La guerra no se libra únicamente en las calles desiertas de una Ucrania horrorizada. El grave conflicto abierto el jueves con los primeros bombardeos ha estado acompañado por un incesante flujo de informaciones falsas, amplificadas a través de las redes sociales e incluso difundidas por medios de comunicación. Las mentiras también juegan su partido.
Las campañas de desinformación están hoy activas en ambos bandos de esta contienda. “Es importante tener en cuenta que no siempre es evidente exactamente quién es responsable de publicar afirmaciones dudosas o potencialmente sin fundamento, lo que agrega una capa adicional de niebla a situaciones ya turbias”, advertía hace pocos días el colectivo independiente Bellingcat, formado por investigadores y periodistas de un amplio número de países.
Son días intensos para quienes se dedican a verificar estos contenidos. Algunas horas antes de que empezara oficialmente la guerra, Bellingcat abrió una base de datos para tratar de determinar aquellos incidentes que “hayan sido verificados o desacreditados”. Cinco días después de iniciados los bombardeos, la tarea promete ser tan inmensa como inabarcable.
“La desinformación sobre el conflicto en Ucrania tiene un enfoque multiplataforma: declaraciones políticas, medios gubernamentales y opinadores con amplio seguimiento online; y, posteriormente o en paralelo, campañas de viralización en redes sociales”, destaca el periodista y antropólogo Miquel Pellicer, director de Comunicación Digital de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC), en un artículo publicado en su blog.
El experto sostiene que la desinformación “se produce por múltiples factores”, entre los que figura “la cuestión vinculada con la propia propaganda política desarrollada por cada país”, así como “el enorme seguimiento y cobertura que está teniendo este conflicto en las redes sociales”, lo que provoca que “se disemina información manipulada y sin contrastar”. Además, sostiene Pellicer, “la desinformación también es un negocio al que las empresas, los usuarios y las grandes tecnológicas se abonan”.
Los análisis efectuados hasta ahora por organizaciones dedicadas a la verificación de información han confirmado la difusión de vídeos falsos, en los que se atribuían supuestos bombardeos por parte de aviones contra la ciudad ucraniana de Mariupol. La agencia EFE, a través de su servicio Efeverifica, determinó que se trataba de una grabación de una tormenta eléctrica.
En medio del horror y la incertidumbre se detectó otra información falsa: este sábado, el Gobierno ucraniano aseguró que un misil ruso había impactado contra un edificio de Kiev. Sin embargo, datos sobre geolocalización verificados por distintos expertos apuntan a que se trataría de un misil de defensa aérea ucraniano S-300, “por lo que aún vale la pena mantener la mente abierta sobre qué munición fue responsable”, apuntó Elliot Highins, director de Bellingcat.
La catarata de informaciones falsas acompaña así el transcurso de la guerra. “Con las tropas rusas atacando Ucrania, la desinformación cobra una nueva dimensión, enfocándose en justificar la invasión (una guerra contra un país nazificado) e intentando desmoronar las defensas psicológicas de los ucranianos”, subraya Pellicer.
El investigador pone el foco en otro asunto que ha estado presente durante las últimas horas: la posibilidad de que el presidente ucraniano, Volodímir Zelensky, haya huido o esté muerto se ha convertido en “una constante”, a tal punto que un medio de información ruso llegó a publicar una noticia falsa sobre la supuesta salida del mandatario del país. La guerra también se juega en este campo.