La mayoría de los mamíferos, como el perro o el hámster que tenemos como mascotas, viven rápidamente. Llegan a la edad adulta en cuestión de meses, se reproducen con facilidad (si se lo permitimos) y mueren en más o menos pocos años, según la especie. Por el contrario, los seres humanos y nuestros parientes (simios, monos, loris y lémures) tienen infancias largas, se reproducen con poca frecuencia y viven vidas excepcionalmente longevas. Este lento ritmo de vida de los primates ha intrigado siempre a los científicos, interesados por conocer qué mecanismo es lo que lo provoca. Un equipo internacional de científicos cree la clave reside en nuestro relajado metabolismo, el mismo que puede hacernos enfadar sobre la báscula: quemamos un 50% menos calorías diarias que otros mamíferos. Publican sus conclusiones en la revista Proceedings de la Academia Nacional de Ciencias (PNAS) de EE.UU.
Los investigadores, que trabajan con primates en zoológicos y santuarios, examinaron el gasto diario de energía en 17 especies de primates, desde gorilas a lémures ratón, para comprobar si su lento ritmo de vida resulta de un metabolismo igualmente perezoso. Utilizando una técnica no invasiva que sigue la producción corporal de dióxido de carbono, los científicos midieron el número de calorías que los primates quemaron durante un período de 10 días. El equipo combinó estas mediciones con datos similares de otros estudios y comparó el gasto energético diario entre los primates y otros mamíferos.
«Los resultados fueron una verdadera sorpresa», afirma Herman Pontzer, antropólogo del Hunter College en Nueva York y el autor principal del estudio. «Los seres humanos, chimpancés, babuinos y otros primates gastan solo la mitad de las calorías que te esperas en un mamífero». Y da un ejemplo un claro: «Incluso un ser humano con un estilo de vida muy activo físicamente tendría que correr un maratón cada día solo para acercarse al gasto diario de energía de un mamífero de su tamaño».
Esta drástica reducción en la tasa metabólica, hasta ahora desconocido para los primates, explica su tranquilo ritmo de vida. Todos los organismos necesitan energía para crecer y reproducirse, y el gasto de energía también pueden contribuir al envejecimiento. Las bajas tasas de crecimiento, la reproducción y el envejecimiento entre los primates coinciden con su lenta tasa de gasto de energía, lo que indica que la evolución ha actuado sobre la tasa metabólica para dar forma a la vida claramente lenta de los primates.
No tanta actividad física
El equipo llegó a una segunda conclusión también sorprendente. Los primates en cautividad gastan tanta cantidad de calorías cada día que sus congéneres silvestres. Estos resultados sugieren que la actividad física puede contribuir menos al gasto total de energía de lo que se suele pensar.
Según los autores, los resultados de este estudio tienen implicaciones interesantes para entender la salud y la longevidad en los seres humanos, y desentrañar la «sorprendentemente compleja» relación entre la actividad física y el gasto energético diario puede mejorar nuestra comprensión de la obesidad y otras enfermedades metabólicas. «Los seres humanos viven más que los otros simios, y tienden a tener más grasa corporal», apunta Pontzer, por lo que «la comprensión de cómo el metabolismo humano se compara con el de nuestros parientes más cercanos nos ayudará a entender cómo evolucionaron nuestros cuerpos, y cómo mantenerlos sanos».