China es el nuevo líder en inteligencia artificial

0
256
Foto: Tim Franco para The New York Times

Sören Schwertfeger terminó su investigación posdoctoral sobre robots autónomos en Alemania, y parecía destinado para Europa o Estados Unidos, donde se inició e instituyó la inteligencia artificial.

Sin embargo, se fue a China.

“No habría podido hacer un laboratorio como el mío en otra parte”, dijo Schwertfeger.

El equilibrio del poder en la tecnología se está inclinando hacia otro lado. Durante años, China observó con envidia cómo en Occidente se inventaban el software y los chips que impulsan la era digital de la actualidad. Pero en este momento es un actor principal en cuanto a la inteligencia artificial, la que algunos podrían consideran como la tecnología más importante del futuro.

Las ambiciones de China mezclan las ideas más excéntricas de la ciencia ficción con las necesidades de un Estado autoritario: una combinación entre Philip K. Dick y George Orwell. Se planea utilizar la inteligencia artificial para predecir crímenes, prestar dinero, rastrear personas por medio de las cámaras omnipresentes de circuito cerrado, aliviar la congestión vehicular, crear misiles que se guían solos y censurar internet

Pekín impulsa los avances en inteligencia artificial con grandes cantidades de dinero. Después de haber invertido miles de millones de dólares en programas de investigación, China prepara una nueva iniciativa multimillonaria para financiar proyectos de gran alcance, empresas nuevas e investigación académica, con el único objetivo de aumentar su potencial en el campo de la inteligencia artificial, según dos profesores que discutieron el plan con el gobierno.

Las empresas privadas también indagan en el campo. Este año, Baidu -un buscador al que suelen llamar el “Google de China” y que es un pionero en los campos relacionados con la inteligencia artificial, como el reconocimiento de voz- abrió un laboratorio conjunto con el gobierno que dirigen parcialmente los académicos que alguna vez trabajaron en la investigación de los robots militares de China.

“Es una carrera en la nueva generación de la informática”, aseguró James Lewis, un asociado principal del Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales. “La diferencia es que China parece pensar que es una carrera, Estados Unidos no”.

Para Schwertfeger, el dinero fue precisamente un incentivo importante. Recibió un apoyo seis veces mayor al que hubiera recibido en Europa o Estados Unidos que le permitió montar un laboratorio completo de inteligencia artificial, el cual cuenta con un asistente, un técnico y un grupo de estudiantes doctorales. “Es casi imposible que un profesor adjunto obtenga esta cantidad de dinero”, explicó Schwertfeger. “En Estados Unidos y Europa, se está reduciendo el financiamiento para realizar investigación. Pero en China definitivamente se está expandiendo”.

El laboratorio de Schwertfeger, el cual es parte de la Universidad ShanghaiTech, trabaja para que las máquinas encuentren la manera de evitar obstáculos sin la ayuda de los humanos. Decorado con robots que tienen ruedas, drones y sensores, el laboratorio busca que las computadoras realicen sus propios mapas y mejoren el rendimiento de los robots en tareas como encontrar objetos -en especial, personas- durante las operaciones de búsqueda y rescate.

Es difícil saber cuánto dinero ha gastado China porque las autoridades chinas divulgan muy poco. No obstante, los expertos aseguran que parece ser considerable. Hay una gran cantidad de provincias y ciudades que están gastando miles de millones de dólares en el desarrollo de robótica, y es probable que parte de ese financiamiento vaya a la investigación de la inteligencia artificial. Por ejemplo, la relativamente desconocida ciudad de Xiangtan, la cual se ubica en la provincia china de Hunan, se ha comprometido a otorgar dos mil millones de dólares para desarrollar robots e inteligencia artificial. Hay otros lugares que tienen incentivos directos para la industria de la inteligencia artificial.

A nivel nacional, China trabaja en un sistema que pueda predecir eventos como ataques terroristas o huelgas de trabajo con base en posibles sucesos precursores como los conflictos laborales. Un trabajo de investigación que financió la Fundación Nacional de Ciencias Naturales de China mostró cómo se puede simplificar el software de reconocimiento facial para que sea más sencillo integrarlo a las cámaras que están en todo el país.

Mientras tanto, el presupuesto que propuso el presidente estadounidense Donald Trump reduciría a cerca de 175 millones de dólares el gasto de la Fundación Nacional de Ciencia en los llamados sistemas inteligentes, una baja de 10 por ciento. También se harían recortes a la investigación y al desarrollo en otras áreas, aunque el presupuesto propuesto sí advierte un gasto mayor en investigación de defensa y en supercomputadoras. Fundamentalmente, los recortes desviarían gran parte de la investigación y el desarrollo a empresas privadas como Google y Facebook.

