
La reunión que organizó Marcelo Claure en Harvard puede generar ventaja a corto plazo, pero no es una buena noticia a largo plazo, si se considera la idea de AL como patio trasero de EEUU.
En su discurso de asunción, Donald Trump se encargó de dejar en claro cuál es el papel que tiene reservado para América Latina. Con la era del estado de bienestar democrático y social debilitado en Europa, los EEUU, retoma (más de dos siglos después) la doctrina Monroe que en 1823 declaró que cualquier esfuerzo adicional de los países europeos para colonizar tierras o interferir con los estados de las Américas sería visto por EEUU como actos de agresión que requerirán intervención.
Como contraparte, EEUU aseguraba que no interferiría con las colonias europeas existentes ni en las preocupaciones internas de los países europeos. En ese momento, no era la potencia militar que es hoy, pero tenía de aliado a Inglaterra, que veía al EEUU como su llave para influir en la región.
En ese marco, surgió la noción de América Latina como “patio trasero” de los Estados Unidos. Luego, Estados Unidos y España tuvieron un enfrentamiento por el control de Cuba. En 1895, José Martí inició una insurrección en la isla. A pesar del poderío de las tropas enviadas desde la península, el ejército español vio diezmadas sus filas por los continuos ataques de los insurrectos y las epidemias. Episodios estos que sirvieron como pretexto para que EEUU declare la guerra a España. El 3 de julio acabó con el resto de la armada en la Batalla de Santiago de Cuba. Tras la guerra se firmó el Tratado de París, por el que España renunció a Cuba, declarada independiente, pero bajo administración de Estados Unidos. Era el final del imperio español en América.
Luego de momentos capitulares, como la posterior liberación de Cuba ya en el siglo pasado por Fidel Castro y sus guerrilleros, la multiplicación de factores ha sido una constante. La relación de influencia, sometimiento y tensión entre EEUU y la región tuvo sus idas y vueltas, y se fue haciendo cada vez más compleja a medida que el país norteamericano crecía como potencia.
A principios del siglo XX, esta influencia tuvo un fuerte quiebre con la doctrina del Big Stick, “gran garrote”. Cuando en 1901 Theodore Roosevelt llegó a la primera magistratura de los Estados Unidos, la relación con América Latina dio un vuelco. Su forma de pensar era sumamente prejuiciosa y se traducía en una abierta animosidad contra los pueblos de Latinoamérica. Theodore Roosevelt había sido combatiente en la guerra contra España por Cuba.
Como si fuera poco en los años 60 y 70 se llegó inclusive a fomentar los golpes de Estado y las dictaduras militares para detener el avance del comunismo y la influencia de la Unión Soviética. La última invasión directa de Estados Unidos en la región fue en 1989 en Panamá. El ejército estadounidense ingresó al país con 26 mil soldados, apoyados por la aviación y la marina, y se llevó detenido al jefe de Estado, Manuel Antonio Noriega. La invasión duró hasta el 31 de enero, fue duramente criticada y considerada una violación flagrante del derecho internacional.
La importancia económica del Canal de Panamá
Para entender la invasión, hay que tomar en consideración la importancia del Canal de Panamá, una obra estratégica, porque es un punto que une el Océano Atlántico con el Océano Pacífico. Es decir, quien controle este punto tiene un ahorro monumental de traslado y es un punto estratégico, tanto comercial como bélico.
El 26 de febrero de 1904, Estados Unidos adquirió el control del estratégico Canal de Panamá.
Para tener en cuenta su importancia, entre 1531 y 1660, de todo el oro que ingresó a España, el 60% cruzó por allí. En 1819, el gobierno español autorizó la creación del canal, a instancias de la sugerencia del científico alemán Alexander von Humboldt. En 1821 Panamá se independizó de España y decidió unirse a la Gran Colombia. La construcción del canal estuvo a cargo de Francia, luego de obtener la concesión del gobierno colombiano. La construcción del canal se inició el 1 de enero de 1880, pero tuvo grandes problemas por inundaciones y falta de experiencia en ingeniería, lo que llevó a la suspensión de la obra.
Finalmente, el canal se realizó a comienzos del siglo XX, cuando EEUU buscaba ampliar los mercados para su industria, por lo que Roosevelt impulsó la adquisición de la concesión y la construcción del canal. Roosevelt apoyó a rebeldes panameños contra el gobierno, asegurándoles el apoyo de la marina estadounidense. En dos días, los panameños declararon su independencia, y en una devolución de favores, el 23 de febrero de 1904, le permitieron el control del canal a Estados Unidos por la suma de 10 billones de dólares.
