La débâcle diplomática del MAS

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Apenas pasaron algo más de dos semanas desde el confuso retorno de Evo Morales de Rusia – que sirvió de providencial expediente para victimizarlo, al punto de que la prensa no dudo en afirmar que salió fortalecido de este incidente diplomático – cuando la revelación de que su gobierno inspeccionó ilegalmente tres aviones oficiales brasileños el 2011 dio por tierra con toda la estrategia e hizo evidente que el abrupto descenso había empezado porque, luego de haber movilizado a la comunidad internacional para condenar el incidente del que fue víctima, ahora debió trastrocar los roles y presentar las excusas que antes exigía,  aceptando – por añadidura y así sea en su fuero interno –  que no es posible mantener una dualidad permanente entre el discurso y la práctica, dependiendo dónde y quién transgrede las normas.

Circunstancias excepcionales han sido desaprovechadas por sucesivos desaciertos de altos funcionarios del gobierno, que tratan los asuntos internacionales con visión coyuntural y aislada sin el generalizado y necesario enfoque diplomático global. En ese contexto, toca ahora hacer una primera lectura de estas recientes circunstancias y una radiografía del estado de nuestras relaciones internacionales, de la conducción de la política exterior boliviana y su manoseado manejo interno. La burbuja creada por una acción sobredimensionada y desmesurada ya está estallando.

Analicemos en primer lugar la región. Es notoria la existencia de un primer círculo que asumió la afrenta europea como propia: Argentina, Ecuador y Venezuela. Algo más lejana, pero también con una línea solidaria y clara estuvieron Brasil, Cuba, Nicaragua y Uruguay.  La adhesión de este conjunto de países, muy particularmente la actuación directa de sus Jefes de Estado, permitió que CELAC, UNASUR, MERCOSUR y la OEA emitan sendas resoluciones expresando solidaridad con el Presidente Evo Morales Ayma y rechazando una actuación violatoria de los principios del derecho internacional, como la inviolabilidad de los Jefes de Estado.

Es llamativo encontrar en este conjunto de países al Brasil, que se pronunció en un comunicado muy claro de Itamaraty, teniendo presente el gradual deterioro de las relaciones bilaterales que encadena una sucesiva ola de denuestos, cuya dimensión se hace patente actualmente en el estancamiento del asilo otorgado al Senador Pinto; la tensión por la prolongada detención de los hinchas de un club de fútbol; el confuso alejamiento del último Embajador brasileño en Bolivia y la reciente revelación de que aviones oficiales brasileños fueron indebidamente inspeccionados por autoridades bolivianas en tres oportunidades. En ese contexto, el apoyo del Brasil al incidente del dignatario boliviano sólo se explica desde su posición de principios y de apego a las normas internacionales y también mostrar su liderazgo continental, sin desmarcarse de una gestión conjunta regional. En todo caso, la mesura brasileña contrasta con la estridencia y bravuconería boliviana.

Uruguay es otro país que manifestó su condena a la agresión sufrida por Evo Morales con la presencia en Cochabamba del Presidente “Pepe” Mujica con un perfil de alta diplomacia. La entrañable y directa solidaridad y el cariz adoptado del dignatario uruguayo, sencillo y afectuoso, estuvo ceñido en un marco de principios, lo que se reflejó en declaraciones explícitas sobre la doctrina del asilo, norma tradicional de la convivencia interamericana, reflejando un manifiesto rechazo al manejo boliviano y la doble moral en este asunto.

Días después, en Montevideo, el Presidente Evo Morales suscribió una decisión muy clara sobre el tema del asilo, en el marco de la Cumbre del MERCOSUR, la que sin duda tendrá un efecto boomerang en la insistencia machacona de no observar el asilo concedido al Senador Pinto, ya que éste es un caso claro en que no se puede llevar una diplomacia digitada a conveniencia.

También es necesario destacar que ni la Declaración Conjunta de Presidentes de los Estados Partes del MERCOSUR ni la Declaración Conjunta de los Estados Partes del MERCOSUR y Estados Asociados, ambas refrendadas por el Presidente Evo Morales – que hacen recuento pormenorizado y detallado de eventos producidos en la región, algunos bizantinos como el de participar en el Año Mundial de la Quinua – ni siquiera mencionan la demanda presentada por Bolivia ante la Corte Internacional de Justicia sobre la reivindicación marítima, un tema estratégico, que hace a nuestros intereses fundamentales. Otro ejemplo elocuente de la ausencia de asuntos sustantivos de Bolivia en pronunciamientos internacionales, espacios que se pierden al no existir una política exterior coherente, tal como sucedió anteriormente con la OEA al quitarse el tema del asunto marítimo de su agenda, habiendo este Organismo declarado su tratamiento de interés hemisférico permanente.

