Pasarte el día mirando pantallas está dañando mucho a tus ojos

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Foto: Reuters/Michael Dalder

Según The Vision Council, asociación profesional de ópticos de EEUU, nueve de cada diez adultos pasan más de dos horas al día usando algún dispositivo con pantalla luminosa. Los más jóvenes son los más expuestos y es fácil suponer que el número de horas aumentará para nuestros hijos y sus hijos. El mundo es digital, y está provocando una condición específica, la fatiga visual digital, que se diagnostica y se trata cada vez más. Según esta fuente el 73% de los menores de 30 años la sufren en alguna medida, revelando una probable tendencia generacional.

Un estudio reciente llevado a cabo por la misma institución, con una muestra de más de 10.000 personas, concluyó que la mayoría, un 65 por ciento, presentaban síntomas relacionados con los dispositivos informáticos: dolores de cabeza y cervicales, cansancio constante, ojos secos, visión borrosa, sueño interrumpido… Además, los que usaban distintos aparatos (ordenador, móvil, tableta…) eran más propensos que los que solo usaban uno, así que la variedad no soluciona nada.

Una vida multipantalla

Aunque la alarma ha disminuido los últimos años (a la fuerza ahorcan, pensarán algunos), como ha explicado a la web del Foro Económico Mundial Roy Hessel, de la industria óptica americana, es posible que nuestras madres tuvieran razón cuando nos hacían sentarnos lejos del televisor. Hessel nos recuerda que lo primero que hacemos al levantarnos por la mañana y lo último al acostarnos por la noche es mirar el móvil y, en sus palabras, “nuestros cuerpos y nuestros ojos no están diseñados para el estilo de vida y la oficina modernos”.

Trabajamos, compramos, nos informamos, nos entretenemos y nos comunicamos con nuestros seres queridos mirando a una pantalla. Los que, como Hessel, han pasado décadas trabajando en el sector, han visto cientos de estudios y reportajes sobre el asunto. Su conclusión es que el daño está comprobado y puede ser cada vez mayor, pero se puede prevenir.

Uno de los problemas es que abrimos más los párpados sin darnos cuenta, con lo que lo exponemos a mayor cantidad de luz de la normal. Eso aumenta la temperatura del ojo y hace que la lágrima se evapore más rápido. Además, los estudios demuestran que cuando miramos pantallas parpadeamos menos de lo saludable y eso también reseca el ojo. Una investigación de la Universidad Politécnica de Cataluña reveló que los usuarios de videojuegos cierran los ojos hasta cinco veces menos que cuando están conversando con alguien. Lo adecuado es hacerlo como mínimo 15 veces por minuto.

Aunque la televisión seguirá dando guerra mucho tiempo (la vemos el doble que en los años cincuenta), es cada vez más minoritaria en relación al resto de dispositivos. Según Nielsen, empresa líder mundial en la medición de audiencias, los norteamericanos pasan más de once horas al día consumiendo comunicación por medio de estos electrodomésticos que han dejado de serlo y llevamos a todas partes. En el trabajo, no hay hora para dejar de mirar el mail y las reuniones presenciales y las llamadas de teléfono ceden espacio ante las conexiones a distancia a través de pantallas por medios como FaceTime, Skype o Hangouts.

Un informe de Citrix citado por Hessel, informa de que en 2020 las personas usarán una media de seis dispositivos informáticos al día… solo para trabajar. No es preocupante solo por la postura que adoptamos y cómo enfocamos la imagen, sino también por algo que no podemos controlar: el tipo de luz. La llamada luz azul ha sido objeto de varios estudios que, muy convenientemente para el rumbo que están tomando nuestras jornadas laborales, hablan de todo tipo de beneficios y hasta de “sanación” por esa franja del espectro luminioso. En un hospital de Boston investigadores concluyeron que “la luz azul mejora los niveles de alerta y atención”, tanto de día como de noche.

Ya hemos hablado en ‘El Confidencial’ de los perjuicios para la salud y el cansancio que puede ocasionar estar siempre así, alerta y preparado para la acción. Los que trabajan en oficinas están estresados y sobreestimulados por la comunicación permanente, así que parece poco inteligente buscar aún más estimulación, en este caso lumínica.

Los dispositivos con pantalla modernos emiten lo que llamamos HEV (luz visible de alta energía, por sus siglas en inglés). Puede ser peligrosa para la retina, sobre todo si no se bloquea convenientemente a través de defensas naturales como la lágrima y el buen estado de cristalino y córnea, que van siendo menos eficaces con la edad. Libera más energía de la que nos transmite la luz cálida y constituye uno de los factores por los que pasar tiempo al aire libre es bueno para nuestra salud. La luz azul está también en la naturaleza, pero la proporción que recibimos ahora es mucho mayor, y a largo plazo contribuye a la degeneración macular.

Otra vertiente del asunto es lo que se llama ‘estrés de la acomodación’. Lo experimentamos al trabajar con pantallas de visualización de datos. Cambiando continuamente el foco, de papeles a la pantalla, de la pantalla al compañero del al lado y del compañero al teclado, sobrecargamos los músculos del ojo y nos cansamos demasiado. Todo el mundo sabe que debe hacer ejercicio con las piernas o la espalda, pero casi nadie detiene su jornada para ejercitar los ojos.

¿Qué podemos hacer?

Hay muchas formas de minimizar este posible problema. Fuera del trabajo, buscar paisajes que relajen la vista. Durante la exposición diaria a las pantallas, la clave es descansar. Cada veinte minutos, conviene pasar medio mirando a un horizonte lo más lejano posible, sin hacer demasiados esfuerzos por enfocar un solo punto. Si notas cómo los músculos del ojo se relajan es que lo necesitabas mucho. Hazlo todo lo que puedas. Si es un cuarto de hora en vez de medio minuto mejor, claro.

No te pegues a la luz, mantén una distancia de 30 centímetros aproximadamente, y un ángulo que no te obligue a mirar hacia arriba. Tiene que haber contraste entre la pantalla y lo que tengas alrededor, que debe estar iluminado pero menos que el dispositivo. Huye de los reflejos de ventanas y de fuentes de luz directas que compitan con el ordenador o lo enfoquen desde cerca.

Cierra los ojos de vez en cuando por unos segundos, mueve los globos oculares en todos los sentidos y ayúdate con las palmas de las manos para que no entre luz, te ayudará a relajarte. Haz estiramientos de cuello,espalda y brazos: la tensión afecta a todo el cuerpo y provoca que hagamos esfuerzos innecesarios con el ojo. Si notas que el problema aumenta con un ordenador concreto (por ejemplo, si notas que el del trabajo te afecta menos que el de casa) busca protectores de pantalla, que eliminan parte de la luz potencialmente dañina, o pide un dispositivo que ofrezca mejor resolución.

Parpadea a menudo para tener lágrima suficiente. Genís Cardona, investigador firmante del estudio mencionado, aconseja hacerlo bien a fondo: “No se trata de parpadear más, sino de parpadear mejor”. Los ‘jugones’, sobre todo con juegos de acción, “parpadean de forma incompleta” y por eso sufren del síndrome del ojo seco. También recomienda hacer 20 parpadeos completos (seguidos) cada tres horas de trabajo, lo que ayuda a seguir luego haciéndolo inconscientemente.

También puedes usar productos humectantes. Además del alivio momentáneo, conseguirás que los ojos lo tengan más fácil para enfocar y por tanto evitarás, de nuevo, la tensión.

Y date vacaciones de las pantallas todo lo que puedas, al fin y al cabo cuando vuelvas seguirán ahí.