Científicos de la Universidad de Cambridge formulan la teoría de que, entre los machos de los mamíferos, este fenómeno sucede debido a un interés por conservar la pareja
ABC.- Llevando a cabo el que quizás sea el mayor esfuerzo nunca realizado para basar con datos esta afirmación, dos científicos de la Universidad de Cambridge han conseguido explicar el proceso que conduce a los mamíferos macho a adoptar una monogamia social como estrategia para la crianza.
Y es que, puesto que estos animales tienen un potencial mucho más alto para producir crías en una sola temporada de crianza que sus contrapartes femeninas (obligadas a un largo periodo de gestación), podría parecer que emparejarse con una sola hembra por ciclo es limitante. Sin embargo, un porcentaje alto de machos los hacen, lo que ha provocado mucho debate entre los científicos durante décadas, tratando de identificar las ventajas selectivas que la monogamia social ofrece.
«La gente ha estado interesada por la evolución de la monogamia en los mamíferos desde hace más de 30 años -explica el autor principal del estudio, Tim Clutton-Brock-. Sólo en los últimos años, ha habido unos 15 estudios comparativos en revistas y libros que han investigado explicaciones alternativas a la evolución de la monogamia en los mamíferos. Ninguno aportaba una conclusión definitiva, en cualquier caso».
Más recientemente, la evolución de la monogamia social en los mamíferos ha sido explicada por dos prominentes hipótesis, una que pone el énfasis en el cuidado paterno y que sugiere que la selección natural favorece la formación de parejas porque el cuidado de dos progenitores incrementa la salud de las crías. La otra indica que los machos forman parejas para proteger a sus correspondientes.
En el nuevo estudio, que persigue entender mejor cuál de las hipótesis es la más adecuada, Lukas y Clutton Brock han utilizado datos de más de 2.500 especies de mamíferos para comprobar las tesis de ambas, obteniendo un poderoso soporte para la segunda. Los autores, ambos de la Universidad de Cambridge, en Reino Unido, estuvieron en condiciones de dar un salto cualitativo en sus investigaciones con respecto a esfuerzos anteriores gracias a la ayuda de la filogenética basada en el estudio de los genes, el mapa arbóreo genético que los investigadores utilizan para inferir las relaciones entre las especies y comprender en qué ancestro común de una especie se produjo un cambio en la estrategia de crianza.
«Hace quince años -confirma el Dr. Clutton-Brock-, esta aproximación habría sido imposible». Este científico explica que pese a que varios de los estudios previos habían empleado la filogenética basada en el estudio de los genes para investigar cuándo la evolución de los machos mamíferos se había convertido en monogamia social, su mirada no fue suficientemente amplia ni en el tamaño de la muestra, ni en la diversidad o la taxonomía de los grupos estudiados.
Empleando una muestra muy amplia, así como con una clara definición de la monogamia social, Lukas y Clutton-Brock pudieron llevar a cabo una comparación mucho más determinante. Para empezar, compilaron datos de las observaciones sobre la distribución de la monogamia social en diferentes especies de mamíferos contemporáneas. «Entre unas cosas y otras, nos llevó unos dos años, recoger todos los datos del sistema social -dice Dieter Lukas, coautor del estudio-. Buscamos la información de cada mamífero conocido (hay 5.400 especies), consultando múltiples fuentes, y discutimos nuestra clasificación con investigadores del campo de los estudios sobre la conducta».
Empleando datos muy detallados de la historia de la vida, los investigadores clasificaron cada especie como social, monógama social o de vida en grupo, teniendo un cuidado especial en incluir especies relevantes que previamente habían abandonado el grupo de los monógamos sociales. Después ‘forzaron’ las transiciones a la monogamia social de hembras que vivían en grupo y de hembras solitarias, empleando para ello modelos estadísticos que determinaran cuál de esas transiciones funcionaría mejor.
En este contexto, ‘forzar’ la transición a la monogamia social desde un sistema alternativo de crianza significa que los investigadores sólo consideraron procesos en los que los cambios a la monogamia social sucedieron a partir del sistema de crianza. Esta aproximación aporta la probabilidad de cada uno de los procesos para explicar la distribución de la monogamia social observada hoy en día.
Los investigadores identificaron 61 transiciones necesarias para explicar la existencia de la monogamia social entre los mamíferos. De forma muy destacada, todos los casos menos uno procedían de especies ancestrales con hembras solitarias, que fijaban un territorio para evitar la competencia con otras hembras. Análisis posteriores confirmaron que la monogamia social se deriva, casi al completo, de ancestros en los que las hembras eran solitarias, no de mamíferos comprometidos con la vida en grupo.
Este hallazgo muestra el marco en el que se produjo la evolución hacia la monogamia social por parte de los mamíferos: es probable que los machos, incapaces para deambular por distancias muy alejadas y tener acceso a más de una hembra, formaran parejas. Esto les ayudaba a superar las desventajas relativas a las amplias distancias a las que tendrían que hacer frente para encontrar otras parejas. El resultado, por tanto, respalda la hipótesis de que la monogamia social fue una estrategia para la protección, o conservación, de la pareja.
Al contrario que en estudios previos, que no encontraban diferencias significativas en cuanto a densidad de población entre las hembras socialmente monógamas y las que vivían de forma solitaria, los autores de este estudio muestran que el antiguo tipo de hembra se da en densidades bajas hoy en día, y con menos coexistencia con sus vecinos que las hembras solitarias. Probablemente, esto es porque las hembras socialmente monógamas necesitan comida más rica en energía, que es menos abundante, y quizás también porque son menos tolerante que las otras hembras.
Este estudio también ofrece datos sobre el marco en el cual la monogamia social evolucionó, explicando la distribución espacial de las hembras, que los machos no tienen otra alternativa que seguir. Mantener una pareja, pues, era su mejor apuesta. Entre tanto, la evolución del cuidado paterno, que caracteriza a la mayoría de las especies monógamas sociales de hoy en día, fue una adaptación secundaria, según las conclusiones de los autores.
A pesar de todo, ninguno de los investigadores encontró los resultados sorprendentes. «Lo que me sorprendió -explica Lukas- fue lo que observé durante la recogida de datos: el número de especies diferentes de las que hay observaciones sobre su comportamiento natural. La dedicación y horas que este trabajo debe haber llevado a los investigadores durante los pasados 100 años para obtener estos datos en el medio natural me resultó impresionante. Y es importante destacar que estos estudios de campo todavía continúan. Excepto para especies muy carismáticas y que son consideradas clave, como los primates, la información detallada sobre la biología de la amplia mayoría de los mamíferos apenas está empezando a encontrarse disponible».
Habiendo empleado más de 2.500 especies de mamíferos de todos los órdenes, este estudio es muy completo. «Un próximo paso sería testar si presiones ecológicas similares estuvieron involucradas en la evolución de la monogamia social en otros grupos taxonómicos», explica Lukas.
Es importante destacar que el estudio no ofrece datos sobre cuándo ni bajo qué circunstancias se produjo la evolución a la monogamia en los humanos. «Potencialmente, podría haber sucedido durante una época en la que los factores ecológicos condujeran a las hembras a separarse del grupo y convertirse en solitarias -concluye Lukas-. Pero también es posible que la monogamia sea un acuerdo reciente y cultural de matrimonio dentro de los grupos. Los antropólogos han comenzado a llevar a cabo aproximaciones filogenéticas para inferior en qué momento de la historia humana la cultura cambió al sistema de parejas, lo que probablemente sucedió, pero para lo que, en este momento, todavía no hay una respuesta clara».