Es lógico que los Gobiernos de la región estuvieran constreñidos a manifestar su indignación y rechazo a la ofensa que sufriera la investidura del Presidente de Bolivia, aunque algunos lo hicieron como obligación ineludible. Tal el caso de Chile, que no se desmarcó de la actuación hemisférica, pero actuó en tono parco.  Colombia indicó claramente desde un principio que este asunto no debiera conducir a un deterioro de las relaciones con Europa, o el Perú cuyo Presidente Humala calificó el incidente de atropello, pero hizo muy poco para convocar una Cumbre Extraordinaria, ya que la Secretaría Pro Tempore de UNASUR está a su cargo.

Cuba, desde una posición de bajo perfil, hizo justo lo necesario, desde la CELAC – que preside – emitió un pronunciamiento mesurado. En cambio, propició junto a Nicaragua, Ecuador y Venezuela una actuación colegiada ante el Secretario General de las Naciones Unidas, consiguiendo que Ban Ki Moon emita un pronunciamiento de comprensión, solidaridad y condena, aunque indicaba claramente que el asunto se debe tratar y resolver entre los países involucrados, quitando así piso a que este foro mundial pudiera promover acciones de mayor calado e impacto, sobre todo considerando que se trata de una clara violación a normas básicas del derecho internacional.

La gestión con el Secretario General de Naciones Unidas y la débil – sino inexistente – respuesta del Movimiento de Países No Alineados, como del Grupo de los 77 y China muestran que en Nueva York no se amplificaron las voces y pronunciamientos regionales. Ello además de enfatizar que Estados Unidos y Europa tienen un control casi omnímodo de este organismo, también pone en evidencia nuestro aislamiento y el desconocimiento de nuestra diplomacia de los mecanismos multilaterales que deben promover una acción de repudio y solidaridad mundial en un caso tan evidente como éste.

Los países europeos involucrados (España, Francia, Italia y Portugal) se disculparon, posiblemente forzados de hacerlo ante la amenaza de los países del MERCOSUR de llamar a sus Embajadores, evitando así una crisis entre dos regiones, más que voluntad de respeto y desagravio hacia el Presidente, el país y el pueblo boliviano afrentados por su torpeza. Bolivia juzga insuficientes las disculpas y ahora pide candorosamente, antes que con energía antiimperialista, conocer a los responsables de este deplorable incidente para que sean objeto de un “castigo ejemplar”, según declaraciones del Canciller Choquehuanca.

En todo caso, más allá de los formalismos diplomáticos, la relación de Bolivia con los países europeos que se atrevieron a negar el uso del espacio aéreo al Presidente Morales, como grave indicación del grado de respeto a su investidura y prerrogativas, parece haberse deteriorado aún más después del incidente, porque las excusas son forzadas y las agendas de cooperación y simpatía europea a la democracia y al pueblo boliviano hoy están más distantes por diferentes razones, entre ellas la sospecha de que en Bolivia se está  poniendo en riesgo la calidad y naturaleza misma del sistema democrático y también que el Gobierno promovió de manera cómplice acciones de repudio de movimientos sociales, con quema de banderas y ataques a las sedes diplomáticas de esos países, que naturalmente gozan de la tan renombrada inmunidad.

Corresponde interrogarse sobre el papel de la Cancillería en estas circunstancias que lleva a concluir que la “diplomacia de los pueblos” se ha convertido en una diplomacia fallida llena de lugares comunes, prácticamente extraviada en un laberinto conceptual y semántico, que conduce a un final esperpéntico. Cabría preguntarse dónde estuvieron durante el desarrollo de esta crisis nuestros Embajadores: en Rusia, la Embajadora debió haber solicitado al Presidente Putin confirmar la presencia de Snowden en Moscú; en Austria, pudo evitar el desafortunado contacto directo con un despistado Embajador español, y en España, donde la Embajadora no cumplió las gestiones necesarias, situación idéntica se repitió en la Vicepresidencia y la Cancillería, dejando prácticamente en orfandad e indefensión al Presidente Morales, quien tuvo que enfrentar personalmente su propio trance.

