Las elecciones del domingo ponen a prueba el nervio de la democracia

La conducta de los candidatos a la presidencia sugiere su obsesión por alcanzar el poder a cualquier precio. Existe realmente una opción de extrema derecha.
Desde la recuperación de la democracia no se había codificado una elección tan nítidamente marcada hacía la derecha, luego de la indiscutible derrota de algunas izquierdas en AL, entre ellas la boliviana que gobernó 20 largos años, el periodo más largo desde 1982. El ultra derechista presidente argentino, Javier Milei, tiene una parte de responsabilidad en la categoría tan empleada por los candidatos a la presidencia en Bolivia para identificarse con la derecha. Quizá, por eso, decirle a Doria Medina que es miembro activo de la Social Democracia le ha generado convulsiones de pánico. Un gobierno de derecha era por definición antidemocrático, conculcador de las garantías individuales, comparado con las dictaduras militares que combatieron todo lo que se asociaba a la revolución cultural que proponía la izquierda.
Esto quedó zanjado en el primer debate organizado por el TSE en el que los candidatos con mayores opciones de alcanzar la presidencia se excitaron a la sola mención de la izquierda o algo de centro. Obviaron, esquivaron y se definieron de derecha, en su obsesión de alcanzar el poder a cualquier precio. De alguna manera es el resultado de un giro en la manera de impulsar las relaciones interpartidarias, los llamados “zurdos” se dieron a la tarea de destruir los derechos y perseguir a sus adversarios políticos, negando a cuenta de sus propias acciones cualquier conexión con la justicia y se siguieron llamando de izquierda.
Los principales líderes de la política boliviana necesitan desesperadamente el respaldo de los indecisos. Si el giro va abiertamente por la derecha, el ganador de la elección será claramente Tuto. Pero, si se diera el caso de que esos votos sean la sorpresa, cualquiera que gane el domingo deberá promover un giro dramático al centro para alcanzar la presidencia.
Dos profesores de la Universidad de Harvard, Steven Levitsky y Daniel Ziblatt, argumentan que las democracias modernas se erosionan desde dentro cuando los líderes electos socavan las instituciones que les llevaron al poder. “El proceso suele ser lento y pasa desapercibido hasta que es demasiado tarde, porque en su mayoría se encuentra todo dentro de los límites de la legalidad”, dicen los profesores de Harvard. Por esto, en la dinámica política global, la defensa de los valores liberales es ahora más crucial que nunca. Todos los candidatos que pugnan la presidencia en las elecciones del domingo, sin excepción, han planteado que renunciarán a cualquier interés personal para gobernar sujetos a las reglas establecidas por la constitución, ese ya es un gran avance para la democracia, habrá que ver, con beneficio a la duda, que cumplan lo que dicen.