Cortes en la red y conexiones por satélite: la otra guerra entre Rusia y Ucrania
Los cortes de internet han entrado de lleno en la guerra de Ucrania. La conectividad de GigaTrans, la principal operadora del país, ha llegado a caer por debajo del 20% en algunos momentos de este fin de semana, tal y como recoge NetBlocks, plataforma de monitorización de la red. Tras una petición del Gobierno ucraniano, el empresario Elon Musk ha proporcionado conectividad a la exrepública soviética mediante los satélites de su compañía Starlink.
“Mientras intentas colonizar Marte, ¡Rusia intenta ocupar Ucrania! Mientras tus cohetes aterrizan con éxito desde el espacio, ¡los cohetes rusos atacan a la población civil ucraniana! Le pedimos que proporcione a Ucrania estaciones de Starlink”, escribió este sábado en Twitter el vice primer ministro Mykhailo Fedorov, a lo que Musk respondió horas después: “El servicio Starlink ahora está activo en Ucrania. Más terminales de camino“.
Ciudades como Járkov —la segunda más importante del país— o Lugansk, que sufrieron varios cortes del servicio después de que se vandalizaran varias instalaciones de fibra óptica de Vodafone, estuvieron entre las primeras afectadas tras la invasión rusa. “Debemos ser conscientes de que el sabotaje de la red continuará en el futuro. Todo esto forma parte del plan de Rusia para desestabilizar la situación en Ucrania. Las fuerzas del orden han iniciado un procedimiento penal por interferir en el trabajo de un operador de telefonía móvil”, explicó el Ministerio del Interior en un comunicado.
Y es que la guerra cibernética no ocurre únicamente en el espacio virtual: las tecnologías digitales se sustentan sobre una serie de infraestructuras físicas, por lo que el efecto dominó está garantizado. “Aunque no hay un apagón a escala nacional, apenas se tienen noticias de las regiones más afectadas, y para otras existe el temor permanente de que la conectividad pueda empeorar en cualquier momento, aislando a amigos y familiares”, ha explicado Alp Toker, director de NetBlocks, a Reuters.
David Marugán, consultor de seguridad y especialista en radiocomunicaciones, pone este tipo de acciones en contexto. Así, recuerda lo ocurrido en Serbia en 1999, cuando la OTAN utilizó bombas de grafito para impedir el uso de las infraestructuras eléctricas. “Fue de las primeras veces que se usaron. Dañaban la red, pero intentaban no destruir las infraestructuras“, explica.
“Hay que entender que hay diferentes motivos que causan estas interrupciones en los servicios”, apunta este especialista, ya que suelen ir más allá de los meros ataques cibernéticos. “También pueden ser causados por los efectos colaterales producidos por acción física, los ataques cinéticos que se producen en una guerra o que vengan dados por cortes de energía, daños en la infraestructura física (intencionados o no) o, incluso, producidos por la falta de asistencia de empleados que están afectados por la situación de guerra, algo que influye en el correcto mantenimiento de los diferentes servicios de telecomunicaciones”, desarrolla.
De cualquier modo, lo que se ha visto hasta ahora, indica, “parece que está relacionado con las consecuencias inmediatas de los ataques, como los bombardeos, posibles caídas de torres de comunicación o cortes en cableado” y recuerda que, “en ciertas zonas de Ucrania, hay población prorrusa, teniendo también el riesgo de que una hipotética quinta columna pueda colaborar en acciones de sabotaje a favor del enemigo”.
La situación puede agravarse, ya que, “mientras avanza el conflicto, puede que no interese que haya cierta información de los ataques a tiempo real que, por ejemplo, pueda revelar movimientos de tropas o información sensible”. “En algunos casos, se han logrado restablecer, pero, cuando pasa el tiempo, se conocen otros casos y es casi continuo, e iremos viendo mayores cortes o cortes en otras zonas por causas diferentes. Es una actividad constante que va pareja con la invasión”, advierte.
No obstante, esto también podría ir en contra de Rusia. “Como es lógico, en zonas anexionadas existe un control por parte de Rusia, por lo que sería más fácil para ellos cortar internet en ciertas zonas, pero también podría ser contraproducente para sus intereses dejar a los que consideran sus ciudadanos sin este servicio”, comenta este analista. Y esto solo en caso de cortes que no provoquen daños mayores a la infraestructura. Si esto último ocurriera, sería un tiro en el pie para Rusia, que tendría que reconstruir estas dotaciones desde cero o, lo que es lo mismo, pasar un tiempo sin acceso a la red.
La radio sigue siendo clave
En Ucrania, internet no llega a tanta gente como la telefonía móvil, la televisión o la radio, que alcanzan a la práctica totalidad de la población. La penetración y uso de la red es inferior, rozando los 30 millones de usuarios, lo que supone tres quintas partes de la población total. Según el índice que publica la CIA, Ucrania ocupa el puesto 31 de acceso a internet en todo el mundo.
Eso sí, la declaración del estado de emergencia ha hecho que se impidan las emisiones de radioaficionados, algo que ya ha ocurrido en conflictos anteriores. Marugán recuerda que, durante la Primavera Árabe en Egipto, el presidente Hosni Mubarak “cortó internet de todos los operadores que daban conexión al país, así que algunas noticias las difundían los radioaficionados, y los medios occidentales recurrieron a veces a estos para sacar sus informaciones”.
“La radio es más importante de lo que la gente piensa, ya que permite comunicar de un punto a otro sin pasar por ningún intermediario, a diferencia de internet”, comenta este experto antes de recalcar que “el espacio radioeléctrico está ocupado por operaciones militares y quieren evitar, pienso, que alguien realice acciones de espionaje o propaganda a favor de un país extranjero, además de prevenir cualquier interferencia indeseada”.
De cualquier modo, se trata de prohibiciones únicamente legales, ya que impedir toda comunicación de radio es técnicamente muy complejo y, también, poco deseable. “Se debe tener en cuenta que se debe permitir a las fuerzas de seguridad seguir usando también su propio espacio radioeléctrico”, recuerda.