Cuando las mujeres ganan, el mundo gana

Por Indermit Gill
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A nivel mundial, los derechos legales de las mujeres han mejorado notablemente desde 1970, a medida que importantes reformas han desmantelado una amplia gama de barreras que enfrentan las mujeres en todas las etapas de su vida laboral. Sin embargo, persiste una enorme brecha de género a nivel mundial y parece que se han sobrestimado los avances en muchas áreas críticas.

En mayo de 1988, Alejandra Arévalo se convirtió en la primera geóloga en ingresar a una mina subterránea en Chile. Al hacerlo, desafió un mito popular: que una mujer trae mala suerte al aventurarse en una mina. Ella también violó la ley. En ese momento, a las mujeres chilenas se les prohibió trabajar en la minería subterránea o en cualquier otro trabajo que “excediera sus fuerzas o pusiera en riesgo su condición física o moral”. El desafío de Arévalo ayudó a desencadenar una revolución. En 1993, se abolieron las restricciones impuestas a las mujeres en la minería; y para 2022, las mujeres representarán el 15% de la fuerza laboral minera chilena, tres veces más que 2007.

Durante el último medio siglo se han producido avances igualmente sustanciales en todo el mundo. A nivel mundial, los derechos legales de las mujeres han mejorado en aproximadamente dos tercios, en promedio, desde 1970. Reformas importantes han desmantelado una amplia gama de barreras que enfrentan las mujeres en todas las etapas de su vida laboral, pero especialmente en el lugar de trabajo y en la paternidad. Sin embargo, mientras el mundo celebra el Día Internacional de la Mujer de este año, queda claro que todavía existe una enorme brecha de género a nivel mundial.

De hecho, los últimos datos muestran que la brecha es mucho mayor de lo que se pensaba anteriormente. Cuando se consideran las diferencias legales con respecto a la protección contra la violencia y el acceso al cuidado infantil, las mujeres disfrutan sólo de dos tercios de los derechos legales que disfrutan los hombres, no el 77%, como se creía anteriormente. El último informe del Banco Mundial sobre Mujeres, Empresas y el Derecho concluye que ningún país –ni siquiera los más ricos– otorga a las mujeres los mismos derechos legales que a los hombres.

La mayor deficiencia tiene que ver con la seguridad: las mujeres disfrutan apenas de un tercio de la protección legal necesaria contra la violencia doméstica, el acoso sexual y el feminicidio. Otro obstáculo es el acceso inadecuado a los servicios de guardería. Sólo 62 economías –menos de un tercio de los países del mundo– han establecido estándares de calidad que rigen los servicios de cuidado infantil. Como resultado, es posible que las mujeres de 128 economías tengan que pensárselo dos veces antes de ir a trabajar mientras tienen hijos a su cargo.

Además, la brecha de género es más amplia de lo que las leyes vigentes podrían sugerir. Por primera vez, Mujeres, Empresas y el Derecho comparó el progreso de las reformas legales con los resultados reales para las mujeres en 190 economías y encontró un retraso sorprendente en la implementación. Aunque las leyes vigentes implican que las mujeres disfrutan aproximadamente de dos tercios de los derechos de los hombres, los países, en promedio, han establecido menos del 40% de los sistemas necesarios para su plena implementación.

Por ejemplo, 98 economías han promulgado leyes que exigen la igualdad de remuneración para las mujeres por un trabajo de igual valor; pero sólo 35 economías (menos de una de cada cinco) han adoptado medidas de transparencia salarial o mecanismos de cumplimiento para abordar la brecha salarial. Eso representa un desperdicio colosal de capital humano, y precisamente en el momento en que el mundo necesita reunir todos sus recursos para escapar del creciente riesgo de estancamiento económico. Hoy en día, menos de una de cada dos mujeres participa en la fuerza laboral. Por el contrario, aproximadamente tres de cada cuatro hombres lo hacen.

Cerrar esa brecha podría ayudar a duplicar el crecimiento económico mundial en la próxima década. La evidencia es clara: las economías con puntuaciones más altas en Mujeres, Empresas y Derecho tienden a tener mayores tasas de participación femenina en la fuerza laboral, un espíritu empresarial femenino más fuerte y una participación femenina más activa en las instituciones políticas. En resumen, la igualdad de género es a la vez un derecho humano fundamental y un poderoso motor del desarrollo económico.

Una vez más, no basta simplemente con buscar la igualdad en las leyes escritas. Lo que necesitamos son conjuntos integrales de políticas e instituciones –así como una transformación de las normas culturales y sociales en muchos países– para empoderar a las mujeres para que se conviertan en trabajadoras, empresarias y líderes exitosas. Eso significa mecanismos de aplicación más sólidos para abordar la violencia en el lugar de trabajo, disposiciones prácticas para los servicios de cuidado infantil y un acceso más fácil a los servicios de atención médica para las mujeres que sobreviven a la violencia.

Estas políticas permiten a las mujeres seguir empleadas sin sufrir reveses en su carrera, ayudan a cerrar la brecha salarial de género y reconfiguran los roles y actitudes de género relacionados con el lugar de trabajo y las tareas domésticas. Y a medida que más mujeres ascienden a puestos de liderazgo, inspiran a nuevas generaciones de niñas a alcanzar su máximo potencial.

Los resultados positivos toman tiempo para lograrse, pero suceden. Como ha observado Claudia Goldin, ganadora del Premio Nobel de Economía de 2023, el aumento en la década de 1960 del número de mujeres estadounidenses que ascendieron a empleos de alto nivel no se produjo por casualidad. Fue producto de una acumulación lenta pero constante de derechos legales.

“Incluso si las leyes no cambiaron los ingresos de las mujeres, mejoraron sus vidas y ampliaron sus opciones”, señaló Goldin. “Los lugares de trabajo se volvieron más seguros para ellos. Ya no estaban excluidos ni exentos de formar parte de los jurados debido a sus supuestas responsabilidades domésticas. No podían ser despedidas cuando estaban embarazadas ni se les podía negar un trabajo porque tenían hijos. Recibieron mejor educación y más recursos, incluso cuando eran niñas”.

La nivelación del campo de juego presenta oportunidades económicas cruciales, y no sólo para las mujeres. Cuando gana la mitad de la humanidad, gana el mundo entero.