistema de transporte de moléculas dentro de las células. Las fallas en ese sistema son causas para el desarrollo de enfermedades como la diabetes o el mal de Parkinson.
Como en otras ocasiones, el Nobel de Medicina fue este año un premio para compartir. Los estadounidenses James Rothman y Randy Schekman y el alemán Thomas Südhof fueron galardonados por haber descubierto el sistema de transporte de moléculas dentro de las células, lo cual sirve de base para tratamientos contra la diabetes, el tétanos y otras enfermedades.
Los científicos revelaron “la maquinaria” que determina cómo las moléculas producidas por las células son transportadas en pequeños sacos llamados vesículas, “al lugar correcto en la célula en el momento adecuado”, según el Comité Nobel. Los tres trabajan en universidades estadounidenses.
Sus descubrimientos tienen un enorme impacto en la comprensión de la forma en que su carga es entregada dentro y fuera de la célula y tienen implicaciones en los trabajos sobre diversas enfermedades, incluyendo los desórdenes neurológicos e inmunológicos, así como sobre la diabetes.
El Comité Nobel del Instituto Karolinska de Estocolmo detalló el aporte particular de cada científico: Randy Schekman descubrió un grupo de genes que son necesarios para el transporte de vesículas; Rothman descifró la maquinaria que permite a las vesículas fusionarse con sus objetivos para permitir el transporte de la carga, y Südhof reveló cómo las señales instruyen a las vesículas para liberar su carga con precisión. Por eso los tres galardonados compartirán a partes iguales los 8 millones de coronas suecas (1,3 millón de dólares) con que están dotados estos premios instituidos en su testamento por el magnate sueco e inventor de la dinamita Alfred Nobel.
Los tres llegan al Nobel tras un largo y fructífero camino en instituciones científicas del más alto nivel. El químico estadounidense de la Universidad de Yale James Rothman nació en 1947, se graduó en 1971 en Física, en la misma universidad, antes de doctorarse en Química Biológica en 1976 en la Universidad de Harvard. Tras pasar por el Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT), ejerció durante más de 20 años como profesor de Bioquímica en la Universidad de Stanford, para pasar a continuación tres años en Princeton.
Después, fundó y dirigió el Departamento de Bioquímica Celular y Biofísica del Centro de Investigación del Cáncer Sloan-Kettering, donde permaneció hasta 2004. En 2008 recaló en la Universidad de Yale, donde ocupa ahora el puesto de profesor de Ciencias Biomédicas.
Rothman descubrió la llave de la maquinaria molecular encargada de la transferencia de materiales entre los distintos compartimientos en el interior de las células. Esto ha permitido comprender procesos como la liberación de insulina en la sangre, la comunicación entre células nerviosas en el cerebro y la entrada de virus para infectar células.
El también estadounidense Randy W. Schekman, de la Universidad de California, obtuvo su doctorado trabajando en Stanford, en el departamento de Alfred Kornberg, también ganador del Premio Nobel, en 1959, por su identificación de la encima clave en la síntesis del ADN.
El científico, de 64 años, accedió en 1976 como investigador independiente a la Universidad de California, donde identificó 50 genes involucrados en el movimiento vesicular y determinó el orden y función que cada uno de los productos proteínicos de los genes desempeña en el transporte de las moléculas en la célula. Posteriormente, los descubrimientos de Schekman fueron confirmados en organismos complejos, como los humanos.
El químico estudia en la actualidad si la acumulación de la proteína amiloide en los enfermos de Alzheimer se debe a un problema en la senda de secreción de la célula.
Por su parte, el alemán Thomas C. Südhof, nacido en 1955, en Göttingen, y actualmente profesor de la Universidad de Stanford, se graduó en 1982 en Medicina en la Universidad de Göttingen. Por efecto de esa gran “aspiradora de cerebros” que es el sistema científico norteamericano, en 1983 se trasladó a Dallas para trabajar como posdoctorado en el Centro Médico de la Universidad de Texas y tres años después puso en marcha su propio laboratorio en la Universidad Técnica del Suroeste, dependiente de esa misma universidad. Allí comenzó una investigación de la neurona presináptica.
En trabajos más recientes, Südhof investigó cómo las alteraciones en las proteínas perjudican la química del cerebro, pudiendo causar la esquizofrenia o el autismo.