Con los Estados Unidos, la invisible “bestia negra” de este entuerto – que luego de tirar la piedra escondió la mano – las  relaciones bilaterales están de facto rotas y prácticamente inexistentes desde la doble expulsión de Embajadores, de la DEA, de USAID, en fin, tanta retórica y bramido antiimperial. Según el Premio Nobel de Economía Joseph Stiglitz Estados Unidos está concentrado en crear dos bloques comerciales con el Pacífico y con el Atlántico; además de ejercer su poder y controlar a Snowden, convertido en habitante de un aeropuerto “Gulag”, y fortalecer su alianza con “países aliados”, que parecen dispuestos a tragar sapos y ser espiados, porque al final, de esas prácticas no se salva nadie en el globo terráqueo, veamos sólo los sucesos de Chaparina y la presencia de “chivatos” en esa marcha.

Para finalizar cabe repetir la pregunta del ex Canciller mexicano Jorge Castañeda “¿por qué uno de los gobiernos más pobres de América Latina tiene un avión presidencial Dassault Falcon 900 de fabricación francesa con autonomía de vuelo de 7,400 kilómetros? Uno puede legítimamente preguntarse si un país que padece el atraso de Bolivia debe enviar a su presidente a decenas de miles de kilómetros de distancia a una conferencia, por importante que sea, en avión privado. De haber viajado en avión de línea, nada de esto le hubiera sucedido a Evo”. Ya desde el plano nacional correspondería añadir otra pregunta: “¿tenía que viajar el Presidente de Bolivia a Nicaragua y Rusia a conferencias sobre temas de energía con el Ministro de Defensa?”, preguntas que sin duda quedarán sin respuesta, así como saber exactamente cuánto costó al pueblo boliviano esa esperpéntica gira y cuáles son sus resultados efectivos.

Como analiza el prestigioso periódico español El País en este asunto: “La calificación de los rivales políticos y las potencias extranjeras como “abusivos”, constante en la propaganda gubernamental, estaba desgastada por no corresponder a la verdadera relación de fuerzas entre el oficialismo y la oposición, y por la tranquilidad con la que EE UU recibía los frecuentes ataques gubernamentales, pero adquirió un nuevo impulso con el complicado viaje de Morales a través de Europa, descrito por el Gobierno como un acto de “acoso” por parte de las grandes potencias. Mercosur endosó esta acusación, pocos días antes lo había hecho la Organización de Estados Americanos. Y en Bolivia dio lugar a múltiples expresiones de solidaridad con el “presidente perseguido”; a marchas “patrióticas”, a la quema de banderas europeas y a una serie de apariciones públicas de los altos cargos gubernamentales, por ejemplo para calificar al presidente del Gobierno y al ministro de Exteriores de España como “peones del imperio”.

El incidente, en suma, parecía devolver al presidente boliviano el perfil de luchador social que estaba borrando el ejercicio del poder, cohesionó a sus adherentes y complicó gravemente la tarea de la oposición, que ya debía encarar en condiciones adversas las elecciones del próximo año (en las que Morales buscará la presidencia por tercera vez, gracias a la controvertida sentencia del Tribunal Constitucional que lo habilitó). Dada la debilidad institucional del país, Morales puede usar el aparato del Estado y movilizar a la sociedad con arengas como la de García Linera, con el fin de facilitar su reelección.”

¿Cuánto costó el viaje de Evo Morales a Nicaragua y Rusia?

Según fuentes confiables, el costo de operación del avión presidencial es de 1877 $us/hora y el viaje La Paz – Managua – Moscú y retorno llevó algo más de 30 horas, se infiere entonces con un cálculo modesto que sólo el uso del Falcon cuesta en torno a 56.310 $us.

A este monto debe añadirse el pago de salarios de la tripulación (al menos 3 tripulantes), cuyos servicios también se cotizan por hora de vuelo, además de los viáticos presidenciales, los de un Ministro, de la Jefa de Gabinete de la Presidencia y de un equipo comunicacional de Canal 7, que al menos cobraron 4 días de viáticos.

Podemos estar hablando, hechos cálculos y sumatorias globales, de una cifra que fácilmente supera los 80.000 $us, sin que se conozcan resultados incuestionables de este viaje, que más parece turismo oficial a costa del erario boliviano. Una afrenta a nuestra pobreza, más todavía si consideramos la frecuencia de los viajes presidenciales, sin duda y de lejos el mandatario con más horas de vuelo de la historia.

Contrasta este dispendio con el estilo del Presidente de Finlandia, que en este mismo período viajó a Europa Occidental en clase económica de un avión comercial para tratar temas oficiales, sin privilegio de ninguna clase y esperando en las salas de embarque comunes. Hay que advertir que Finlandia es un país tan pequeño como Bolivia, pero está entre los mejor calificados en educación, desarrollo social, científico, más democráticos y menos corruptos.

 

 

 

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