Modelo de simulación matemática predice la ruta del volcán de La Palma
La solución construida por tres personas de la Cátedra Universitaria de Reducción del Riesgo de Desastres y Ciudades Resilientes de la Universidad de La Laguna se ha convertido en el mejor oráculo para saber cómo va a evolucionar el camino de la lava antes de que la propia lengua dé ese paso.
¿Y cómo lo han hecho? Con un, según explican ellos mismos, pequeño y sencillo modelo matemático que simula la evolución del volcán uniendo variables básicas: espesor de la lava, una velocidad que se va retocando y la topografía exacta de la isla. Un trabajo tan sencillo como ingenioso que ha puesto en valor, y así lo empujan sus creadores, para mostrar cómo los datos y los modelos matemáticos pueden ayudar a calcular riesgos y ser una parte fundamental de la gestión de desastres tan difíciles de trabajar como una erupción.
Investigadores
Jaime Díaz Pacheco es el investigador que está coordinando el equipo. Un profesor de Geografía Física y experto en sistemas de información geográfica aplicados a la simulación dinámica y la resiliencia, que quita complejidad a lo que hacen aunque destaca sus buenos resultados.
“Si te pones a mirar no es algo muy complicado, es más, podríamos haberlo hecho mucho más complejo, pero, con la situación que había y la información que teníamos a nuestra disposición, optamos por algo sencillo que pudiese servir para simular la bajada de la colada y adelantarse a los acontecimientos. Y está funcionando bastante bien”, comenta.
Acerca del modelo
Obviamente no es algo que haya salido de la nada, sino que es un modelo bastante definido y que llevaban más de dos años calibrando. Además, bebía de otros parámetros anteriores, salidos de investigaciones como la de la también española Alicia Felpeto que publicó en 2002 y de ‘softwares’ abiertos a través de la plataforma Qlava. Por último, Díaz añade algo clave: los datos. Que en su caso los bebe principalmente del IGN, aunque ahora han empezado a tirar también de Copernicus y de otras imágenes aéreas. “La calidad de los datos para estos programas es básica, ahora mismo trabajamos con celdas de cinco metros, para que te hagas una idea de la exactitud teniendo en cuenta todo lo ocurrido con el volcán”.
Además, Díaz da otra clave de este caso: la zona donde ha aparecido la erupción es la más joven de la isla, tiene unos 600.000 años, y por ello apenas hay grandes barrancos o diferencias de alturas. Eso hace que un modelo que tome los metros de forma exacta pueda ser más que necesario. “Un buen ejemplo es el de la montaña de Todoque. Pocos se atrevían a decir si pasaría por el sur o por el norte, porque el entorno es prácticamente plano, pero nuestro modelo dijo que sería por el sur, la opción que cogió al final la lava. Y lo hizo porque, mientras el norte está a 238 metros, el sur está a 235. Es algo muy difícil de detectar a simple vista o por experiencia personal, pero que es fundamental en esta situación”, cuenta el geógrafo que destaca cómo todo esto lo han hecho a distancia, con solo un miembro del equipo en la propia isla. “Yo lo he trabajado estando frente al ordenador”.
“Ahora todos nos preguntan por el siguiente paso”
El caso de la ULL es aún más curioso porque, a diferencia de otros equipos, ellos no están en el comité científico que sigue de cerca la evolución de la erupción, hacen su trabajo de forma voluntaria, pero su peso no ha parado de crecer en las últimas semanas. “Tenemos algún contacto dentro del comité que es nuestro enlace, pero no estamos ahí. Lo curioso es que nos consultan cada poco tiempo para saber qué puede pasar a continuación. Ahora todos nos preguntan por el siguiente paso”, comenta Díaz.
Para más inri, una de sus investigadoras, Nerea Martín, presentó su TFM este mes de junio en el que hablaba sobre el riesgo de que apareciese una erupción en La Palma y simulaba los distintos escenarios y Carmen Romero, otra científica del equipo y una de las mayores expertas en vulcanismo histórico canario, ha sido una de las personas de referencia en la crisis. “Creo que estamos demostrando el potencial que tienen grupos como el nuestro para ayudar en la gestión de situaciones como la que ha ocurrido en La Palma. Y para ir mucho más allá. Nuestro equipo se centra en algo que cada vez se estudia más y que hasta la ONU está incentivando: el estudio de los riesgos. Que seamos capaces de adelantarnos a los desastres o de problemas como el cambio climático, podamos salvar vidas y también seamos todos conscientes de los mismos. Y en eso trabajamos con diferentes iniciativas”.
Eso sí, ellos contaban con una ventaja en este caso y es que su modelo empezó a entrenarse en 2018 cuando, después de una crisis sísmica importante en La Palma, el Cabildo les contactó para ayudar en la creación de un plan de riesgo volcánico (el PAIV, que aún sigue en periodo de homologación). Ellos, junto a otros grupos de investigación, realizaron el plan e hicieron distintas simulaciones para intentar adivinar qué podía ocurrir con una erupción. Y de ahí hasta ahora. “Esperamos que esto ayude a poner en relieve el trabajo que se puede hacer desde otros ámbitos para ayudar en estos casos. Y no solo hablamos de volcanes, también trabajamos mucho con inundaciones, problemas del clima… Es más, justo estos días estamos presentando un trabajo sobre los riesgos de inundación en La Palma”, termina Díaz.