El discurso de Trump sobre América Latina
Hicimos todo este recorrido para darle historia y contexto al discurso de Trump el día de su posesión, pero sobre todo para contextualizar el conversatorio organizado por un empresario boliviano a título de sacar a Bolivia de la crisis, organizado en la universidad de Harvard, cobra sentido por la conocida consigna del mandatario norteamericano de recortar fondos federales a esa institución.
Vamos a repasar el momento más fuerte de todo su discurso (el de Trump en su posesión en enero de este año) cuando dijo que se propone “recuperar el Canal de Panamá”.
“El presidente McKinley volvió rico a nuestro país con impuestos y talento. Era un empresario natural, y le dio plata a Teddy Roosevelt para todas las cosas grandiosas que hizo, inclusive el Canal de Panamá, que se lo han dado de forma tonta a Panamá después de que EEUU haya gastado tanta plata como nunca gastó en un proyecto, y perdió 38 mil vidas en el Canal de Panamá. Nos han tratado muy mal por este regalo tan tonto, que nunca se tendría que haber hecho. Y la promesa de Panamá se rompió, el objetivo de nuestro trato y el espíritu de nuestro trato fue violado. Los barcos americanos tienen impuestos caros y no los tratan de forma justa de ninguna manera. Y, sobre todo, porque China maneja el Canal de Panamá, y nosotros no se lo dimos a China, se lo dimos a Panamá y lo vamos a tener de nuevo”, dijo el flamante presidente norteamericano.
No hay ninguna prueba de que China maneje el Canal de Panamá, es una de las afirmaciones sin fundamentos características de Trump. Cientos de intelectuales han explicado que no hay preferencias, y allí se garantiza el pasaje de buques de todos los países con el mismo arancel. Además, el actual Canal de Panamá no es el mismo que se hizo a comienzos del siglo XX. Se lo agrandó para que naveguen buques de mayor porte, y esas inversiones las hizo el gobierno panameño.
Luego, un anuncio más simbólico, pero que también representa parte de la visión de Trump de América Latina, fue cuando dijo: “Cambiaremos el nombre del Golfo de México por el Golfo de América. Estados Unidos reclamará su legítimo lugar como la nación más grande, más poderosa y más respetada de la tierra, inspirando el asombro y la admiración del mundo entero. Dentro de poco, vamos a cambiar el nombre del Golfo de México por el de Golfo de América”. Algo que ya había mencionado varios días antes de asumir la presidencia.
Cabe recordar, que gran parte de los Estados que recorren el Golfo de México eran territorio del Virreinato de México cuando se bautizó.
No nos referiremos en este recuento a otro de los momentos más crueles de ese mismo discurso que dedicó a los latinos que viven en Estados Unidos.
El mundo que propone Trump parece tener más que ver con la primacía a través de la fuerza que a través de los consensos internacionales. Para los latinos, ese mundo es conocido. De ese mundo hemos avanzado y lo dejamos atrás. Un mundo pre Naciones Unidas, pre Sociedad de las Naciones, creada en 1919, cuando su capital estaba en Suiza y no en Nueva York, luego de la derrota de Alemania en la Primera Guerra Mundial y la firma del Tratado de Versalles. Un reflejo sano de los países, que comenzaban a darse cuenta que imponerse por la fuerza iba a derivar en una destrucción mutua, por lo que pusieron en pie una sociedad que pudiera establecer límites en la pelea entre unos y otros. La Sociedad de las Naciones duró 20 años, hasta que Hitler comenzó su invasión a los países vecinos.
La ONU, que es la continuación de esta iniciativa, se fundó el día que finalizó la Segunda Guerra Mundial, mudando su capital a Nueva York. El orden previo a 1919 era el del “garrote”, y es el mundo al que propone volver Trump.
La cumbre “Bolivia 360”
Marcelo Claure concita interés entre los candidatos bolivianos; se toma tiempo e invierte en organizar un conversatorio -invita a los presidenciables y a un numeroso grupo de invitados- a un evento en el que plantean un escenario de descomposición de la patria (para ser patrióticos). Se alinean todos en conversaciones que pueden generar algún tipo de ventaja a corto plazo, pero no es una buena noticia a largo plazo, si EEUU vuelve a considerar la idea de América Latina como patio trasero de Estados Unidos.
Quizá, está reunión, no sea una mala noticia para el MAS de cómo llegó al poder (con la ayuda de un embajador de EEUU en Bolivia -ante quien todos desfilaban, hacían hora, tomaban consejo, y a la larga resultó un agente encubierto cubano que encumbró a Evo a la presidencia por largos 16 años). Marx decía: “La historia ocurre primero como tragedia y después como farsa”.