El colapso del gigante inmobiliario Evergrande sigue batiendo récords por sus proporciones. Tras la declaración de insolvencia, la detención de la cúpula directiva y la orden de liquidación de la compañía por parte de la justicia hongkonesa, llega un nuevo golpe contra la que fuera una de las mayores inmobiliarias chinas, hoy convertida en la más endeudada del mundo. La Comisión Reguladora del Mercado de Valores del gigante asiático ha acusado a la compañía de inflar sus ingresos en 78.000 millones de dólares (72.000 millones de euros) en los informes anuales de 2019 y 2020 y ha impuesto duras sanciones contra la empresa, su fundador y otros cinco cargos directivos, a quienes acusa de graves actividades fraudulentas e irregularidades contables.
El agujero contable Evergrande supera con creces al de la empresa energética Enron, del año 2001, de una envergadura desconocida hasta entonces. También deja muy atrás la manipulación financiera de Worldcom (2002) o la de Luckin Coffee, el Starbucks chino que quebró después de cotizar en el Nasdaq (2020).
El zarpazo de la comisión de valores local coloca el dedo acusatorio sobre Evergrande en los informes anuales de 2019 y 2020, al considerar que Hengda Real Estate Group, una de las unidades del gigante chino de la construcción, infló los ingresos en 27.300 millones de euros en 2019 y en otros 44.700 millones en 2020 al incluir ventas por adelantado. Las cifras infladas representaron la mitad de los ingresos totales de Hengda en 2019, y el 79% de 2020. El supervisor considera que la dirección del grupo “instruyó” a sus empleados para inflar los datos. La posible manipulación sitúa además en un papel delicado a la antigua auditora de la constructora, PricewaterhouseCoopers, que renunció a seguir firmando las cuentas del grupo en 2023.
El regulador ha impuesto una multa de 4.180 millones de yuanes (533 millones de dólares, al cambio actual) a la compañía por falsificación financiera. A ello se añade la denuncia de una presunta emisión pública de bonos corporativos fraudulenta, ya que se basó en los registros falsos, y la acusación de no haber divulgado, de manera oportuna y según lo requerido, información relevante sobre su situación económica y judicial, tal y como recoge el medio Daily Economic News. La compañía ha respondido que seguirá prestando atención a la evolución de los asuntos, y que renuncia al derecho de declaración, defensa y audiencia sobre este paquete de sanciones; también pide a los inversores que presten atención “a los riesgos”, según el citado medio.
El disparo de las autoridades regulatorias llega en un momento en el que Pekín quiere mostrar una actitud ejemplarizante ante un mercado inmobiliario en horas más que bajas. La ruina de Evergrande es el reflejo trágico de una crisis de enormes proporciones convertida en el talón de Aquiles de la economía china. El grupo nació en 1996 y surcó la ola desarrollista de los noventa y primeros años dos mil, pero comenzó a presentar problemas financieros en 2021 —la agencia de calificación Fitch la declaró insolvente aquel año, tras incumplir oficialmente con el reembolso acordado con sus prestamistas en dólares—, y no ha logrado remontar el vuelo desde entonces.
El organismo ha castigado además al fundador, Hui Ka Yan, también conocido como Xu Jiayin —en arresto domiciliario desde septiembre—, con la prohibición de por vida para acceder al mercado de valores, además de una multa de 47 millones de yuanes (unos 6 millones de euros). Asfixiado ya por una deuda de 328.000 millones de dólares (unos 302.000 millones de euros), el grupo deberá hacer frente además a una pena económica de 4.175 millones de yuanes (unos 535 millones de euros), según comunicó Evergrande el lunes por la noche (hora local), y han recogido numerosos medios chinos.
El tamaño del fraude de Evergrande ha recordado al colapso en 2001 del estadounidense Enron, uno de los mayores escándalos financieros de la historia. La que llegó a ser considerada la séptima empresa más grande de Estados Unidos, con 100.000 millones de dólares de facturación, se declaró en bancarrota a finales de 2001 con una deuda superior a 30.000 millones, dejó miles de accionistas y ahorradores en la ruina y supuso el despido de 20.000 trabajadores. Un año después, una nueva sacudida hizo tambalearse al mercado de EE UU con el fraude de Worldcom. La teleco, considerada entonces una de las mayores telecos del país, reconocía en 2002 haber inflado sus ingresos en 11.000 millones de dólares.
Evergrande comunicó en agosto pasado unas pérdidas de 33.012 millones de yuanes (4.198 millones de euros) en el primer semestre de 2023. Solo una semana antes había anunciado que se acogía a la ley de bancarrota en Estados Unidos. A principios de septiembre, su principal subsidiaria, Hengda Real Estate, comunicó que se enfrentaba a al menos 1.931 litigios por un importe de 437.743 millones de yuanes (56.430 millones de euros). Poco después, la policía china detuvo, por primera vez, a varios empleados de Evergrande Financial Wealth, el brazo financiero de la promotora, y solicitó la colaboración de los “inversores” para cursar sus “quejas”. A finales de septiembre, trascendió que el fundador de la compañía, un hombre hecho a sí mismo, hoy amante de los yates, pero nacido en 1958 en una aldea rural surcada por el hambre durante la trágica época del Gran Salto Adelante, se encontraba bajo vigilancia policial. En enero, la justicia de Hong Kong ordenó la liquidación de la compañía, tal y como reclamaban sus acreedores, después de más de año y medio de intentos infructuosos de reestructuración de su deuda extraterritorial (offshore).
La compañía cuenta con 1.241 proyectos inmobiliarios en venta en distinta fase de desarrollo, según la memoria de 2022, publicada el pasado verano. Pero se enfrenta a un mercado en fase de congelación en el que las ventas de propiedades han vuelto a caer un 20,5% interanual en los dos primeros meses de este año, según los últimos datos de la Oficina Nacional de Estadísticas.