El dinero de China no se traduce necesariamente en dominio. El enfoque vertical, la burocracia impenetrable y el acaparamiento de información por parte del gobierno pueden limitar la investigación.

En la actualidad, las autoridades chinas han buscado solucionar el problema de tener demasiado control vertical. Wang Shengjin, un profesor en Ingeniería Electrónica de la Universidad Tsinghua de China, dijo que había notado mejorías, como la divulgación de información entre grupos de profesionales y la reducción de los límites de parte de las autoridades a los profesores que demandaban la propiedad intelectual de sus descubrimientos para fines comerciales.

“La falta de fuentes abiertas y de intercambio de información había sido nuestra realidad”, afirmó Wang. “Pero ya empezó a cambiar”.

Hay varias iniciativas privadas también, aunque es difícil distinguirlas de las públicas, como lo demuestra Baidu con su laboratorio conjunto.

Baidu es un líder del esfuerzo que está haciendo China en el campo de la inteligencia artificial. La empresa está trabajando en vehículos autónomos. Convirtió una aplicación que empezó como un diccionario visual -la cual tomaba la foto de un objeto y un celular decía qué era- en un sitio web que utiliza el reconocimiento facial para encontrar a personas extraviadas, un gran problema en un país donde el secuestro de niños ha sido persistente.

En un ejemplo sorprendente, el sitio ayudó a que una familia encontrara a un niño que había desaparecido hacía 27 años. Las pruebas de ADN confirmaron la relación familiar.

El software de reconocimiento de voz de Baidu -el cual puede lograr la difícil tarea de escuchar diferencias tonales en dialectos chinos- es considerado el mejor de su tipo. Cuando en octubre pasado Microsoft anunció que su software de reconocimiento de voz había superado el reconocimiento de los idiomas en los humanos, el director de investigación de Baidu recordó a la empresa estadounidense en tono de broma que su equipo había logrado lo mismo un año antes.

En este momento, la cooperación y los intercambios relacionados con la inteligencia artificial entre Estados Unidos y China son en buena medida abiertos. Los académicos chinos y estadounidenses publican sus hallazgos en una gran cantidad de revistas accesibles para todos, y los investigadores de China tienen un papel importante en los institutos de investigación de Estados Unidos.

Los gigantes de la tecnología china como Baidu, Tencent y Didi Chuxing han abierto laboratorios de inteligencia artificial en Estados Unidos, del mismo modo que algunas empresas nuevas de China. En los últimos seis años, los inversionistas chinos ayudaron a financiar 51 empresas estadounidenses de inteligencia artificial, con lo cual contribuyeron a los 700 millones de dólares que se recaudaron, según un informe reciente del Pentágono.

No queda claro qué tanto durará la cooperación.

No obstante, hay ventajas en que China desarrolle inteligencia artificial innovadora por sí sola. Las iniciativas nacionales se benefician del acceso que tienen las empresas y universidades chinas a una cantidad enorme de datos, del gran número de ingenieros chinos que se capacitó en ambos lados del Pacífico y del apoyo gubernamental, señaló Wang, de la Universidad Tsinghua.

Aunque una empresa estadounidense que ha sido prohibida en China durante mucho tiempo es la que quizá ha impulsado los avances en ese campo en el país asiático: Google. En marzo de 2016, un sistema de inteligencia artificial de Google, AlphaGo, venció a un jugador surcoreano en go, el complicado juego de estrategia de origen chino. La semana pasada, AlphaGo le ganó al mejor jugador del mundo, un chino, en un torneo que se celebró en Wuzhen, China.

El logro de Google cambió el tenor del discurso gubernamental sobre el financiamiento, según varios profesores chinos.

“Después de que salió AlphaGo y tuvo tanto impacto en la industria, el contenido del discurso gubernamental se volvió mucho más amplio y concreto”, afirmó Zha Hongbin, un profesor de aprendizaje automático de la Universidad de Pekín. Poco después, el gobierno creó un nuevo proyecto de computación inspirado en el cerebro, agregó.

Con todo el apoyo gubernamental, los avances en este campo podrían resultar contraproducentes en última instancia, afirmó Shirky. La inteligencia artificial podría ayudar a que China censure mejor el internet, una tarea que suele impedir que los investigadores encuentren información vital. Al mismo tiempo, la inteligencia artificial podría facilitar la traducción de artículos y otro tipo de información para los lectores chinos.

“El hecho es que, a diferencia de la ingeniería automovilística, la inteligencia artificial traerá sorpresas, las cuales harán del mundo un lugar mucho menos predecible, algo que nunca ha sido del agrado de Pekín”, dijo Shirky.

 

 

Paul Mozur reportó desde Hong Kong y John Markoff desde San Francisco. Carolyn Zhang colaboró con la investigación desde Shanghái.